Carmen Conesa: «Parar para no hacer nada es hacer mucho; y es algo que todo el mundo necesita»
Estío a la murciana ·
«Trabajar con el presidente, con Fernando [López Miras], es un privilegio. A mí me gusta trabajar con gente que sea buena gente, y luego que sean personas inteligentes y muy preparadas»Ríe y llora al platicar largo y tendido Carmen Conesa, que logra encandilar a su interlocutor a las primeras de cambio, sin esfuerzo alguno por ... su parte. Ya lo hacía como periodista, profesión que ejerció durante 23 años, y ahora lo consigue también como política, en su cargo de consejera de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes. Un puesto al que accedió después de que Fernando López Miras anunciara en las últimas elecciones su fichaje como número 2 de las listas del PP a la Asamblea Regional.
Natural, afable y sensible, muy fan de Viva Suecia, Arde Bogotá, Siloé, Julia Cry y Carolina Durante, entre otros muchísimos grupos, Conesa (Lobosillo, 1980) se emociona hasta la lágrima durante la entrevista cuando menciona a su tía Encarna, fallecida hace unos años, una de sus «tres madres» de la que aprendió desde modales a amar la música clásica. Le encanta «platicar» –verbo que utiliza cuando hay que referirse a conversar– a esta madre de un hijo preadolescente, que prefiere preguntar a que le pregunten. Cosas del oficio periodístico que sigue corriendo irremediablemente por sus venas. Aunque reconoce que no echa de menos la radio porque, asegura, cuando está centrada en algo no hay nada que le despiste.
Eso sí, periodismo y política, afirma, comparten un mismo denominador común que es «intentar mejorar la Región de Murcia». Y en eso está. También hay algo que sigue haciendo como consejera que ya era una costumbre cuando trabajaba en la radio: levantarse todos los días a las seis de la mañana. Y viajar. El último viaje, con toda la familia, ha sido hace unos días recorriendo la Costa Azul. Con vuelo directo a Marsella desde Corvera en un avión de Volotea (del murciano Carlos Muñoz, vaya). Que conste en acta. Aunque, a la hora de la verdad, no cambia la Región por nada. Ni siquiera por el Caribe.
–¿Por qué?
–Porque aquí se vive muchísimo mejor. No tenemos nada que que envidiar a ningún sitio, tampoco al Caribe. Somos el Caribe español, el Caribe europeo. Creo que vivimos en un auténtico paraíso, un paraíso en cualquier época del año. He estado en el Caribe muchas veces. Creo que el país que más he visitado en mi vida es México. Y Roma, la ciudad en la que más veces he estado. Es maravilloso viajar, conocer otros lugares, otros territorios, la comida, la gastronomía... Te enriquece muchísimo. Pero luego es genial volver a casa y decir: 'Pero si yo tengo el privilegio de haber nacido, de trabajar y de vivir en uno de los sitios más maravillosos del mundo'. Nada que envidiar.
–¿Vacaciones?
–Sí, cogí unos pocos días para irme con la familia a la Costa Azul. Fuimos en avión a Marsella y allí alquilamos un coche. Viajar siempre es una maravilla, y también te sirve para coger ideas.
–¿Y en agosto?
–En estos meses sigo trabajando, pero me instalo en La Manga. Voy y vengo a Murcia, pero no me cuesta. Como todos los días, me levanto muy temprano, sobre las 6 o las 6.30 de la mañana, y me tomo el privilegio de salir a pasear, ver amanecer... Aunque también tenga algún día de desconexión.
–¿Las vacaciones están sobrevaloradas?
–¡Para nada! Creo que todo el mundo tiene que parar. No le hablo a lo mejor de cantidad de días, sino de la calidad de esos días. Pero parar para no hacer nada es hacer mucho, y es algo que todo el mundo necesita. Levantarme temprano en verano, luego por la tarde pegarme un baño y quedarme en la playa en mi silla de señora mayor... Ya estamos en esa edad.
–¿Qué silla es esa?
–Tengo una silla comodísima de playa. Y una sombrilla, claro. Luego en mi casa tengo un sillón. Es el sillón de leer, que además creo que fue lo primero que compramos mi marido y yo cuando nos compramos nuestra casa, hace muchísimos años. Es un sillón de una sola plaza. No teníamos nada en casa, ni la habíamos arreglado, pero vimos ese sillón y dijimos: 'Es el sillón más cómodo del mundo para leer'. Y lo compramos y sigue estando ahí.
«El cuento ha cambiado»
–De sus veranos de la infancia, ¿qué recuerda?
–La playa, la sal, a mi abuelo Paco pescando... Las calas de Cabo de Palos, las tardes eternas con mis amigas de Lobosillo en La Manga... Nos veníamos todas a casa de mi amiga Laura. ¡Y ahora lo seguimos haciendo! El otro día vinieron a mi casa con los niños. El cuento ha cambiado un poco, ¿no? (risas). De aquella adolescencia y la juventud, los maravillosos años 20, pues ahora tenemos un montón de niños y niñas de todas las edades. Mis amigas de toda la vida son parte de mi pilar de siempre. Son esas personas que siempre te van a decir las cosas de verdad. Son como familia y seguimos juntas, igual que antes.
–Del verano, ¿qué es lo que menos le gusta?
–[Piensa] Quizás el calor tan intenso. Es verdad que mi época favorita del año empieza desde septiembre, que también hace calor, hasta Navidad. Para mí, el año no empieza en enero, empieza en septiembre.
En tragos cortos:
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-Un sitio para tomar algo. -Cualquiera que tenga Bitter Kas y una buena marinera, aunque soy muy fan de los caballitos del Bar Avenida, en Espinardo.
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-Una canción. -Siempre me ha gustado mucho 'Lucía', de Serrat. De las actuales, 'Todos los besos', de Siloé.
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-Un libro para el verano. -'Los hombres no son islas', de Nuccio Ordine.
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-¿Qué consejo daría? -Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti.
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-Un aroma. -El del café recién hecho.
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-¿Con quién no cenaría jamás? -Creo que cenaría con cualquier persona, porque de todo se aprende, para bien y para mal.
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-¿Quién dejó de caerle mal? -No me suele caer mal nadie. Simplemente, tengo más o menos afinidad con las personas.
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-¿Le gustaría ser invisible? -¡Sí! Y volar y teletransportarme.
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-¿Qué le gustaría ser de mayor? -Una señora que pasea a sus miniperros y merienda con sus nietos en cualquier cafetería del centro de Murcia.
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-¿Tiene enemigos? -A ver, he sido periodista y me dedico a la política, sería ingenuo pensar que no los tengo, pero no hay nada que no se pueda arreglar con un café y platicando. No soy rencorosa.
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-¿Lo que más detesta? -La mala educación.
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-¿Un baño ideal? -En La Manga. Y en cualquier cala de Cabo de Palos.
–¿Cómo fue el camino que tuvo que transitar del periodismo a la política?
–Yo no sé trabajar de otra manera que no sea escuchando a la gente. Mi trabajo de toda la vida, como periodista, ha sido escuchar. Escuchar a la gente, escuchar a la calle, salir, no quedarse en la burbuja. No se lo digo como consejera, se lo digo como Carmen, como vecina de Lobosillo y como murciana. Yo lo que quiero es lo mejor para mi tierra y para la gente de aquí. Fue difícil tomar la decisión. Era una de las decisiones más importantes de mi vida. Para mí todos los trabajos son importantes, pero es cierto que hay trabajos que tienen una mayor repercusión por las decisiones que se toman. Son trabajos de mucha responsabilidad. Esto pasa también en el periodismo. Tú, según lo que cuentes, cómo lo cuentes, cómo lo digas, tiene una repercusión y unas consecuencias. Y en política, las decisiones que tú tomas tienen consecuencias para los demás. Por lo tanto, tienes que escuchar a los demás para tomar esas decisiones de manera conjunta. Fue una decisión muy importante, de las más importantes que yo he tomado en mi vida. Pero es verdad que trabajar con el presidente, con Fernando [López Miras], es un privilegio.
–¿Por qué?
–Para empezar, porque a mí me gusta trabajar con gente que sea buena gente. Yo he tenido siempre la suerte, y lo he dicho siempre, de que en la vida me ha tocado solo buena gente. Los que me han enseñado, los que me han acompañado en el camino. Creo que eso es fundamental. Y luego, por supuesto, que sean personas inteligentes y muy preparadas, que te ayuden y te guíen. Creo que es uno de los mayores honores que voy a tener en esta vida. Analizándolo, a la hora de tomar esa decisión, mi trabajo también ha sido siempre trabajar de alguna manera por la Región de Murcia. Ese ha sido mi trabajo durante 23 años como periodista: escuchar a la Región, contar las cosas que pasan en la Región de Murcia, darle voz e intentar poner soluciones. Ahora me dicen: 'Tenemos esta situación, nos gustaría que se llevaran a cabo estas soluciones'. Y yo ya conozco esa situación, porque yo la he contado. Entonces, para mí esa parte es sencilla y me resulta fácil, porque al final sigo escuchando a la gente de mi tierra, y sigo trabajando con ellos. Y creo que no hay mayor honor y privilegio que hacerlo así. Por lo tanto, es algo que me está resultando sencillo dentro de todo lo que supone la política. Cuando se me encarga un proyecto estoy muy centrada en ese proyecto. Huyo del ruido, soy muy exigente y muy perfeccionista y, aunque esté bien, para mí nunca está bien del todo. Luego, con el tiempo, analizo y digo, pues estaba muy bien, ¿no? Pero creo que no voy a tener mayor honor en esta vida que trabajar para mi tierra, como siempre he hecho. De una forma u otra.
–¿Echa de menos la radio, el periodismo?
–A ver, yo siempre voy a ser periodista. Pero no lo echo de menos. Porque, como le digo, cuando estoy centrada en un proyecto, no soy de echar de menos el pasado. Solo miro al presente y al futuro.
–De la política, ¿qué es lo que más y lo que menos le gusta?
–Lo que más me gusta es ver que se hacen realidad proyectos que son demandados por la sociedad. Eso te da una satisfacción enorme.
«Tremendamente injusto»
–¿Y lo que menos?
–[Piensa] Soy de quedarme con lo bueno. Pero criticar a los políticos, o a los periodistas, o cualquier otra profesión con un argumento genérico... Porque no todo el mundo es igual, ni todo el mundo trabaja de la misma manera... Eso me parece tremendamente injusto. Prefiero que se analice mi trabajo, los hechos, y me digan si yo lo he hecho bien o lo he hecho mal.
–¿Cuándo sintió que la vida le ponía a prueba?
–Para mí fue muy complicado perder a mi tía Encarna, la hermana mayor de mi madre, una persona sumamente educada, que jamás levantaba la voz. Mis dos tías eran como dos madres para mí. Yo siempre he dicho que tengo tres madres, y sentía que moría una de de mis madres. Me cuesta todavía mucho trabajo hablar de ello [se emociona].
«Valgo más por lo que callo»
–¿Qué lección aprendió en casa que no ha olvidado jamás?
–Lo más importante, a ser buena persona, a ser generosa en todos los aspectos de tu vida. A tener palabra y a confiar en la palabra del otro. Algo que creo que, como sociedad, debemos recuperar. Yo siempre digo que, como periodista, valgo más por lo que callo que por lo que he contado.
–Buena persona antes que buen periodista, ¿no?
–Exacto.
–¿Qué hubiera querido ser?
–De pequeña me llamaba mucho la atención el Trabajo Social. Pero a los 16 o los 17 años pasé por un estudio de radio y dije: 'Aquí me quedo, esta es mi vida'. Si me hubiera dedicado a alguna de las artes, tengo clarísimo que hubiera hecho ballet clásico. Pero tengo un problema en las rodillas desde pequeña.
–¿Cuál?
–Se me luxan las rótulas. Es algo con lo que he crecido y estoy acostumbrada. Pero me ha limitado mucho a la hora de hacer deporte y otras cosas. He montado muchísimo a caballo, porque en casa había caballos y compartía esa afición con mi padre y era de lo poco que podía hacer.
–Nefasta, ¿para qué es?
–Para cantar (risas).
«Comportamiento cruel»
–¿Qué le parece muy necesario?
–Escucharnos como sociedad con respeto, en silencio, aunque no estemos de acuerdo. Es bueno no estar de acuerdo, pero creo que como sociedad necesitamos respeto. En eso, las redes sociales creo que hacen mucho daño también, sobre todo detrás de un anonimato. Pero yo siempre pienso en qué situación tan complicada tiene que tener una persona, qué enfadada tiene que estar con el mundo, para llevar a cabo a veces ese comportamiento cruel. Debemos escucharnos y hablar. A mí me encanta la palabra platicar, que en la Región usamos mucho. No solo en Latinoamérica. Necesitamos escucharnos y platicar como sociedad, y respetarnos aunque no estemos de acuerdo.
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