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Sonia Ruiz, fotografiada junto al Mar Menor. antonio gil / agm

«Le doy mis ojos, ¡mire lo maravillosa que es la vida!»

Estío a la murciana ·

Sonia Ruiz es deportista paralímpica y diputada del PP

Lunes, 5 de agosto 2019, 10:45

Cuando terminas de hablar con Sonia Ruiz (La Unión, 1981), le das las gracias por todo: por su simpatía, por su coraje, por su lección de vida, por lo que te has reído con ella. Capitana de la selección nacional de baloncesto en silla de ruedas, deportista paralímpica; presidenta, entrenadora y jugadora del UCAM Murcia BSR y diputada del PP en la Asamblea Regional, es un torrente de aguas cristalinas y aire puro.

-Dice usted que ha tenido suerte en la vida.

-Sí. Nací con una flor en el culo, tengo mucha suerte. El caso es que siempre he estado donde tenía que estar, no sé cómo me las he apañado durante toda mi vida. También es verdad que trabajo mucho para tenerla, que le echo coraje a la vida. Suerte y mucho trabajo. Deportivamente, por ejemplo, he bregado muchísimo, los logros no han llegado para nada por mi cara bonita.

«Recuerdo dar muchísimas vueltas, y darme golpes, golpes, golpes...; y pensar: '¡Por Dios, que pare ya!»

-¿Qué no hacemos bien?

-Por desgracia, no valoramos en toda su importancia el hecho de estar vivos, a no ser que te pase algo traumático. Nos metemos en una vorágine y en una rutina que nos impiden ser conscientes de la suerte que tenemos; muchas veces, vivimos como de un modo automático. Pero cuando rozas la muerte, o cuando no puedes vivir en plenas facultades, te das cuenta del milagro que es estar vivos.

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -'El rincón del puerto'. En Mar de Cristal.

  • 2 -¿Una canción? -'Chinchetas en el aire', de Los Delinqüentes.

  • 3 -Libro para el verano. -'La buena suerte', de Álex Rovira.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -No olvide que las diferencias entre las personas es una riqueza.

  • 5 -¿Su copa preferida? -Vino de Ribera del Duero.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Pippi Calzaslargas.

  • 8 -Un epitafio. -'Por favor, no olvide que el carril izquierdo es solo para adelantar'.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Buena gente.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Los tengo.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -La mentira y la falta de lealtad.

  • 12 -¿Un baño ideal? -En Cabo de Palos.

-Algo de lo que no se olvida.

-Así es. Por suerte o por desgracia, como yo tuve una experiencia traumática, aprendí a vivir. De hecho, si me he decidido a entrar en política es porque creo que, de alguna manera, puedo transmitir ese entusiasmo por vivir a la sociedad en general, y al mundo del deporte, que es lo que más me pone la piel de gallina, en particular. Me encantaría que muchas personas pudieran ver el mundo a través de mis ojos. Poder decir: 'Le doy mis ojos, ¡mire lo maravillosa que es la vida!',

-¿Cómo es?

-No hay diferencias entre hombres y mujeres, defiendes lo que es justo, crees en el compañerismo, en el trabajo en el equipo, aprendes luchando a sobrellevar las situaciones complicadas, practicas la solidaridad y la cooperación... Yo voy en silla de ruedas, sí, pero mi discapacidad no está en mi cabeza, está en mi culo y punto.

-Mucha gente se frusta por asuntos tan 'transcendentales' como haber engordado.

-Lo sé muy bien. Cuando yo empecé con la silla de ruedas, mis amigas sufrían mucho por cosas como tener los muslos gordos o que el chico que les gustaba no les hacía caso...; yo tenía que respirar muy hondo y varias veces, pero aprendí que lo que a mí me pasa no es lo más importante, y a que cada uno vive sus problemas a su manera. Me gusta mucho ponerme en la situación de los demás para entenderlos. Pero es verdad que mucha gente se agobia y se estresa enseguida. Yo procuro, de forma sutil, decirles que se dejen de tonterías [sonríe]. Muy sutilmente, ¡eh!, aunque tenga que tragarme el deseo de ¡muerte y destrucción! [Risas].

-¿De niña cómo era?

-Era la más rebelde del mundo, era Pippi Calzaslargas, un personaje que me marcó muchísimo...

-...¿pero sin mono?

-[Risas] Ni mono, ni caballo, en mi familia somos perrunos y siempre tuve muchos perros. Creía que podía hacerlo todo sola, era muy independiente, lo preguntaba todo, me encantaba razonar las cosas. De hecho, como entrenadora, a mis jugadores les inculco que me pregunten mucho por los motivos de mis decisiones.

-¿Qué imágenes le vienen a la memoria de aquellos años?

-Siempre me recuerdo con un balón, en los pies o en las manos. Y corriendo. Y en el monte. O jugando al tenis.

-¿Qué quería ser?

-Desde que vi las olimpiadas de Barcelona 92, lo que yo quería era participar en unos Juegos Olímpicos. Y desde entonces, trabajé para eso. Este verano hemos conseguido la clasificación para Tokio 2020. A mí, por ejemplo, escuchar el himno en la cancha es algo que me emociona muchísimo. Yo estoy encantada de ser murciana y de ser española.

Con 17 años

-¿Cuándo cambió todo?

-Cuando tuve el accidente de tráfico, con 17 años, que me dejó en silla de ruedas. Le mentiría si le dijese que en ningún momento me preocupé por esto, pero fue muy poquito lo que me preocupé. Soy muy viva, me encanta vivir, el mundo es precioso, Murcia es divina...; veía a gente en el hospital que se estaba quedando ahí, sin poder superar la situación, y yo me dije que quería salir, que iba a salir.

-¿Cómo ocurrió?

-Iba de paquete en una moto, en la carretera de Portmán. En una de las curvas, la rueda de atrás patinó y salimos despedidos. Fue muy curioso: no perdí el conocimiento en ningún momento. Recuerdo dar muchísimas vueltas y vueltas, y darme golpes, golpes, golpes...; y pensar: '¡Por Dios, que pare ya!'. Y paré contra una roca. Juraría que esa roca fue la que me provocó la lesión medular; me hizo parar y también que esté en una silla.

-¿Cómo salieron de allí?

-Estábamos en un terreno de montaña; se escuchaban los coches pasar, pero a nosotros no se nos veía y nadie paraba. Imprudentemente y por falta de conocimiento, me quité el casco y lo lancé a la carretera para que nos viesen. Paró un chico que iba en moto. Yo me estaba desangrando, y de seguir allí media hora más me hubiera muerto. Veía salir sangre a borbotones, con la espalda rota y sin poder incorporarme.

-¿Pensó que se recuperaría?

-Incluso antes del accidente, todo lo que se ha puesto en el camino lo he sobrellevado muy bien, así es que también entonces pensé que me iba a recuperar. De hecho, cuando llegué al hospital nacional de parapléjicos en camilla, veía a la gente y pensaba: '¡Verás cuando me vean salir andando, el sofocón que se van a llevar!'. Mi trajín era ese, pero mi familia y los médicos me fueron informando poco a poco de la realidad. Y la realidad era que no iba a volver a andar.

-¿En qué pensó entonces?

-Pensé en mis abuelas, los dos extremos: una superfuerte, que con 82 años seguía trabajando porque quería; y la otra un amor de persona. Me pregunté: 'Qué harían ellas?, ¿cómo se lo tomarían?, ¿qué me dirían a mí? Me puse triste, se me saltaron las lágrimas...; supe que me habrían dicho: 'A vivir, a luchar, la vida es muy hermosa'. Y, enseguida, lo que yo quise fue la silla, que me enseñaran a hacer el caballito y a ser independiente. Fui una alumna superaventajada. Iba a ser mi cumpleaños y yo quería celebrarlo, aunque fuese en el hospital, y para eso tenía que aprender a vivir de nuevo: a vestirme, a ducharme, a pasarme a la cama, a la silla... En tres días de aprendizaje ya era totalmente independiente.

-¿Y después?

-Pues, como tengo suerte, conocí el baloncesto en silla y fue un flechazo total, amor a primera vista del bueno, bueno, del que te dura para siempre [risas].

-¿Siempre tiene tan buen humor?

-Me viene de familia, otra suerte que tengo.

-¿Qué buen consejo le dieron?

-Quiérete a ti misma. A veces me lo tengo que recordar.

-¿Qué reconoce?

-Que soy muy pasional, muy dramática en los gestos y en las manifestaciones de alegría o de disgusto, muy escandalosa hasta el extremo. Me encanta el 'drama queen' [risas], el '¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!' [Scarlet O'Hara en 'Lo que el viento se llevó' (1939)]. No sé hacer nada a medias: cuando entreno, soy la que más entreno; ahora que voy a trabajar en política, me voy a dejar el alma; quiero hacer las cosas con excelencia en todo. También en el amor me entrego siempre al cien por cien..., y hay veces que no sale bien. Creo en el amor sobre todas las cosas, pero no tanto en las relaciones de pareja [risas]. No sabemos querer, no estamos bien educados desde la base y amamos con afán posesivo.

-¿A qué tiene miedo?

-A la decadencia en silla de ruedas.

-¿A veces qué le pasa?

-Que me canso de verme y de oírme tanto.

-¿Cómo se quedó cuando Fernándo López Miras le propuso ir de número 3 en las listas del PP a la Asamblea Regional?

-Me quedé de piedra; de hecho, le comenté que estaba loco. Cuando me dijo que tomásemos un café, yo pensé que sería para conocer mi opinión sobre temas deportivos, o de discapacidad..., o incluso que a lo mejor me quería pedir matrimonio [risas]. Cuando me contó sus planes, le pedí un tiempo para pensármelo yo, y un tiempo para que también se lo volviese a pensar él. '¡Ojo a la decisión que vas a tomar, porque soy la persona políticamente más incorrecta que te vas a echar a la cara!', le dije. Y aquí estoy, muy agradecida a Fernando [López Miras, hoy ya presidente de la Comunidad] y dispuesta a trabajar por mi Región.

-¿A qué dice que no?

-A lo que digo que no, no se lo puedo decir [risas].

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