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Inmaculada Pelegrín, en Lorca con sus tres perros. Sonia M. Lario / AGM
Inmaculada Pelegrín: «Sí, sí, a mí me encanta que me engañen»

Inmaculada Pelegrín: «Sí, sí, a mí me encanta que me engañen»

Estío a la murciana ·

Inmaculada Pelegrín. Poetisa

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Miércoles, 9 de agosto 2017, 22:43

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Dice Inmaculada Pelegrín (Lorca, 1969): «Escribo poemas porque son cortos y siempre tengo prisa». Poetisa, ganadora en 2008 del Premio Internacional Gerardo Diego por 'Óxido' (editorial Pre-Textos), y en 2012 del Premio Iberoamericano Juan Ramón Jiménez por 'Cuestión de horas' (editorial La Isla de Siltolá), le hace feliz ver «crecer a tres hijos y a tres perros que, milagrosamente, comen casi todos los días y consiguen ser estupendos a pesar de mis cuidados». Amante de vivir y del buen humor, de cuidar a los amigos y de que se le vaya el santo al cielo, de vez en cuando viaja «para comprobar que soy la misma aquí que allí». Y cuenta: «Puse mis pies en la Tierra el mismo año en que el hombre puso los suyos en la Luna. Lo hice en Lorca y aunque no me preguntaron para ello, si lo hubiesen hecho habría dicho que sí».

-¿Qué le pasó?

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -Cervecería Augustiner, en Múnich.

  • 2 -¿Un concierto inolvidable? -Joan Manuel Serrat.

  • 3 -Libro para el verano . -'Las damas del fin del mundo', de Ángeles de Irisarri.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -No dé consejos.

  • 5 -¿Su copa preferida? -Vermú rojo.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -La reina Ardid de 'Olvidado rey Gudú'.

  • 8 -Un epitafio. -'Vuelvo en cinco minutos'.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Feliz.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Creo que no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? La mala gente.

  • 12 -¿Un baño ideal? -Los baños de Mula.

-Un día me metí por error en un armario escobero, en el domicilio de un vecino, y no me decidía a salir de allí. Fui a su casa para rellenar unos papeles, porque nos habíamos golpeado con los coches, y delante de toda la familia me equivoqué de puerta y me vi de pronto dentro del armario de las escobas y los trapos. Todo el mundo esperando a que saliera y yo allí, sin salir, porque cuanto más tiempo pasaba más vergüenza me daba salir, y cuanto más vergüenza me daba, menos salía. Hasta que reuní el valor suficiente para sacar la cabeza, primero, y después todo lo demás.

«Me he rendido del todo: ¡adiós a los tintes para siempre, adiós a la báscula! Abandono»

«Un día me metí por error en un armario escobero, en el domicilio de un vecino»

«Me preocupa el hecho de que creo que mis hijos se han hecho más mayores que yo»

«Me suelo despertar a media mañana aunque me haya levantado a las ocho»

-¿Le pasan cosas así a menudo?

-Bueno, en mi familia al apellido López le llamamos tener el 'punto López', y el 'punto López' implica que te puede pasar cualquier cosa y que tienes que tomártelo con tranquilidad. Somos gente alternativa. Vivimos en otro planeta.

-Ponga otro ejemplo que ilustre el 'punto López'.

-En una cena de gala llena de personajes ilustres a la que asistí, con mi vestido de seda y unos taconazos, no tuve mejor idea que, dado el dolor de pies que tenía, meter las agujas de los tacones en la rejilla de un sumidero con el fin de quedarme plana durante un rato. Cuando intenté ponerme de nuevo en marcha, ya puede imaginarse que los tacones no salían de allí.

-¿Qué coincidencia agradece?

-El padre de mis hijos es hoy mi mejor amigo, qué coincidencia tan estupenda.

-¿Qué tiene de peligroso el amor?

-Descubres que puede llegar a ser una condena, maravillosa u horrible. Por un lado, es la cosa más bonita que puedes vivir; por otro, puede convertirse en la experiencia más desagradable que también puedes vivir. Te lleva a los extremos, puede hacer que aflore tu mejor cara o la más oscura.

-¿Qué recomienda?

-No hay que idealizar al otro, ni consentir que nadie nos idealice a nosotros.

-¿Qué reconoce?

-Yo, como todos, también llevo dentro un monstruo al que no quiero ver. Sé que está ahí, pero no tengo interés en saber mucho sobre él. No me asomo a buscarlo.

-¿Si pudiera qué haría?

-Me gustaría que todo el mundo fuese feliz, que se acabasen las situaciones de injusticia y de dolor que hay en el mundo.

-¿Y qué hace para intentar que así sea?

-Muy poco o nada. Sé que ocurren cosas contra las que debería estar combatiendo, pero las dejo pasar, me voy a comprar el pan y se me olvida. Recuerdo que, viendo documentales sobre el nazismo y el Holocausto, me preguntaba extrañada: '¿Pero cómo los alemanes podían estar tan tranquilos sabiendo lo que pasaba con los judíos?'. Y ya ve, yo ahora tengo mucha más información que ellos, soy consciente de todas las injusticias que se están cometiendo, y ahí estoy: comprando el pan. Me gustaría combatir la injusticia, el cambio climático, claro que sí, pero...

-¿Usted qué ha sido siempre?

-Feliz. Incluso en esos días tan raros que a veces llegan, me gusta vivir. Disfruto mucho respirando, agradezco estar viva. Y en los momentos malos, pienso: 'Te toca ir a ver a una amiga, te toca que te den un abrazo, o darlo tú, o en vez de lamentarte procurar hacerle sentir bien a otra persona'.

-¿Lo mejor?

-Las personas que he ido encontrando en mi vida.

-¿Qué sabe?

-Creo que soy buena escuchando.

-¿Qué procura?

-Ponerme en el lugar del otro. Y no olvidarme de que yo, si se dieran las circunstancias, sería capaz también de hacer cualquier cosa terrible. No soy mejor que nadie.

-¿Para qué se ha dado usted ya por vencida?

-Para intentar parecer joven. Me he rendido del todo: ¡adiós a los tintes para siempre, adiós a la báscula! Abandono.

-¿Qué tal con sus hijos?

-Me preocupa el hecho de que creo que se han hecho más mayores que yo, y no sé en qué momento ha sucedido. Yo los miro -los mellizos tienen 21 años, y el siguiente 19 años- y tengo la impresión de que yo todavía no he llegado a esa edad. De hecho, les pido consejo, les pregunto qué harían ellos en esta u otra situación. Son muy sensatos, porque han salido a su padre, y muy buenas personas, porque también han salido a su padre, y aciertan siempre en los consejos que me dan.

«No siempre reciclo»

-¿Ingenua?

-Sí, sí, a mí me encanta que me engañen.

-Ah.

-¡Y lo feliz que vives creyéndotelo todo! No quiero vivir desconfiando, a la defensiva por si me engañan, en permanente actitud preventiva. Eso no es vida.

-¿Qué no está bien?

-No siempre reciclo, contamino de mil maneras diferentes y, encima, no lucho por un mundo mejor.

-¿Cómo conviene vivir?

-Actuando como si el momento presente fuese el último de nuestra vida, y soñando como si fuésemos a vivir para siempre.

-¿A veces qué piensa?

-Que yo debo ir puesta de endorfinas o algo, o que debo tener alguna alteración biológica, porque soy muy feliz, muy optimista y alegre y no pierdo la esperanza.

-¿Por qué tiene perros?

-Ha sido la forma de salvarles la vida. Son todos callejeros.

-¿Su ciudad?

-Jerusalén es la ciudad más alucinante que conozco.

-¿Usted cómo se relaja?

-Juego al pádel todas la semanas. Juego fatal, pero no vea cómo me divierto. Antes del pádel hacía taichí. Me encantaba.

-¿Y por qué lo dejó?

-Me dejó el profesor a mí, y sin él me liaba: cuando hacía los ejercicios, ya no sabía si estaba acariciándole la cola al caballo o si el mono caminaba hacia atrás o hacia adelante. Me gustaba el taichí: estás tan concentrada en tu dedo meñique del pie derecho que se te olvida por completo que tienes roto el lavavajillas.

-¿De qué no tiene práctica?

-No maldigo.

-¿Cómo duerme de bien?

-Muy bien, el problema viene cuando me despierto.

-¿Por qué?

-Me suelo despertar a media mañana aunque me haya levantado a las ocho. Primero salgo yo de mi casa, y pasado un buen rato se incorpora mi alma.

-¿Qué libro merece ser salvado?

-Eso lo tengo muy claro: una antología de poemas de Rabindranath Tagore que mi padre le regaló a mi madre cuando eran novios, y que después mi madre me regaló a mí.

-¿Dónde no la encontraremos nunca?

-Yo a los toros no voy.

-¿Qué hace bien?

-Un arroz con el que pierden el sentido los comensales.

-¿De qué está segura?

-De que hay un vértigo oculto en cada átomo.

-¿Y de qué más?

-Nuestros cuerpos, lo que quisimos ser y lo que amamos, la tierra que lo habrá de cubrir todo...; la materia de cuanto conocemos está principalmente compuesta por vacío.

-¿Para qué tiene olfato?

-Reconozco el pegajoso olor que dejan las promesas.

-¿Qué confiesa?

-Que espío a los extraños que se cruzan conmigo por la calle.

-¿Qué es una verdad verdadera?

-Que los dedos de los pies son un lugar privado.

-¿Qué nos conviene?

-Saber interpretar las circunstancias y aceptar que las cosas son como son y no como deseamos.

-¿Y qué más?

-Aprovechar el sitio disponible.

-¿Qué debemos evitar?

-Que el rencor afile sus aristas.

-¿Cuál es el último jardín en el que se ha metido?

-Esta entrevista.

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