El deseo es un trocito de mar

Las altas temperaturas que soportamos en nuestra Región de Murcia, unido a las largas temporadas de calor que se prolongan más allá de julio y agosto, hace que proyectemos las casas con posibilidad del disfrute de un baño refrescante.

Siendo conscientes que la subida de temperatura va asociada a un déficit de agua, ya no vemos necesario proyectar piscinas de gran tamaño. Además, el agua se puede ( y se debe) mantener fácilmente todo el año en buen estado de tal modo que forma parte del paisaje que rodea a las casas. El agua se ve, se disfruta, se escucha, es un deleite. Es el espejo donde se mira la casa.

Acercamos la piscina a la vivienda, formando parte del hogar, como un elemento participativo de la casa, hasta el punto que es el propio suelo de la vivienda, que se prolonga, quien configura el vaso de la piscina. Se rompe la fantasía de agua cristalina y azulejos azules. Esta losa cerámica color arena empleada en todos los espacios de la vivienda aporta un color más natural al agua, como si lleváramos un trocito de nuestra costa a casa.

Estas piscinas buscan parecerse más a la naturaleza. En términos estrictamente constructivos, esta no es más que un vaso de hormigón que contiene una cantidad de agua. Pero emocionalmente, es decir, desde una realidad sensible, estas piscinas representan la presencia de una masa de agua que emula al mar.

La proporción y dimensión de la piscina está acorde con el porche, el cual a su vez es la zona de playa. Y la ventana de la cocina con vistas a la piscina hace función de barra también. Estas pequeñas dimensiones juegan a nuestro favor y permiten un entrar y salir continuo del agua. Un ensimismamiento, como cuando se mira el fuego de una chimenea. Son piscinas para ser (ad)miradas, no nadadas, pero que permiten esa ansiosa zambullida.