Cines de verano
Un nuevo modelo de ocio que floreció entre los años 30 y 80 del pasado siglo XX
Un bocata y unas pipas en una bolsa, dos o tres paseos hasta la cantina para pertrecharse de refrescos o cervezas y quizá un cojín ... para amortiguar las cuatro horas de cine en una silla metálica de terraza o en unos poyetes de cemento. Los cines de verano forman parte del imaginario popular, de esas memorias del ayer en las que las parejas, las familias y los grupos de amigos cambiaban las tardes y los anocheceres de playa o piscina por una sesión doble con algunos de los éxitos estrenados durante el año y grandes clásicos de la gran pantalla.
Desde la localidad abaranera de Hoya del Campo a la pedanía murciana de La Alberca, pasando por La Palma, en Cartagena, o la Bahía de Mazarrón, estas construcciones al aire libre -algunas ya desaparecidas, otras renacidas tras años de letargo- fueron proliferando desde el interior a la costa regional entre al menos los años 30 y los 80 del pasado siglo XX.
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Así, el Archivo General de la Región de Murcia (AGRM) conserva entre sus fondos documentales más de 300 expedientes fechados hasta 1984 sobre autorizaciones solicitadas al Gobierno Civil -antecesor de la Delegación del Gobierno- y que incluyen planos detallados de estas infraestructuras y peticiones de reapertura antes del inicio de cada temporada estival. Uno de los fondos documentales, que data de 1936, es el relativo al expediente de intervención en el «teatro-cine de verano Murcia Park», en Murcia, propiedad de Bernardino Gomis Iborra.
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