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Un grupo de niños juega y se refresca en un parque de Madrid. R. C.

Siete de cada diez ciudades españolas carece de una red de refugios climáticos

Greenpeace considera «alarmante» la falta de estos espacios en un país en el que murieron por el calor casi 10.000 personas en los últimos tres veranos

Martes, 29 de julio 2025, 13:13

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La gran mayoría de las ciudades españolas, los espacios más golpeados por el aumento acelerado de las temperaturas provocado por el cambio climático, no tienen siquiera una infraestructura pública básica para que los ciudadanos, sobre todo los más vulnerables, puedan refugiarse durante unos minutos o unas horas, según el caso y la necesidad, del calor extremo que muchos días de verano convierten la calle y sus propias casas en un infierno.

Siete de cada diez capitales de provincia, 36 de las 52, carecen de una red de refugios climáticos, los espacios, al aire libre o bajo techo, a los que pueden acceder los ciudadanos para aliviarse y protegerse contra el calor intenso, especialmente en los días de temperatura extrema o durante las cada vez más frecuentes y duraderas olas de calor. Estos lugares pueden ser parques o plazas con sombras, bancos y fuentes, centros culturales, polideportivos, edificios públicos o bibliotecas acondicionados y refrigerados o piscinas, pero también, por ejemplo, museos, centros comerciales o cines.

Greenpeace, la organización que ha realizado el chequeo en las 52 capitales de provincia españolas, considera «alarmante» la «falta de adaptación generalizada» de las ciudades españolas a las altas temperaturas, sobre todo si se tiene en cuenta que son las áreas más afectadas por el calentamiento global, dada la escasez de zonas verdes y el efecto 'isla de calor', que eleva varias grados la temperatura percibida en sus zonas centrales debido a la enorme acumulación de cemento, asfalto y tráfico.

Muchos de los existentes son poco efectivos por sus horarios limitados, su falta de equipamiento o por exigir un desembolso por su uso

La organización reprocha que la gran mayoría de las capitales españolas apenas disponga de refugios climáticos públicos que merezcan tal nombre cuando se trata de la medida «más eficaz y sencilla» que pueden tomar para paliar entre sus vecinos el acelerado aumento de las temperaturas, frente a actuaciones estructurales necesarias, pero mucho más gravosas y a implantar en el medio y largo plazo como son las reducción de las emisiones con un descenso del tráfico y del uso de los combustibles fósiles, el incremento de las zonas verdes o la rehabilitación y adaptación de los barrios y viviendas.

La ONG considera que la gran ausencia de redes de refugios climáticos es una grave irresponsabilidad de los poderes públicos en un país especialmente afectado por los estíos tórridos, como ocurre en todo el sur de Europa, y en el que solo en los tres últimos veranos han muerto casi 10.000 personas por el calor excesivo y decenas de miles han sido hospitalizados por el agravamientos de sus dolencias, con la mayoría de víctimas entre los ancianos, los niños y los ciudadanos con menos recursos.

El informe de Greenpeace indica que la capitales españolas con mayor número de refugios climáticos son Barcelona, Bilbao, Murcia, Málaga y San Sebastián, junto a Logroño, Lleida y Girona. Por contra, la mayor escasez en relación a su población se detecta en Sevilla, Madrid y Valencia, junto a Alicante y Castellón. Un dato que a los autores del estudio les resulta sorprendente es la ausencia de refugios en la totalidad de capitales de siete comunidades autónomas: Extremadura, Castilla-La Mancha, Cantabria, Asturias, Galicia y los dos archipiélagos. Más aún, añaden, cuando varias de estas ciudades sin refugios (Cáceres, Oviedo, Santiago de Compostela y Zamora) estuvieron durante la reciente ola de calor de junio uno o más días en alerta roja sanitaria.

Requisitos mínimos

El documento destaca que, además de la carencia de refugios, los urbanistas españoles tienen un problema añadido, como es que los existentes en su mayoría son poco efectivos, porque presentan numerosas deficiencias. La más extendida de todas son los horarios restrictivos, con cierres al mediodía o por las tardes o los fines de semana o incluso durante parte del verano. Estos espacios, subrayan, tienen muy escasa utilidad si no están disponibles durante las horas de mayor calor y todos los días que se necesitan.

Otro de los males detectado en el chequeo es que buena parte de ellos incumple con el requisito necesario de la gratuidad. Hay piscinas municipales, espacios culturales y comerciales o museos en los que no se puede acceder sin pagar entrada o sin consumir, lo que los convierte en inútiles para muchos ciudadanos.

Los otros requisitos que Greenpeace considera imprescindibles en estas redes, además de los amplios horarios y la gratuidad, son que tengan habilitadas zonas de descanso y acceso directo al agua del grifo o las fuentes para hidratarse, que haya suficientes para asegurar la cercanía, que estén identificados como tales y sean publicitados y que sean accesibles a personas con alguna discapacidad.

«El impacto del calor extremo en las ciudades es evidente y está causando miles de muertes todos los años. Nuestras ciudades están al rojo vivo y es urgente que los ayuntamientos pongan en marcha planes de adaptación. Los refugios climáticos son un primer paso, pero no basta con enumerar espacios climatizados públicos y zonas verdes de la ciudad. Hay que habilitarlos para que sean efectivos y puedan proteger realmente a la población más vulnerable. Los refugios climáticos no son una moda, son una medida de salud pública» indica Elvira Jiménez Navarro, de Greenpeace, a modo de resumen.

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