La advertencia de la Guardia Civil sobre los masajistas ambulantes de las playas
Habitualmente se ofrecen con falta de higiene y profesionalidad, por lo que pueden comportar riesgos para la salud de los clientes
Cobran unos 20 euros por media hora de masaje relajante sin camilla, sin acreditación profesional y con cremas dudosas. La oferta de masajistas ambulantes en las playas españolas se ha extendido en gran medida en los últimos años. Se trata de personas sin formación, usualmente de origen oriental, que recorren la arena en busca de clientes a los que ofrecen un servicio que aparentemente es un chollo. Pero nada más lejos de la realidad: lo barato puede salir caro.
La Guardia Civil recuerda en su cuenta de Twitter que «la técnica del masaje no va en los genes o el origen, se aprende estudiando». «No arriesgues tu salud en la playa. Ten cabeza», piden a la ciudadanía. Numerosos usuarios de la red social han respondido al Cuerpo mostrando su acuerdo con el peligro que pueden suponer estas prácticas. Son muchos los que repiten la misma negativa: «Nunca se me ocurriría», «Totalmente de acuerdo, hay que estudiar y prepararse, no se puede jugar con la salud» o «Anatomía, es imprescindible, que hay mucho listillo», comenta otra usuaria.
Aunque estando de vacaciones, alejado del estrés y la rutina diarias, en modo 'zen' y disfrutando de un día de playa, un masaje puede parecer una actividad propia del momento, hay que pensar primero en la salud. Los masajes playeros no profesionales comportan numerosos riesgos derivados tanto de la falta de condiciones que ofrece el entorno como de la poca profesionalidad de quienes prestan el servicio.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la higiene en estos casos es cuanto menos dudosa, porque estos masajistas suelen ir de cliente en cliente, e incluso pueden ser transmisores de infecciones como hongos u otras enfermedades contagiosas de la piel. Además suelen aplicar cremas o aceites de masaje de origen no certificado, que pueden no ser seguros para el cuerpo. El peligro se intensifica si tenemos en cuenta que los productos se aplican sobre una piel ya sensible debido a la exposición al sol. Una piel al sol está deshidratada y es más frágil en cuanto a las agresiones y las fisuras por donde pueden entrar las partículas perjudiciales. Si además se mezclan con los granos de arena del entorno, un agente abrasivo, la posibilidad de lesiones cutáneas es todavía mayor.
Tampoco el lugar es el adecuado, porque deben realizarse sobre una camilla o silla acondicionada y no sobre una superficie irregular como es la arena de la playa. Un cuerpo en tumbado en ese terreno presenta cansancio muscular porque unos músculos trabaján más que otros, por lo que un mal movimiento en una mala postura puede provocar daños. Además este tipo de masajes suelen proceder de personas sin titulación y probablemente sin conocimientos de anatomía, por lo que desconocen dónde presionar o manipular. Si son de una intensidad considerable pueden llegar a provocar o acentuar lesiones ya existentes. En vez de terminar el masaje relajados, nos encontraremos buscando el número de una consulta profesional de fisioterapia.