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Visión nocturna del barrio de Patpong. zumapress.com
El mercado de lo sórdido en Tailandia

El mercado de lo sórdido en Tailandia

Patpong es un barrio de Bangkok nacido al 'calor' de 700.000 militares estadounidenses que descansaban allí de la guerra en la cercana Vietnam. Los clubes con chicas expertas en el 'show' de pelotas de ping pong conviven con los puestos callejeros de falsificaciones

Isabel Ibáñez

Martes, 3 de septiembre 2019, 12:38

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La guerra de Vietnam desangró aquel país en la década de los sesenta y hasta 1975, cuando los últimos militares estadounidenses abandonaron el país. En el camino cayeron más de un millón de vietnamitas de ambas facciones y unos 60.000 norteamericanos. Demasiadas víctimas, y eso que solo hablamos de muertos, porque el número de afectados en mayor o menor medida es incalculable por las dimensiones que puede alcanzar; mutilados, adictos a las drogas que usaban para evadirse de aquella terrible realidad, huérfanos, viudas, mujeres violadas... Personas marcadas de por vida por las experiencias vividas en aquellos años, y no solo en esos dos países. Hace mucho de todo esto, y, sin embargo, hay un sitio en Tailandia que mantiene la esencia de su origen, nacida al 'calor' de las visitas que los militares estadounidenses hacían a la cercana Bangkok (su capital) para descansar del estrés de las húmedas junglas vietnamitas defendidas por los 'charlies', como ellos llamaban a los soldados del Vietcong, el enemigo comunista. Ese lugar es Patpong.

Y realmente tampoco es un destino único en su especie; es decir, un barrio de concentración de burdeles para dar satisfacción a los reclutas yanquis de esta guerra tan cinematográfica. El concepto se llamó R&R y, lejos de tener que ver con el rock&roll, por mucho que en aquella época sonaran los Stones o los Doors, las iniciales responden a un eufemismo del argot militar, 'Rest and Recreation', descanso y recreación, que se utilizó para denominar a los cinco días de descanso que el Ejército concedía a sus guerreros. Y si bien es cierto que no todos lo dedicaron a emplearse a fondo con los estupefacientes y la prostitución, es un hecho que contingentes enteros contribuyeron a crear barrios para ello, ya sea Patpong en Tailandia -aunque en ese mismo país hay otros lugares similares, como Pattaya, en la costa-, hasta Hong Kong, Manila, Singapur, Tokio...

Pero hoy toca Patpong. Seguro que han oído hablar de los espectáculos de chicas que expulsan pelotas de ping pong del interior de sus vaginas y tratan de introducirlas en un vaso; a veces lo consiguen, para sorpresa o regocijo de sus espectadores, en clubes a los que el calificativo de sórdido les queda minúsculo. También se extraen metros y metros de hilo, incluso cuchillas, demostrando después que tienen filo al cortar en tiras un papel. Otros hablan de animales, anguilas, hasta pájaros. Por si se habían quedado poco boquiabiertos. Espectáculos que se remontan a aquellos años, cuando legiones de reclutas llegaban pidiendo auténticas rarezas, hartos ya de ver de todo. También hablamos de prostitución con menores, que, lamentablemente, continúa.

«Hay dos tipos de turistas en Bangkok, el que solo busca sexo y el cultural»

Mohamed Ezzedine - Byblos Tours

«Eviten los 'shows' eróticos; se hacen en salas lúgubres y van cuatro gatos»

Pol Coma - posada Mundo Nómada

«El 'show' subía de tono y, en vez de excitación, sentía terror por las chicas»

Ricardo Ruiz - Visitante

«La visión de Bangkok como 'el burdel global' surgió de su estatus como el principal centro estadounidense de 'descanso y recreación' durante la Guerra de Vietnam, cuando 700.000 militares disfrutaron de un 'permiso' en aquella ciudad», asevera el profesor universitario australiano Dennis Altman en su libro 'Global Sex' ('Sexo global'). Y casi medio siglo después, turistas de todo el mundo siguen acudiendo allí, algunos en busca de lo mismo, aunque otros se apuntan sin más a una curiosidad que ver una vez en la vida si se está en Tailandia; algo para no perderse, vaya, para contarlo después a los más íntimos aderezando la anécdota con una media sonrisa y el adjetivo 'bizarro', aunque la RAE no admita la variante de raro o extravagante para una palabra que significa en realidad valiente, generoso.

El mexicano Ricardo Ruiz Villalobos dejó constancia en su blog (visaalmundo.com) de su visita a uno de estos bares de 'ping pong' junto a una amiga. Dice que cuando entró, instigado por la presión de los ganchos que actúan en la calle, no sabía de qué iba el 'show', y que además aquello terminó en estafa, ya que tuvieron que discutir porque no les dejaban salir si no pagaban más: «Conforme subía de tono el espectáculo, en vez de sentir, digamos, algún tipo de excitación, sentí terror por el hecho de que les fuera a pasar algo a las chicas, se pudieran lastimar o estuvieran exponiéndose demasiado».

La ciudad más visitada del mundo

  • Patpong Se llama así por la familia china Patpongpanich, que se instaló allí en 1946 tras comprar unos terrenos a las afueras de la ciudad, donde había solo una casa de madera y un canal. Luego se fueron construyendo las calles y llegaron las tiendas. A finales de los años sesenta, ya había un puñado de clubes que atendían a los militares estadounidenses que llegaban de batallar en Vietnam. La época de mayor apogeo de este barrio, en cuanto a la oferta sexual, se sitúa en las dos décadas siguientes. Por otro lado, a principios de los noventa, la familia Patpongpanich convirtió una de las calles en peatonal y autorizó colocar un mercado nocturno, cobrando un alquiler por los puestos. Esto hizo que la oferta sexual se fuera desviando en parte hacia otras zonas cercanas, como Soi Cowboy la Nana Plaza. El mercado nocturno abre sobre las 17.00 horas y bulle de actividad a partir de las 20.00. Cierra más allá de la medianoche, sobre la una de la madrugada.

  • 21,9 millones de turistas internacionales desembarcaron en Bangkok en 2018, lo que la convierte en la ciudad más visitada del mundo, un lugar que lleva ocupando varios años consecutivos.

  • 8,3 millones de personas habitan la capital de Tailandia. Pero, sumando su área metropolitana, alcanzan los 15 millones.

  • Más sobre Bangkok Según Mohamed Ezzedine, de la agencia Byblos Tour, en Silom, el barrio al que pertenece Patpong, merece la pena visitar Silom Villaje, una zona comercial con bastantes tiendas y buenos restaurantes. «Y al principio de la calle Silom Road el turista no debe dejar de ver la residencia de Jim Thompson, la casa de seda mas famosa de Asia. Una visita a este centro es más que obligada. También una excursión por el río Chao Pahya, porque en Bangkok al atardecer es muy agradable. E incluir, sin duda, una parada en el Templo de la Aurora». Pol Comaposada, de Mundo Nómada Travel, informa de que, «generalmente, los tailandeses son amables y serviciales, si bien en zonas como el mercado nocturno de Patpong es posible que nos encontremos con algunos vendedores antipáticos, especialmente si no compramos nada. En los lugares más turísticos es más habitual encontrar locales quemados con los turistas, mientras que en los más aislados la gente suele ser más amable».

Y prosigue: «Sin duda, no es un 'show' al que regresaría. Cuando salí, lo hice con una mezcla de sentimientos encontrados, entre ¿por qué hacen eso tan extremo? y ¿quién soy yo para preguntar? Debo verlo con ojos críticos, no juzgarlo. La compañera no hizo uso de su tolerancia y empezó a despotricar en contra del 'show' y las costumbres que tenían, y yo simplemente me limite a escucharla. Pero, ¿quiénes somos nosotros para decidir qué está bien y mal? Seguramente si un tailandés viene a América y va a un 'show' de estriptis se le va hacer indignante, no lo sabemos».

El tirón de 'Resacón 2'

Decenas de estos lugares subsisten en Patpong, donde, claro está, también es posible mantener relaciones sexuales pagando por ellas, o solamente tomar un trago. Alumbran con sus neones al visitante que se interna al caer la noche. Y en muchos casos, como relata Ricardo Ruiz, un tipo le asaltará en la calle para conducirle al interior de uno de ellos sin darle tiempo a pensar, y podría acabar casi obligado a presenciar este 'show', pagando precios desorbitados por la bebida, y no solo por la suya. No es raro que los que visitan Bangkok acudan a este barrio de dos calles paralelas -llenas de carteles con reclamos como 'top less', 'show girls', 'Super Pussy (conejito)' o 'Cincuenta chicas maravillosas y unas cuantas feas'- para llevarse este 'souvenir' de experiencia, además de comprar o cotillear en su famoso mercado callejero nocturno, que se extiende por sus laterales hasta pasada la medianoche, vendiendo todo tipo de mercancías, la mayor parte falsificaciones.

Hay algunas agencias que organizan tours a este y otros barrios del mismo pelo para despedirse de la soltería a lo grande, de la del hombre, se entiende. Así publicita Ithaka una de sus excursiones tailandesas especializadas en despedidas de soltero: «Bangkok alberga los famosos barrios rojos de Patpong y Soi Cowboy, por lo que hay mucha acción para mantenerte enganchado». Otro operador, Hangover Tours, explota el tirón de 'Resacón 2: Ahora en Tailandia', rodada íntegramente en Bangkok, para llevarte a los sitios que aparecen en la película: «Nos trasladamos a Patpong, para asistir a algunos de los 'shows' más locos. Además, hay boxeo tailandés en vivo. En este área también puedes visitar uno de los famosos clubes fetiche de Bangkok y, por supuesto, hay otros espectáculos exóticos. La seguridad es un problema, y nos aseguramos de usar solo lugares que sabemos que son totalmente seguros para nuestros clientes. A la una de la madrugada podemos devolverlo a su hotel o llevarlo a un club nocturno donde puede divertirse durante toda la noche».

«No piden esta visita»

Mohamed Ezzedine, director de la agencia de viajes Byblos (www.byblostours.com), dice que sus clientes no le piden incluir Patpong en sus viajes. Considera que «queda más que claro que hay dos tipos de turistas que viajan a Bangkok; uno, el que solo quiere sexo y está días y días en la ciudad siempre buscando lo mismo, el perfil humano es bajo, la edad avanzada, y pasa mucho tiempo en este barrio. Y luego están los visitantes con interés cultural, de diferentes edades, que disfrutan en el Palacio Real, con su magnifico templo Wat Phra Kaew, que acoge el Buda de Esmeralda, también el templo Wat Pho, con el Buda reclinado. Y van al jardín de rosas y a los canales que dan a la ciudad el sobrenombre de la Venecia tailandesa. Estos turistas solo visitan, y no siempre, la calle nocturna de Patpong, pero muchos ni siquiera están interesados por este tipo de compras y les molesta tener que pasear por un lugar flanqueado por bares y clubes nocturnos, donde llegan a ser molestados por los vendedores de espectáculos que abordan a la gente que solo quiere regatear un rato».

Puntos de interés

El parque Lumpini

El parque Lumpini

Es el equivalente al Central Park neoyorquino. 56 hectáreas de verde y lagos donde descansar del ajetreo de Bangkok. Allí viven varanos o lagartos gigantes. Cada día, a las seis de la tarde, suena el himno nacional por la megafonía, todo el mundo se pone en pie y lo canta. Muy cerca de Patpong.

La Torre Mahanakhon

La Torre Mahanakhon

Es el rascacielos más alto de Tailandia, con sus 314 metros y 75 plantas. Está en en el distrito financiero de Sathon. Tiene la apariencia de una torre cuadrada que gira sobre sí misma, gracias a una espiral de superficies cuboidales en las caras del prisma. A la vista, es como si el edificio estuviera pixelado.

El templo Mariamman

El templo Mariamman

Está en Silom, muy cerca de Patpong. Se trata de un colorido templo hindú tamil construido hace tres siglos. Tiene imágenes talladas de varios dioses y diosas en diferentes formas y tamaños. Está abierto a las visitas, pero se exige una vestimenta adecuada debido a las personas que oran en su interior.

Si es esto lo que el viajero busca, el mercado nocturno, Ezzedine hace algunas recomendaciones: «La mejor hora son las diez de la noche, aunque si quieres conseguir buenos precios no debes ser el primero en llegar; los vendedores rebajan los precios a partir de las once y media, se cansan y quieren recoger sus mercancías. El regateo es una obligación, y requiere de paciencia y habilidad». Aconseja no descuidar las pertenencias, pues con frecuencia hay robos, «y no siempre de gente local. Hay turistas que roban porque viajan con poco dinero y, cuando ya no les queda nada, a eso se dedican».

Tampoco lleva a sus clientes a Patpong la agencia Mundo Nómada Travel (www.toursentailandia.com). Según su manager general, Pol Comaposada: «Pueden ir por su cuenta, puesto que es una calle fácilmente accesible. La mayoría de nuestros clientes se alojan en el barrio de Silom-Sathorn, donde se encuentra Patpong, así que se lo marcamos en el mapa por si quieren visitarlo, puesto que es famoso su mercado de imitaciones y souvenirs, además de sus bares de gogós y transexuales. Detrás hay otra calle con chicos.

- ¿Es una visita que les pidan habitualmente? ¿Ha decaído o se mantiene el interés por la zona?

- No, no la piden habitualmente. No sé hasta qué punto hubo nunca mucho interés. La calle sigue prácticamente igual desde que la conocí, hace diez años. En los alrededores ha subido el nivel y se ha construido algún hotel nuevo. Hay muchos restaurantes japoneses y algunos bares para tomar algo por la noche. Los locales de gogós siguen igual, pero, probablemente, haya bajado el interés por los 'shows' eróticos, a los que van cuatro gatos.

Imagen principal - El mercado de lo sórdido en Tailandia
Imagen secundaria 1 - El mercado de lo sórdido en Tailandia
Imagen secundaria 2 - El mercado de lo sórdido en Tailandia

- ¿Qué tipo de turista se interesa por este barrio?

- Si hablamos del mercado, sobre todo occidentales. Les gustan más las imitaciones que a los asiáticos. Recomendamos evitar los 'shows' eróticos, que están de capa caída y se hacen en salas lúgubres.

Vicente Romero, periodista que cubrió para TVE la guerra de Vietnam y muchos otros conflictos, cuenta en su reciente libro 'Habitaciones de soledad y miedo' (Akal, 2016) su experiencia, entre muchas otras, en Patpong: «Cegados por los resplandores del neón, muy pocos se plantean el inhumano tráfico de adolescentes, compradas a sus familias en las regiones más empobrecidas de Tailandia o sacadas de sus hogares con engaños, que se ocultan tras las puertas de establecimientos como Superpussy, Badabing, Pussy Colection, Supergirl y tantos otros. Dentro de cada uno de esos jóvenes cuerpos desnudos hay una historia de sufrimiento y explotación. Pero la más invisible de las miserias es la moral. Recuerdo que una de las chicas de un local con un aire acondicionado inmisericorde se me sentó al lado y no me pidió que la invitara a una copa, sino que la abrazase, porque estaba aterida».

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