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El Papa Francisco ha sido coherente con los evangelios y con la Doctrina Social de la Iglesia, sin obviar sus contradicciones y sus pecados como ... él mismo reconocía, porque ha escuchado y acompañado a ese pueblo empobrecido y ha denunciado a los enriquecidos, diciendo que este sistema económico mata. Ha sido coherente porque quiso que los pastores olieran a oveja, y no estén al servicio de la idolatría del dinero; que sean sencillos, cercanos y comprometidos con la gente y que huyan del lujo y el confort. Destaca su gran humanidad que nace de la fe, que le lleva a decir que ¿quién es él para juzgar a los homosexuales? O negarles la bendición de Dios como aparece en la Declaración 'Fiducia Supplicans'.
El Papa Francisco es valorado por su credibilidad porque ha apostado por la acogida de las personas migrantes y refugiadas, porque ha denunciado las actitudes racistas y xenófobas y del rechazo del pobre. Nos advirtió en su Cara Encíclica 'Fratelli Tutti' (Todos hermanos) que existen nuevas formas de ignorar a otros y eliminarlos y nos pidió que tuviéramos la capacidad de reaccionar con un sueño nuevo de fraternidad y de amistad social. Esa solidaridad con las personas migrantes y refugiadas le llevó, en su última entrevista, a expresar, con su característica libertad profética, al vicepresidente de Estados Unidos, Vance, que estaba totalmente en desacuerdo con la política de desprecio a las personas migrantes y le exigió una política de acogida y trato humanitario. Francisco no quería muros, sino puentes.
Su coherencia le llevó a convocar a los movimientos populares, a los movimientos de campesinos e indígenas desde la defensa de las tres T: trabajo, tierra y techo. A estos tres derechos ha unido el cuidado de la casa común. Nos dijo que había que cuidar la vida y cuidar la naturaleza en contra de un sistema mantenido por personas avariciosas, codiciosas, con un gran poder y que utilizan la violencia para mantenerse en él. Dejó de convocar a los grandes banqueros y empresarios. Quiso escuchar a la gente de las periferias, que es donde nace el reino de Dios. Los que fuimos de Murcia en defensa al derecho a la vivienda, al hogar y en contra de los desahucios de las entidades financieras, recibimos su respaldo. Ese Primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares nos cambió la vida, me cambió la vida, porque nos transmitió esa libertad que nace del amor y de la misericordia a los más pobres, excluidos y vulnerables. Fue un viento suave y con fuerza a la misma vez de esperanza. Y, como era su costumbre, nos pidió: «hagan lío» y no tengan miedo a los poderosos porque Dios está de su parte.
No habló de cuestiones genéricas, sino que puso rostro a las víctimas porque estaba cerca de ellas y señaló a los verdugos. Acariciaba y abrazaba a los empobrecidos y pidió con energía a los causantes de tanto dolor humano que se convirtieran.Pidió que trabajáramos denodadamente por la paz y pidió el fin de la carrera de armamentos, que solo provoca guerras y enriquece a unos pocos a cambio de la sangre de muchas personas, de la sangre de niños y niños. Calificó la industria militar de inmoral porque sirve para provocar y alimentar guerras; que la paz es un valor fundamental y el único camino para construir humanidad.
Abrió las puertas de una Iglesia samaritana, sinodal y dio un impulso al papel de la mujer dentro de la Iglesia, aunque hay que reconocer que muy insuficiente. Hizo una reforma importante de las cuentas vaticanas para que dejarán de ser un paraíso fiscal. Quiso que la Iglesia fuera Pueblo de Dios en camino en contra de una Iglesia basada en el clericalismo, que los laicos y laicas, que forman parte de ese Pueblo de Dios, deben tener un protagonismo propio e importante en la marcha de la Iglesia.
Somos conscientes que hay sectores en la sociedad y en la Iglesia que deseaban que su pontificado acabara y somos conscientes que hay personajes que han expresado su admiración hacia Francisco, pero que no están de acuerdo en nada con él y seguirán actuando en contra de lo que propugnó Francisco, que no es otra cosa que el reino de Dios y hacerlo vida y ahí radica su coherencia y credibilidad.
Descansa en paz, hermano Francisco, y mostramos un inmenso agradecimiento porque nos transmitiste esperanza y valentía para que nuestra fidelidad al mensaje de Jesús no se rompiera o lo corrompiéramos.
Te echaremos de menos. Seguimos con el corazón roto por tu marcha a la casa del Padre/Madre, pero seguiremos caminando y soñando juntos por ese futuro mejor como tú lo querías.
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