Un hostelero con amplia experiencia revela la habilidad clave de un buen camarero: es un truco mental. EP

Un hostelero con amplia experiencia revela la habilidad clave de un buen camarero: es un truco mental

El profesional señala que hay una técnica imprescindible para destacar en este oficio

María Ramírez

Martes, 26 de agosto 2025, 10:40

Un buen camarero debe contar con una serie de habilidades esenciales para ofrecer un servicio de calidad y satisfacer a los comensales. Su labor no se basa únicamente en servir mesas, sino en ofrecer una experiencia a la altura de las expectativas de los clientes. Y es que, esta figura es la cara visible del establecimiento, por lo que su desempeño influye directamente en la percepción del restaurante.

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El servicio de un bar es tan importante como la comida que sirve. De hecho, la profesionalidad del camarero suele ser lo primero que se percibe. Aunque los requisitos pueden variar según el tipo de establecimiento, existen competencias básicas que resultan imprescindibles en cualquier negocio del ámbito de la restauración.

La habilidad más importante

Seguramente más de uno diría que la destreza clave para ser un camarero de diez es la amabilidad, la capacidad de trabajar bajo presión o la rapidez para atender a los clientes. Sin embargo, Abraham Galera, un conocido hostelero en redes sociales (@abrigaca) que publica contenido sobre este sector, ha desvelado la habilidad más importante. Su experiencia de más de 15 años como camarero y su trayectoria como propietario de un negocio familiar le han permitido distinguirla: «Es tener un mapa del salón todo el rato en la cabeza».

El motivo es que esta técnica facilita la organización y el control del espacio. «A mí me da mucha rabia que constantemente vean los platos y digan: '¿Esto de qué mesa es?'», asegura. Según el profesional, esta pregunta se puede evitar si se tiene un mapa con lo que está ocurriendo en el restaurante. Para ilustrar su argumento, pone un ejemplo: si hay que servir un flan, se puede identificar con rapidez a qué mesa corresponde simplemente observando el progreso de cada una. Es decir, si unos comensales acaban de llegar, otros ya están con los primeros platos y solo hay una mesa que va por los postres, es fácil deducir para quién es el flan sin tener que preguntar. «A veces pierdes menos cogiendo el plato y mirando un poquito», insiste.

Abraham señala que ese mapa implica trabajar constantemente mirando a todos lados para tener el control de todo lo que está ocurriendo. «Yo siempre les digo: 'Todos los viajes son con la cabeza mirando a todos los clientes'. Siempre hay uno que está esperando que lo mires para levantar la mano», concluye.

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