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Antonio Trives
Domingo, 20 de abril 2025, 08:40
Los últimos rayos de luz vinieron acompañados de un viento helado, a la umbría del Palacio Marqués de Arneva, sede del Ayuntamiento y organismo organizador de la procesión. Esta la encabezaba un halo negro de rango ceremonial y lutoso con la vestimenta del Caballero Cubierto. Detrás le seguía una comitiva y cortejo fúnebre, con los alumbrantes, hacones o «garnachas» (portadores de vela grande y gruesa) y representantes de estamentos de la ciudad. Era el inicio de la procesión del Santo Entierro, ayer sábado,
El legado histórico y las raíces religiosas de Orihuela son evidentes también en su Semana Santa. La ciudad lo muestra desde hace casi 400 años. La antigüedad, el mantenimiento de tradiciones y protocolos inalterables marcan una de las señas de identidad de la escenificación religiosa. La envergadura, las tallas y la trascendencia han otorgado a la Semana Santa del municipio el reconocimiento de Interés Turístico Internacional por muchas razones. Entre ellas figura desde la completa escenificación de la pasión de Jesús con 32 tronos en la procesión general de Viernes Santo a las singularidades del Santo Entierro que se celebró ayer.
Tras partir de la Iglesia de las santas Justa y Rufina, la comitiva enfiló la calle Mayor. A medio camino, como marca la tradición, el interior de la catedral se incorporó al recorrido. Entró Amadeo Valoria como Caballero Cubierto al templo con la potestad de no retirarse el sombrero de copa. Una bula papal de 1620, primero, y una confirmación con otra bula de 1667 le permite ser el único en disfrutar de ese permiso.
Todos los pasos que conforman la procesión atravesaron la pequeña Catedral: Cristo Adyacente, La Soledad y San Juan con la palma.
El derecho de admisión litúrgico católico dejó fuera, como así se viene haciendo a lo largo de la historia, al paso de El triunfo de la Cruz o Cruz de los labradores, aunque es conocido como 'La Diablesa'. De ese popular nombre se deduce la razón por la que no tiene permitido el acceso. Se trata del grupo escultórico más antiguo que procesiona en la Semana Santa de Orihuela y su singularidad le hace que no pueda entrar en ningún templo religioso, por lo que debe continuar con la procesión mientras el resto pasa por la Catedral hasta retomarla conjuntamente al salir.
La talla es del escultor fray Nicolás de Bussy, fechada en 1695. Representa, como su propio nombre indica, el triunfo de la cruz sobre el pecado y la muerte. Sobre una esfera reposan unas nubes, con ángeles, desde donde emerge la cruz. Bajo esa esfera, sentados en el suelo a derecha e izquierda, un esqueleto humano sobre un reloj por el que no transcurre el tiempo, y un demonio con formas de mujer (de ahí la denominación popular de 'La Diablesa'), con una manzana en la mano y cuyas extremidades inferiores se entrecruzan y al mismo tiempo rodean la esfera.
Una multitudinaria procesión catalogada como una de las diez más importantes de España por su tradición y sus singularidades.
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