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Cinco pasos desde la remota iglesia de San Juan, reconvertida en espléndido museo, regresaron ayer para anunciar que la Pontificia, Real, Hospitalaria y Primitiva ... Asociación del Santísimo Cristo de la Salud regresa a cumplir su principal cometido: anunciar por Murcia el Martes Santo recogido que sucede al estruendo popular del Perdón, que el Lunes Santo se resarció por todo lo alto de la suspensión del año pasado.
Apenas diez minutos faltaban para las ocho de la tarde cuando Nuestro Padre Jesús de la Merced abrió la estación de penitencia camino de la calle que su nombre lleva. La antigua procesión llamada de los estudiantes, porque no pocos la componían en sus inicios, reunió en el corazón de la ciudad a miles de murcianos en una tarde que, pese a las previsiones meteorológicas de hace unos días, se desplegó despejada, si bien un tanto fresca y ventosa.
El paso de López Espino, al que llamaron 'María, con suelo de los afligidos', volvió a ser elevado por sus cuarenta anderas, que así se llaman en esta asociación a las estantes. También andaba el trono luciendo las tres nuevas capillas que en su madera incorpora el escultor Pablo Espinosa, cada una dedicada a otras tantas virtudes teologales. A saber: la fe, la esperanza y la caridad, el nombre de las mismas cofradías que llenaron de devoción Murcia el pasado fin de semana.
Y le siguió, mientras una multitud comenzaba a colmatar las terrazas de toda la carrera, el San Juan de Roque López, prólogo del cuarto paso de la tarde, la Santísima Virgen del Primer Dolor que, por la lluvia, suspendió el pasado sábado su tradicional traslado camino de San Juan. Iba de estreno la Virgen, pues la acompañó un grupo de tres tambores de túnicas granates.
Sobriedad, rigor y música de tambores acompañaron, otro año más, al titular de la cofradía, el Santísimo Cristo de la Salud, acaso la talla más antigua que estos días de procesiones de primavera, flanqueada de grandes cirios rojos, recorre las esquinas más nazarenas de la urbe. Sin prisas y sin contratiempos, los hospitalarios cumplieron su estación de penitencia mientras la tarde declinaba. Otro año más. Y otro, por suerte, sin lluvia. Que no es poco en estas latitudes.
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