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Audaces aurigas condujeron ayer con maestría sobre la arena de la carrera veloces cuadrigas y sigas en una competición frenética entre azules y blancos ... para ofrecer el mejor espectáculo a la grada. El cortejo bíblico del Jueves Santo fue un excepcional acontecimiento ecuestre, compuesto por cerca de 400 caballos que formaron parte de carros y caballerías para representar a las grandes civilizaciones clásicas. Fueron cuidadosamente elegidos en cuadras de todo el país por su belleza y fuerza, y la calidad de su doma para lucir en todo su esplendor los valiosos mantos bordados. Los pasos buscan caballos valientes, que no sucumban al estrés que supone el estruendo del gentío. La apuesta fue grande y el riesgo alto, pero blancos y azules lograron una brillante puesta en escena en su primer gran desafío.
Si el Viernes de Dolores el Paso Blanco enfervorizó a la grada con el desfile por primera vez de ocho sigas consecutivas a galope, el Paso Azul respondió ayer a la provocación con diez. Los carros de seis caballos a la carrera se sucedieron bajo las riendas de los poderosos emperadores romanos de las dinastías de los Flavios y los Antoninos. Vespasiano, Tito, Domiciano y Flavia Domicia fueron seguidos de Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Lucio Vero y Cómodo.
Tras ellos desfiló en su carro triunfal Julio César. El cónsul romano recuperó en el palio de la carroza los mantos de Júpiter y Apolo, realizados a finales del siglo XIX bajo la dirección de Francisco Cayuela. En la caballería romana, los mantos de la Victoria y Hércules se sumaron a los del Coliseo, San Pablo y Marco Aurelio.
En el cortejo azul no faltó el grupo de los etíopes, que sorprendieron al público con arriesgadas acrobacias a lomos de sus caballos sin montura, mientras corrían al galope en un impecable ejercicio de doma. Uno de los personajes más emblemáticos de la hermandad, la profetisa Débora, salió a caballo con su manto verde mar blandiendo una espada y Moisés también apareció representado en biga triunfal. La caballería egipcia, con siete mantos, simbolizó la opresión egipcia sobre el pueblo judío durante 14 siglos. Causó admiración la fastuosa carroza de la reina Meiamén, madre adoptiva de Moisés, precedida del grupo de esclavas de la corte.
La caballería del Triunfo del Cristianismo introdujo al cortejo religioso. Está compuesta por diez jinetes con mantos que representan a los dioses de la mitología greco-romana y precedió al trono de la Coronación de Espinas portado por 90 costaleros. El grupo escultórico representa a Jesús acompañado por dos soldados después de ser flagelado y es el de mayor peso de todos los que procesionan, con 2.000 kilos.
El Paso Blanco desplegó sus cuadrigas, tres de ellas de la civilización asirio babilónica y otras tres formaron parte del grupo de la reina de Saba. Tras la carroza del rey Nabucodonosor, que representa la deportación y el exilio del pueblo de Israel en Mesopotamia, desfilaron los primeros carros asirios arrastrados por cuatro caballos, los de Judit, Holofernes y Aquior y a estos le siguieron los del faraón Siamón, hijo ilegítimo de Salomón y la reina de Saba, Nahama y Manelik.
El cortejo incluyó la caballería de las Tribus de Israel y la corte del rey Salomón con el 'caballo del respeto', el único que desfila sin jinete en la Semana Santa de Lorca. Salomón desfiló sobre una biga y lució el manto que reproduce al monarca tal y como sale en la procesión y, a continuación, se impuso el séquito ecuestre de la reina de Saba compuesto por diez caballos que fueron alzados una y otra vez por los jinetes abisinios en un alarde de doma de alta escuela. Destaca de este grupo la conocida como 'capeta del negro', bordada en sedas en 1935, que llevó el rejoneador Sebastián Fernández. Tradicionalmente, todos los ejemplares proceden de Mahón y se caracterizan por su belleza y fortaleza para las continuas levantadas.
Precedieron a la reina de Saba en su espectacular carroza de estilo egipcio, que iba rodeada de su corte de esclavas y adornada con un llamativo tocado de plumas de vivos colores. Los demonios a lomos de caballos negros anticiparon la llegada del Anticristo. Escoltaron al emperador Domiciano en su carroza de más de 12 metros de largo, en la que se representan las fuerzas del mal y luce un manto negro de grandes dimensiones. Cerró el cortejo bíblico la caballería imperial con a los emperadores que provocaron las más crueles persecuciones contra los cristianos. Iban a lomos de elegantes caballos que causaron la admiración del público.
El cortejo religioso del Paso Blanco incluyó el trono de la Oración en el Huerto y una de las piezas más valiosas de la cofradía, el centenario Paño de las Flores, estandarte declarado bien de interés cultural (BIC), que fue realizado entre los años 1910 y 1918 bajo la dirección de Emilio Felices. La imagen del Cristo del Rescate, que este año cumple cuatro décadas en la procesión del Jueves Santo, desfiló en su trono en andas sobre los hombros de 84 portapasos ataviados con túnicas moradas, que imprimen un movimiento único y conmovedor en la procesión. El Rescate estuvo acompañado por su fiel escolta, compuesta por miembros de la Legión. La talla fue la última que realizó el imaginero José Sánchez Lozano, a la edad de 81 años.
Blancos y azules ya se preparan para la procesión más importante del ciclo pasional lorquino, la de la Salvación, que estará presidida por el Paso Blanco. Destaca la salida en procesión de su titular, la Virgen de la Amargura y la Virgen de los Dolores, del Paso Azul.
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