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La Vera Cruz acorta el final de los marrajos en Cartagena
El fuerte viento obliga al cortejo a regresar a Santa María desde la Plaza de San Sebastián, sin pasar por las calles Mayor y Cañón
La inestabilidad meteorológica de esta Semana Santa ha obligado a las cofradías a estar pendientes del cielo de principio a fin. Pero ni la fina ... lluvia, que coincidió con la salida de los guiones, ni el desapacible y frío viento de este Sábado Santo, alteraron la ilusión de los marrajos por sacar a la calle su última procesión: de la Vera Cruz, a la que se unen las Santas Mujeres. La austeridad del cortejo envuelve su esperanzador mensaje: «Cristo ha muerto, pero va a resucitar».
Cuando a las siete de la tarde el Santo Cáliz pasó la rampa de la parroquia Santa María de Gracia en dirección a San Miguel, cesó la lluvia. El antiguo carro bocina que abre todas las procesiones marrajas avivó a un público bien abrigado, situado, en su mayoría, frente a la parroquia. En cambio, las gradas dispuestas por primera vez este año a ambos lados de Santa María no han tenido la aceptación esperada por la Junta de Cofradías porque, según apuntaron los espectadores, «obligan a ver la procesión girados» y «quitan mucho espacio» en las recogidas para seguir cada Salve desde la rampa.
Mientras tanto, sobre las 19.10 horas, el tercio de las Santas Mujeres, perteneciente a la Agrupación de los Estudiantes, sacó a hombros el trono desde la antigua Casa de Misericordia, actual Rectorado de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), en la Milagrosa. El trono marrajo portado a hombros por más de un centenar de mujeres fue despedido por el vicerrector de Estudiantes, Cultura y Deportes de la institución, Sergio Amat, quien pidió a la Virgen que vele por la UPCT, los estudiantes y la comunidad educativa. Una de las novedades más significativas de este año es que la Virgen de la Soledad de los Estudiantes, realizada por el imaginero Jesús Azcoytia a partir de una antigua mascarilla propiedad de la cofradía, recupera la posición de las manos en actitud de rezo. Estrena, además, unos pies tallados por Pablo Espinosa Gómez.
Completan el grupo escultórico Santa María Magdalena, de José Hernández Navarro, y Santa María Cleofé, obra realizada por Roque López en 1784. Con su incorporación a las procesiones marrajas se recuperó parte de la historia del cortejo del Santo Entierro, según las crónicas de los siglos XVIII y XIX.
Salve a la Virgen
En poco menos de una hora, el cortejo completo de la Vera Cruz estaba en la calle: Santo Sudario, Santo Amor de San Juan, Vera Cruz, Santísima Virgen de la Soledad de los Pobres y piquete de Granaderos. El fuerte viento complicó el desfile a los procesionistas y obligó a acortar el itinerario, que como rasgo distintivo de esta procesión sigue el sentido inverso al habitual. La Vera Cruz no procesionó por las calles Mayor y Cañón, regresando a Santa María de Gracia desde la Plaza de San Sebastián. Así, su recorrido fue: San Miguel, San Francisco, Duque -donde se unieron las Santas Mujeres-, Caridad, Serreta, Parque, Santa Florentina, Puerta de Murcia, Plaza San Sebastián y Aire.
De vuelta en Santa María, la Santísima Virgen de la Soledad de los Pobres, imagen de singular belleza de Juan González Moreno, recibió la última Salve marraja que finalizó con un caluroso aplauso del público asistente. Escoltó a la Virgen un piquete de la Agrupación de Granaderos, que en esta ocasión procesionó de luto, con el arma a la funerala y la cabeza descubierta.
Pese al mal tiempo, los marrajos cerraron su Semana Santa respaldados por gran número de cartageneros y turistas.
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