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Imagen de 'Silencio'. RC

La nueva serie de Eduardo Casanova: una familia de vampiras con diálogos desternillantes

La última propuesta del actor y director, cuya voz personal va tomando cuerpo, es original y sorprendente. Con apenas tres capítulos, llama poderosamente la atención.

Martes, 14 de octubre 2025, 17:16

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El pasado domingo, al caer la noche, poco después de otorgar un merecidísimo premio honorífico almítico Joe Dante, el festival de Sitges, quizás el más importante del mundo en temática fantástica, acogió el preestreno de 'Silencio', la nueva apuesta, esta vez en formato serie, de Eduardo Casanova, el enfant terrible del cine nacional, tal y como lo presentaron en directo en el propio evento catalán. A una hora vespertina, que no impidió que el gran auditorio del Meliá, centro neurálgico del certamen especializado, contara con una numerosa audiencia, se proyectaron los tres episodios, de poco más de 20 minutos de duración cada uno, de una primera temporada que sorprendió, para bien, a la platea, poblada de mentes inquietas adictas a la cinefagia.

El director de las controvertidas 'Pieles' y 'La piedad' subió al escenario a presentar la premiere vestido de rosa, como parte del elenco y los productores, todo un tratado de principios. Micro en mano subrayó que entraba en una nueva etapa como cineasta, «más desenfadado y menos pedante», transcrito de sus palabras. La sala oscura aplaudió un supuesto giro artístico que se cumplió una vez se encendió la luz del proyector. El primer capítulo arrebató a un público expectante ante la historia de una familia de vampiras cuyas tribulaciones son contadas en dos siglos diferentes. Los diálogos iniciales, desternillantes, dejan claras las intenciones de un artista diferente, para lo bueno y lo malo, en constante evolución.

Estreno en Movistar

'Silencio' no cuenta con subvenciones. Sus impulsores han arriesgado tiempo y energía, además de sacudirse los bolsillos. Nadie puede acusar injustamente a Casanova de haber dilapidado el dinero de las irrisorias ayudas públicas a un medio que se debate entre el negocio y el arte. El día 1 de diciembre tendrá su oportuno estreno en Movistar Plus + para el deleite de espectadores desprejuiciados. Estrenada anteriormente en Locarno con buenas críticas, Sitges celebró el pase con una algarabía inicial que no perdió fuerza. El elenco está al máximo bajo el maquillaje de chupasangres. El espíritu de Berlanga toca el alma de Almodóvar, contagiado por el virus de la pasión desenfrenada por el cine de serie B y Z, con John Waters sobrevolando la escena. Una familia de vampiras discuten alrededor de una mesa bajo la luz de las velas. Su especie corre peligro. Estamos en el siglo XIV y la peste negra asola los pueblos y los campos. Es difícil, por no decir imposible, alimentarse con sangre pura. En su deseo de pervivir por lo siglos de los siglos, las hermanas intercambian sus problemas y anhelos en una agitada conversación no exenta de humor negro. El aspecto de las no-muertas, más cercano al 'Nosferatu' de Murnau que al 'Drácula' de Bela Lugosi, enfatizan la sensación de extrañeza cuando están inmersas en un debate sobre su supervivencia que se recrea en palabras inesperadas, con gags bien tirados que tuvieron una buena respuesta en el festival favorito de los amantes del horror y el gran guiñol. Oírles hablar de sus deseos con una naturalidad pasmosa, con sus orejas picudas y largas falanges, como garras humanas, fantaseando sobre el estado de las cosas, iluminó el sombrío patio de butacas.

Siglos después de lo que acontece en la primera entrega de 'Silencio' -tres partes saben a poco, queremos más-, la acción se traslada a los años 80, donde continúa el mismo conflicto, esta vez debido a una plaga diferente, el SIDA (la ONG Apoyo positivo figura en los créditos de la producción). Condenadas al ostracismo, las vampiras subsisten en el lumpen, malviven y buscan sangre como quien quiere desesperadamente un pico de heroína (increíble la secuencia con la camella de hemoglobina artificial). Explota la tragicomedia.

El drama se da la mano con el show sangriento. Risas y lágrimas con un plantel, toca insistir, apabullante. María León muestra carne y alma en su rol de yonki enamorada de una joven chupasangres mientras Ana Polvorosa se sale en su cometido bajo el látex. Excelente dirección de un reparto que completan con armonía y desgarro Lucía Díez, Leticia Dolera, Mariola Fuentes, Carolina Rubio y Omar Ayuso. Llamativa visualmente, a pesar de que la propuesta, escrita y dirigida por Casanova, está pensada, indiscutiblemente, para poder ver la luz con un presupuesto ajustadísimo, con pocas localizaciones y ningún exceso, la serie se decanta en algunos momentos por una estética y montaje dignos de un videoclip. Imágenes arriesgadas por momentos, inesperadas, que ganan altura gracias a un tono tan difícil de conseguir como efectivo para plantear un indudable discurso concienciado. Si hay que señalar algún tropiezo leve, quizás la energía de su primer episodio no vertebra el resto de las piezas de un relato, macabro y existencial, que merece explotarse más.

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