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Miguel Martínez
Tempus fugit

El gran desafío de Lucas

Por si hubiera alguna duda de que atesora las bendiciones del todopoderoso Sánchez, el presidente enviará a su ministro más influyente, el ideólogo Félix Bolaños, a la toma de posesión del murciano como delegado del Gobierno. El líder del PSRM tiene mucho trabajo por delante para sacudirse este lastre

Domingo, 7 de septiembre 2025, 07:06

Era cuestión de tiempo que el PSOE pusiera al frente de la Delegación del Gobierno en la Región al nuevo secretario general del PSRM con la vista puesta, no cabe duda, en las elecciones autonómicas de mayo de 2027. Desde que tomara las riendas de los socialistas murcianos, Francisco Lucas nunca ha ocultado su intención de ser el candidato de su partido a la presidencia de la Comunidad y su reciente nombramiento como principal representante del Ejecutivo de Pedro Sánchez en la Región refuerza esta aspiración, condicionada en cualquier caso a los avatares propios de la política y a los tiempos electorales que pueda manejar el presidente del Gobierno, un maestro en el arte del oportunismo. Si todo transcurre según lo previsto, Lucas luchará en las urnas por desalojar del poder a Fernando López Miras, una misión que se antoja, con las encuestas actuales en la mano, más que difícil por no decir imposible, pues el PP goza de un amplio respaldo en la Asamblea -a solo un escaño de la mayoría absoluta- y además cuenta con un aliado -incómodo, pero aliado al fin y al cabo- como es Vox, cuyas expectativas electorales apuntan alto y amenazan -así lo admiten ya los politólogos- con dar el 'sorpasso' a los socialistas y adelantarles. Por lo tanto, ante este complicado escenario, el flamante delegado del Gobierno poco tiene que perder y mucho que ganar si aprovecha los casi dos años que restan para concurrir a los comicios autonómicos.

De partida, y aunque él lo niega en la entrevista que hoy publicamos en exclusiva en LA VERDAD, Francisco Lucas arranca esta nueva etapa política con el lastre de ser 'un hombre de Sánchez', el presidente acorralado por los casos de presunta corrupción en su entorno más cercano, el impulsor de la amnistía a los independentistas catalanes condenados por el 'procés' y, quizás lo más grave para los intereses de la Región de Murcia, el responsable en última instancia del temido recorte al Trasvase por la aplicación de los nuevos caudales ecológicos que contempla el Plan del Tajo. En este endiablado contexto se verá obligado a desenvolverse el líder del PSRM, que a partir de ahora es de suponer que ganará visibilidad -su antecesora, Mariola Guevara, tuvo más bien poca- tras dejar su escaño en el Congreso de los Diputados y trasladarse a la sede de Teniente Flomesta. A sus solo 36 años, Lucas domina las rutinas parlamentarias de las Cortes, ha sabido posicionarse bien en el Grupo Socialista -no en vano venía siendo presidente de la relevante Comisión de Justicia- y es uno de los cuatro 'elegidos' -junto a María Jesús Montero, Óscar Puente y Pilar Alegría- a los que Pedro Sánchez permite compatibilizar dos cargos orgánicos en el partido: secretario de Reforma Constitucional en la Ejecutiva federal y secretario general en la Región. Y por si hubiera alguna duda de que Lucas atesora las bendiciones del todopoderoso Sánchez, el presidente enviará a su ministro más influyente, el ideólogo Félix Bolaños, a la toma de posesión del murciano como delegado del Gobierno, el próximo viernes. El titular de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, instalado casi permanentemente en la polémica por sus enfrentamientos con el mundo judicial, constituye seguramente el mejor 'padrino' para un Lucas recibido de uñas por el PP y la formación de Abascal, e incluso por Podemos, que sigue su estrategia de desgaste a los socialistas pese a sostenerlos en La Moncloa con sus votos.

Ante este difícil panorama, ¿qué puede hacer el líder del PSRM para intentar no estrellarse contra el robusto muro de la derecha? Para empezar, debería ser capaz de forjar un discurso propio sobre un asunto tan trascendental para la Región como el agua. No basta con afirmar que «no va a permitir que se cierre el Trasvase», sino que tendría que dar un paso más y aportar argumentos verosímiles y tranquilizadores para los agricultores que dependen de una infraestructura determinante en la historia del desarrollo económico y social de la Comunidad murciana. Lucas ha de sacudirse el complejo de predicar en el desierto y tender puentes de diálogo con los regantes, aunque las posiciones de ambas partes se encuentren actualmente a años luz del necesario entendimiento. No le quedará más remedio que salir de la equidistancia y plantar cara, si fuera necesario, al Ministerio de Transición Ecológica, decidido a poner las bases del futuro hachazo al Trasvase. De lo contrario, todo apunta a que lo pagará en las urnas.

El otro gran reto de Lucas reside en su capacidad para movilizar el voto de centro-izquierda en un territorio donde el Partido Popular gobierna desde hace 30 años, para lo cual no parece que sea suficiente con las salidas de tono de Vox y sus postulados reaccionarios. Deberá primero levantar el ánimo en la militancia y recuperar para la causa a los valiosos dirigentes socialistas que han abandonado el primer plano político tras renunciar a defender lo indefendible y verse relegados por el aparato del partido, tanto en la etapa de Vélez como en los primeros compases de la 'era Lucas'. El último ejemplo lo hemos visto en Águilas, donde la alcaldesa Mari Carmen Moreno, que gobernaba con mayoría absoluta, ha dimitido del cargo y cesado como concejal sin haber recibido una sola llamada de la dirección de su partido pidiéndole que continuara.

Lucas tiene mucho trabajo por delante. El tiempo lo pondrá en su sitio.

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