Antonio Jiménez y el valor de lo común
Nos conocimos en el Instituto Alfonso X el Sabio. Él cursaba el último año, yo acababa de empezar el primer curso del Bachillerado Unificado Polivalente. ... Rum, rum, rummmm. Era el sonido inconfundible al salir de clase provocado por una Montesa Impala a cuyo lomo cabalgaba Antonio, imagino que con el sueño de abrir nuevos caminos y transitar por los abiertos por otros.
Veintidós años después, nuestros caminos se cruzaron en la UTG. Con el paso del tiempo, los dos coincidimos en una misma causa: la defensa de los intereses de los trabajadores. Cada uno con su mochila y trayectoria.
Durante todo este tiempo ha peleado con ilusión e inteligencia en la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios a la clase trabajadora. Como supongo que hará ahora con las lamentables declaraciones del actual presidente de la Croem, Miguel López Abad, empecinado en confundir opiniones personales y subjetivas (propias o prestadas en ausencia de aquellas) con los intereses generales de los empresarios a los que representa. Nuestros caminos se unieron por la común sensibilidad de rechazar andanadas antidemocráticas como estas, porque ni los miembros del Gobierno de España son lobos con piel de cordero ni los sindicatos estamos interesados en generarle sarpullidos ni a Miguel ni a nadie. Nos conformamos con hacer bien nuestro trabajo. Es descorazonador en pleno siglo XXI seguir con la cantinela anticomunista cuando a alguien no le gustan las medidas de un Gobierno socialdemócrata como el que tenemos. Habría que recordar a todos los constitucionalistas de pro el comienzo del artículo 7 de nuestra Constitución del 78. La democracia en España se cimienta en la defensa que de sus legítimos intereses hacen sindicatos, empresarios y partidos políticos. Y en esta defensa, la creación de acuerdos duraderos entre representantes sociales y económicos es la clave. Pero el rol de un sindicato es sólo la defensa de los intereses de clase. Nuestros sindicatos están involucrados en la mejora de las políticas que influyen en la vida de todos los ciudadanos.
Así, durante estos años, como responsable del sindicato, Antonio ha liderado la negociación y elaboración de más de veinte instrumentos de planificación estratégica regional. Acuerdos y planes que han permitido a UGT, a través del consenso, influir en el diseño de las políticas públicas regionales, en unos años de sucesivas y profundas crisis económicas, sanitaria e inflacionista. Gracias al Sindicato, los trabajadores contamos con acuerdos y convenios que responden a las necesidades de las personas.
En primer lugar, protegiendo e intentando mejorar los logros del movimiento sindical a través de la acción sindical cuya misión es la búsqueda de respuestas eficaces a los problemas reales de las personas trabajadoras. Y también en temas como la protección social, el déficit hídrico, las infraestructuras, la infrafinanciación regional, la transiciones digital y ecológica, etc. Es decir, en todo lo que es realmente importante. Con una carta de servicios impecable donde su mayor valor ha sido conseguir ahormar una unidad de criterio entre todas las organizaciones internas del sindicato, y una duradera unidad de acción con el resto de los sindicatos de clase.
En segundo lugar, se debe destacar su trabajo en la defensa de la negociación colectiva, con el desbloqueo de significativos convenios colectivos, un terreno en el queda aún mucho por hacer, así como en la continuidad y mejora de los mecanismos de resolución extrajudicial de conflictos. En su haber también habría que apuntar la modernización de las políticas activas de empleo, y la reducción de la temporalidad y del tiempo de trabajo que han ocupado un lugar preferente en su quehacer cotidiano.
En cuanto a las relaciones externas, el Sindicato, bajo su dirección, ha reforzado sus vinculaciones con las entidades y asociaciones de la sociedad civil compartiendo preocupaciones comunes relacionadas con la erradicación de la pobreza y la desigualdad, así como la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes.
Él es una evidencia de que sí existen personas preocupadas por lo común, que saben ver retos compartidos en los problemas individuales. Necesitamos personas como él, que den valor a lo común y no se entretengan en disputas pueriles que sólo aprovechan de los que sólo saben mirarse en el espejo, como les contaba más arriba.
La semana que viene, Antonio Jiménez dejará la secretaría general de UGT. Estoy convencido de que aquel joven de ojos azules y simpatía contagiosa, que levantaba pasiones entre las alumnas del instituto a lomos de su Montesa Impala, seguiría cabalgando con el sueño de abrir nuevos caminos y transitar por los abiertos por otros. Ahora lo hará cogido de la mano de María José que, según él mismo afirma, ha sido el mejor regalo que se lleva de la UGT.
A quien le releve en esta responsabilidad en el próximo congreso, sólo desearle mucha suerte, ilusión y acierto en su nueva tarea.
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