Silencio, se llora
Evocación de la tradicional visita a los camposantos, hoy marcada por la catástrofe
Era el día en el que nos vestían con ropa de invierno, una fecha especial en la que los niños de piel fina sufríamos las ... comezones del jersey de lana, cuyos picores aumentaban el desasosiego y el correteo entre las tumbas, mientras las mamás (nunca los papás) aseaban lápidas y colocaban crisantemos y margaritas, algunas lápidas, pocas, también tenían rosas, claveles y gladiolos.
«¡'Stati' quieto, nene... El dios que te menea...!».
El nene detenía su zozobra por unos minutos y su mirada se perdía entre las cruces y las coronas de flores con lazos y epitafios del tipo 'Tus hijos no te olvidan'. Una vista panorámica hacía del camposanto un lugar florido y alegre bajo la sombra atenta de los cipreses.
Al atardecer, ya en casa, el día se endulzaba con un 'huesesico de santo', luego de haber colaborado activamente en la ingestión y exterminio del cartucho de castañas asadas –«Nene, no te toques la ropa con esas manos de tizne»– con que te habían obsequiado. Un día de fiesta, en suma, para aquel niño que no acababa de aceptar que todos los humanos, incluidos sus padres, hermanas, abuelos, primos y amigos, tuvieran que fallecer algún día. Como años después reiterara Woody Allen, el nene era totalmente contrario a la muerte, no quería ninguna relación con ella.
Sin embargo, la realidad actualísima nos habla hoy de cadáveres y desaparecidos. Nos habla también de la indecencia de los políticos que aprovechan cualquier desgracia para hacer lo que mejor saben –tal vez lo único que saben– cual es atacar al rival. Hoy no toca eso, señoras y señores, hoy, y sobre todo mañana, toca no olvidar que los ríos levantinos de la vertiente mediterránea son cortos, de caudal muy escaso y crecidas otoñales. La escalofriante imagen de coches apilados por el arrastre de la riada, una vez más señala que el agua desbordada busca sus cauces naturales. Hoy no se puede alegar ignorancia. Hoy se pueden detectar cuáles son los puntos críticos a tener en cuenta antes de tomar decisiones urbanísticas.
Ya adulto, la piel fina del niño se ha llenado de arrugas y su visita tradicional del 1 de noviembre, cada año requiere más tiempo, acorde con el aumento de seres queridos que han fallecido y cuyos nombres nunca elimino de mi agenda telefónica, porque estoy seguro de que algún día necesitaré llamarles.
Confieso mi conturbación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión