No es la selva
Alguna solución hay que hallar a la 'cuestión catalana', pero en una amnistía exigida por los futuros amnistiados no hay magnanimidad
Le llaman progreso, y lo es, pero, ¿hacia dónde? El progreso, sea tecnológico, social o político, no tiene voluntad ni dirección propias, sino que se ... dirige a donde quiere la voluntad de las personas. La desintegración del átomo fue un gran avance científico que dio paso a la era nuclear y sus positivas aplicaciones en medicina, industria, electricidad... Pero la reacción en cadena que propicia la bomba atómica fue, es, un catastrófico atraso, una constante amenaza para la Humanidad. Y lo de las fotos trucadas de niñas desnudas es una aberrante aplicación de la que no cabe culpar a la inteligencia artificial, sino al descarriado uso que los humanos hacen de ella.
Y otro tanto ocurre en el plano político. ¿Hacia dónde progresamos? En la actual coyuntura española es necesario hallar soluciones a la 'cuestión catalana', un asunto clave para la gobernabilidad y para progresar en paz, pero la pregunta es si cabe considerar 'progresista' habilitar una amnistía exigida por los futuros amnistiados, hoy prófugos de la Justicia, es decir, de las leyes.
En un artículo, escrito durante la transición democrática, Peces Barba señala: «Ningún proyecto de sociedad se puede imponer, sino que debe encauzarse por las reglas de juego democráticas», a saber: imperio de la ley, separación de poderes, soberanía popular y libertades públicas. La ley sanciona a los implicados en la declaración unilateral de independencia que lideró Puigdemont, entonces 'molt honorable president', hoy 'expresident' que huyó de manera 'poc honorable'.
En el planteamiento de Puigdemont no hay humildad ni arrepentimiento sino altanería, exige ser amnistiado y no renuncia a la unilateralidad ni al referéndum. O sea que lo volverán a intentar. Y en el bosquejo de Sánchez no hay magnanimidad, puede que tenga algún grado de posibilismo, pero en la práctica es, sobre todo, un canje. Hacer una ley que beneficia a los que la exigen a cambio de sus votos para gobernar. Y todo ello sin previa consulta a la soberanía popular, ya que en ningún programa de gobierno estatal ofrecido a los electores figuraba la promulgación de tal ley.
El gran desafío de los dirigentes es hallar una salida sin obviar que las personas también necesitamos un sistema de creencias básicas y comunes para convivir, para no convertir la vida en una selva.
Suerte.
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