Dolor y vergüenza...
No se puede soportar tanto escándalo corruptivo y la falta de controles
Desde el sillón del dolor, pasó a la camilla de la tristeza donde, con la mano que tenía libre, pudo saber desde su móvil sobre ... el informe de la UCO sobre las actividades (caso Koldo) de destacados dirigentes socialistas (Ábalos y Santos Cerdán) que, aunque fuese verdad que Sánchez no las conociera, dejan muy tocado políticamente al presidente del Gobierno.
La situación es de máxima vergüenza. Ajena, pero también propia porque abochorna a todo español honrado (la mayoría) que se pregunta qué grupo de políticos está libre del pecado de la corrupción que, cual mancha de aceite, se expande por casi todo el ropaje. No se puede soportar que la mayoría de las salidas de anteriores presidentes estén salpicadas por escándalos. Ya no valen ni las disculpas de Sánchez ni la escalada verbal de Feijóo, ni las manifestaciones callejeras. La Constitución española tiene herramientas para intentar aclarar estos desaguisados que tanto nos afligen.
Si la situación es tan escalofriante (Feijóo ha llegado a decir que el presidente del Gobierno de España, nada menos, es «el capo de la mafia»), el partido más votado en las últimas elecciones debería mover ficha, debería presentar una moción de censura. Parece claro que Feijóo no quiere presentarla por la clara posibilidad de perderla. Sin embargo, sería una ocasión para que el aún jefe del PP propusiera su programa de gobierno y su habilidad parlamentaria. Eso fue lo que hizo Felipe González contra Adolfo Suárez. Felipe perdió la moción, pero en las siguientes elecciones obtuvo más de 200 escaños.
Es verdad que así lo pide Vox (un partido con cuyo ideario y su líder Abascal estoy en absoluto y rotundo desacuerdo) cuyo objetivo es el desgaste del propio Feijóo, pero si tuvieran un poco en cuenta a la convivencia ciudadana y respetasen su librepensamiento, es decir sus opiniones guiadas por la razón, libres de condicionantes y de dogmas partidistas, con la de casos corruptos descubiertos, con la de políticos encarcelados por cohecho, resulta insultante a la razón ver y oír cómo los grandes partidos se acusan de corrupción.
Salvado el sillón del dolor, lo que siento (sentimos) es pena, mucha pena, mucha aflicción, mucho lamento ante la falta de medidas anticorrupción, de controles y contrapesos que combatan y derroten a los corruptores.
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