De pequeños nos enseñaron que lo importante no es ganar, sino participar, que nos repetían machaconamente, sobre todo en el deporte, para aliviar el collejón ... de cada derrota. Una frase candorosa, nada más. Al Murcia, por ejemplo, no le vale. Uno que lo ha seguido en campos como el Bernabéu y lo ve ahora oruguear por el subsuelo del fútbol, se pregunta qué quieren sus dirigentes, los que están al volante, más allá de la supervivencia. Ha pasado de los escenarios empurpurados a los de barrio. José Otón lo decía el otro día: «El Murcia, que representa a la séptima ciudad de España, jugará en la misma categoría que el Brea, pueblo aragonés de 1.816 habitantes». Esto es admisible al principio, pero insostenible a largo plazo, y hasta algunos de sus aficionados empiezan a quejarse. Así que solo participar puede estar bien para otros, pero no para el Murcia. Sus toneladas de historia lo ennoblecen, pero también lo yugulan. Llegados a este punto, habría que preguntar a sus seguidores, que al fin se desperezan, si de verdad es esto lo que quieren.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión