René, París y Georgina
PARALELO 37 ·
Un amigo me llama para contarme que ha muerto tirado en la calle un conocido fotógrafo de 84 añosEnvidiosa, me llamaron el otro día en Twitter por criticar una portada de 'El País Semanal', dedicada a Georgina Rodríguez, la de Cristiano Ronaldo. Y ... con toda la razón: que más quisiera yo tener su Gulfstream G200 esperándome en el aeropuerto de Corvera con mis iniciales bordadas en las toallas; también el yate de 27 metros de fibra de carbono con el que surcan los mares o un conductor a mi disposición veinticuatro horas, siete días a la semana. El Bugatti Centodieci me da más igual, dónde voy yo con semejante bicharraco; tampoco quiero el culamen de la Cenicienta de Jaca, los que me conocen saben que me horroriza llamar la atención y con unas posaderas de ese tamaño, igualiticas a las de la Kardashian, pasar desapercibida lo veo complicado, máxime si las embutas como ella en unos ajustadísimos pantalones de canalé rojo tipo chándal con top a juego y barriga al aire.
Multimillonario futbolista se enamora de humilde joven que trabaja de dependienta en una lujosa tienda de la madrileña Milla de Oro. La historia es de película y con tanto tirón que los de Netflix ya la han hecho reality al que he sucumbido seducida por tremenda frase: «Sé lo que es tener todo. Y sé lo que es no tener nada». Gio, para los amigos, de tonta no tiene un pelo y hasta cae simpática cuando en la serie confiesa que compra en Decatlón, vende en Wallapop y friega los platos, pero tan solo una indicación a su diseñadora para decorar el salón me basta para que todo su encanto se evapore de un plumazo: «No me pongas libros, no muchas cosas para no limpiar mucho el polvo».
Mientras Giorgina y una amiga eligen modelazo para Cannes en el atelier de Jean Paul Gaultier en París y yo las espío desde mi tablet, un amigo me llama para contarme que precisamente en la capital francesa ha muerto de frío tirado en la calle un conocido fotógrafo de 84 años. Qué frivolidad la mía perdiendo el tiempo entre bolsos de lujo y coches de alta gama mientras ahí fuera ocurren estas desgracias. Arrepentida apago la serie mientras intento entender por qué ni una sola persona de las muchas que pasean cada noche entre la plaza de la República y el barrio de Les Halles ayudó a René Robert que estuvo nueve horas abandonado en la acera hasta perder la vida congelado. La indiferencia lo mató y sepan que fue un sintecho el que ya de madrugada avisó a una ambulancia que llegó cuando ya era demasiado tarde. Un humano también es alguien comprensivo y sensible a los infortunios ajenos, vergüenza debería darnos así llamarnos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión