El primer beso
PARALELO 37 ·
La pandemia nos los arrebató, pero ¿no les parece que ya es hora de recuperarlos?A la luz de un farol. En un barco. Escondidos en el armario. En la piscina de un hotel. En el campo. Bajo una escalera. ... Tras las cortinas. En el bus del colegio. Entre árboles. En la verbena del pueblo. En el banco de un parque... Pregunté por el primer beso, que yo tampoco he olvidado, y de tierno, sublime y romántico como algunos describen el suyo el mío no tuvo nada; chispas tampoco saltaron, ni el estómago se me llenó de mariposas, y tan poco me gustó que rogué a Pedro casi llorando que me acompañara de vuelta a casa y eso que Harrison Ford, por el que entonces suspiraba, seguía buscando el arca perdida en la pantalla de ese cine de playa. Menos mal que con los años llegaron los besos de verdad y sus correspondientes tormentas bioquímicas que me ayudaron a superar el trauma de esa inexperta y babosa lengua moviéndose dentro de mi boca en esa calurosa noche de agosto como una serpiente desesperada.
Los besos tienen mucha literatura, mucho cine, mucha música y mucho arte. También un Día Internacional, en honor al más largo de la historia que protagonizó una pareja tailandesa con 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, y unos antepasados que aproximaban sus narices y se olisqueaban para averiguar la salud y el estatus social de quien tenían delante y que terminaron moviéndose hacia los labios. Además de una ciencia, la filematología, que los estudia y nos proporciona curiosos datos como que al besar quemamos 6,4 calorías por minuto, las hormonas del placer, el amor y el humor se disparan y bajan la del estrés, oxigenamos el cuerpo, combatimos el colesterol, fortalecemos nuestro sistema inmune y ponemos en marcha alrededor de 34 músculos faciales. Déjense de 'liftings' y pinchazos y a besar se dijo para evitar las arrugas, es mucho más placentero, barato y saludable.
Lo que empieza bien tiene posibilidades de seguir mejor, al menos en esto de los besos, así que si les parece volvamos al primero que es muy importante y no por romántico sino por cumplir una función primordial que no es otra que la de probar si la pareja es genéticamente compatible con la información que comparte y capaz de sostener relaciones sexuales con un futuro fértil para la especie humana. Tengo claro que mi subconsciente rápidamente detectó alguna incompatibilidad con Pedro cuando nos besamos. Y hasta ahí llegó nuestro amor de verano.
Buena parte de la felicidad depende de la cantidad de besos que nos dan o damos, escribió el psiquiatra Jesús de la Gándara. Y qué razón tiene. Tiernos, apasionados, atrevidos, divertidos, robados... La pandemia nos los arrebató, pero ¿no les parece que ya es hora de recuperarlos?
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