Amén, maquinita
Apuntes desde la Bastilla ·
Los profesores estamos indefensos ante la inteligencia artificial, que simplifica la tarea de los alumnos y la sustituyeMandé a mis alumnos de Bachillerato un texto argumentativo en el que reflexionaran sobre la importancia de la lectura, en el caso de que la ... tuviese. Era la primera actividad del curso. Septiembre siempre es un mes difícil en el que los escolares casi han olvidado el hábito de escribir. El verano supone, en muchos casos, un festín de amnesia en el que los mecanismos de la memoria dejan de funcionar. Que el ser humano no es nada sin recuerdos se evidencia en todas partes, desde el carrete del móvil, pasando por las enciclopedias hasta la imagen vegetal del abuelo con alzhéimer, inmerso en una niebla sin retorno. Para eso sirve la lectura, les decía con más fe que convencimiento, para que no dejéis de ser vosotros mismos.
Cuando corregimos la actividad no fueron muchas las manos que se alzaron como voluntarios. Un chico sí lo hizo y mostró orgulloso, con su letra de hormiga (horas, me dijo, de escritura monacal) la redacción que ocupaba una página y media. La leyó de forma vertiginosa, dudando muchas veces de la pronunciación de determinados términos. Esa fue la primera alarma. Luego llegaron las reflexiones, las expresiones técnicas, los argumentos enlazados como el mejor de los oradores. Aquel niño de 16 años que jamás ha leído un libro en su vida se había convertido, de la noche a la mañana, en un Cicerón parlante, capaz de disertar sobre lo divino y lo humano, un férreo defensor de una práctica que él mismo desprecia en su hábito.
No me hicieron falta demasiadas pesquisas para desvelar la treta. Se trata del ChatGPT, y está por todas partes. Los alumnos utilizan la inteligencia artificial no como una herramienta de apoyo circunstancial, como uno puede acudir al diccionario (qué es eso, Dios mío, dirán mis alumnos). Se ha convertido en un salvavidas que, en lugar de evitar el naufragio, los conduce hacia el abismo de las olas. Pan para hoy y hambre para mañana. Porque la vida es mucho más que una redacción escolar. Los adolescentes creen que han burlado el escollo, que el profesor se sentirá satisfecho al ver el folio relleno de escritura cuneiforme y pasará hacia otra víctima en busca de negativos. Y no es eso. Los alumnos se están privando de la oportunidad única de formarse, de devenir seres críticos y juiciosos, porque en el futuro, en sus puestos de trabajo, en el día a día efímero y batallador, no sirven los atajos.
Le pedí al chico que repitiese el primer párrafo. Lo reproduzco: «La lectura es un pilar fundamental en el desarrollo intelectual y emocional del ser humano. A través de ella, se accede a un vasto horizonte de conocimientos, experiencias y perspectivas que enriquecen el pensamiento crítico y la capacidad de análisis. La inmersión en textos literarios y científicos no solo amplía el vocabulario, sino que también fomenta la empatía, permitiendo comprender realidades ajenas. Además, la práctica constante de la lectura estimula la creatividad y la imaginación, constituyendo una herramienta esencial para el crecimiento personal y social. En suma, la lectura es un vehículo de transformación que nutre la mente y el espíritu».
La obra de la modernidad en cien palabras, pensé. La misma prueba hice yo en casa. Le pedí a la inteligencia artificial que reprodujera el argumento de Pedro Páramo en 50 palabras. En menos de dos segundos, Juan Preciado llegó a Comala para perderse en un mundo de sombras y ecos. Luego fui más ambicioso y exigí ese mismo resumen en un poema. La primera estrofa entona: «En Comala llega Juan Preciado, / buscando a su padre, un hombre olvidado. / Pedro Páramo, figura de poder, / su sombra opresiva empieza a tejer».
No seré yo quien demonice el progreso, pero si este no viene acompañado de medidas para encauzarlo revierte en un problema social. Es el punto en el que estamos. Los profesores estamos indefensos ante la inteligencia artificial, que simplifica la tarea de los alumnos y la sustituye. Hoy en día resulta difícil mandar simples ejercicios sin la sospecha correspondiente de fraude. La sofisticación de la inteligencia artificial llega a tal punto que si el profesor descubre la treta es más por la torpeza del alumno al emplearla que por la perfección del programa. Esto sucede ante nuestros ojos, ante los ojos de los padres que no se inmiscuyen en la trayectoria de sus hijos, ante las narices de los legisladores, que saben de estos caminos y miran hacia otro lado.
Un último ejercicio antes de concluir esta columna. Le pregunto al ChatGPT los peligros de la inteligencia artificial. Me responde esto: «La inteligencia artificial, aunque promete avances significativos, también presenta serios peligros. Puede perpetuar sesgos, invadir la privacidad y amenazar empleos. Además, su uso irresponsable en decisiones automatizadas puede llevar a injusticias. Sin una regulación adecuada, la IA podría convertirse en una herramienta de manipulación y desinformación, con consecuencias devastadoras». Amén, maquinita. Amén.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión