Modernizar la ley para prevenir el bloqueo
Pedro López Graña
Martes, 29 de agosto 2023, 00:23
La formación de un gobierno estable es esencial para la gobernabilidad de cualquier país. España ha experimentado una fragmentación política en los últimos años, con ... la proliferación de partidos políticos y la emergencia de fuerzas minoritarias y nacionalistas en el Congreso de los Diputados. Conseguir la investidura de un presidente de gobierno lleva a situaciones de inestabilidad e importantes dificultades para implementar políticas públicas duraderas y de alto consenso. Los bloqueos gubernamentales han supuesto un verdadero quebradero de cabeza, para los políticos y para el pueblo. Por si eso fuera poco, resulta paradójico que algunos de los parlamentarios, cuyos votos son necesarios, tengan como objetivo 'declarado' la ruptura de nuestro país y de las instituciones de las que forman parte. ¡Impresionante!
El artículo 69 de la Constitución Española prevé una cámara de representación territorial, el Senado, que es el foro apropiado para discusiones regionalistas que afectan a las distintas comunidades autónomas, en cuanto entes diferenciados de toda la nación en su conjunto. Tiene todo el sentido que la composición de dicho órgano no se rija por criterios de número de habitantes, sino por representantes para cada territorio. En ese foro es donde los partidos nacionalistas o regionalistas deberían defender sus intereses particulares y su idiosincrasia diferencial. Incluso 'tirando' de egoísmo si lo ven necesario.
Pero para los asuntos que afectan a 'todos' los ciudadanos en su conjunto, el artículo 68 recoge la figura del Congreso. Esta cámara es donde tendrían que discutirse los asuntos nacionales. Los que nos afectan a todos, cualquiera que sea nuestro domicilio o lugar de origen. En nuestro ordenamiento, el Congreso se compone de miembros elegidos por circunscripciones territoriales provinciales. Este es precisamente el origen de gran parte de la situación de ingobernabilidad que tenemos que soportar recurrentemente.
En estos momentos sufrimos por enésima vez la diabólica situación de que formaciones minoritarias condicionan, o directamente chantajean, a los partidos que representan al resto de la inmensa mayoría de ciudadanos. Esta perversión jurídica está permitiendo, por ejemplo, que un prófugo tenga el 'mando a distancia' de la gobernabilidad de todo un país. Frente a este grave problema, surge la discusión (yo diría la necesidad) de una reforma constitucional y de la Ley Electoral. Es imprescindible garantizar estabilidad en la formación de los gobiernos venideros, sean del signo que sean. Existen posibilidades diversas que incluso podríamos 'copiar' de países de nuestro entorno. Igualmente hay cuestiones diversas que podrían ser discutibles, tales como un umbral de representación, el voto preferencial o mixto, las mayorías reforzadas, la limitación de reelecciones y un largo etcétera.
Pero hay cuestiones esenciales sobre las que no debería existir demasiada controversia. Una de ellas es la de 'un ciudadano, un voto', sea del lugar que sea. Esto para el Congreso como cámara nacional (no así para el Senado, territorial). Es de todos conocido que suele haber partidos nacionales sin representación parlamentaria y que tienen más votos que otros partidos regionalistas que en cambio sí tienen representantes parlamentarios, porque se benefician del sistema de circunscripción provincial y de la ley D'Hondt. La modificación propuesta (que cada voto tenga el mismo valor en todo el país) reforzaría y encarnaría mejor el sistema democrático.
Otra reforma fundamental, sobre la que dudo que nadie discutiría hoy en día, sería establecer una segunda vuelta entre las formaciones más votadas, para el caso de que ningún partido alcance la mayoría absoluta en la primera votación. Esto permitiría evitar el cáncer político que estamos padeciendo elección tras elección. Con esta reforma, se garantizaría en adelante la gobernabilidad del país.
Hay un 'pero', no pequeño: la reforma legal para reformar nuestra Ley Fundamental supondría aplicar el Título X de la Constitución, referéndum incluido. Para ello aquí está la propuesta: un acuerdo de los actuales grupos parlamentarios, para formar un gobierno de coalición con el único objetivo de reformar la Constitución y la Ley Electoral. Y una vez cumplimentado este compromiso, entonces convocar elecciones con el nuevo régimen electoral.
Actualmente esto es absolutamente imprescindible a mi juicio. Además es posible. El quórum necesario de 3/5 que exige el artículo 167 lo superan con creces los dos partidos mayoritarios. Esta iniciativa no tiene por qué estar reñida con la representatividad democrática ni la diversidad de opiniones en el Congreso. La búsqueda de un equilibrio entre estabilidad y pluralismo es fundamental para la existencia de un sistema político saludable y efectivo. Se dan todas las condiciones para ponerse manos a la obra. Esta reforma también puede ser rápida y sobre todo beneficiosa de manera inmediata. Por desgracia existen 'personajillos' con intereses espurios y viles egoísmos que tratarán a toda costa de poner palos en las ruedas de toda una nación. No los califico de 'personajes', porque ese adjetivo les queda demasiado grande. Viene como anillo al dedo la afirmación del filósofo francés Edmond Thiaudière de que «La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular». Pero, aunque estemos rodeados de rufianes y sociópatas, como seres humanos todos tenemos la obligación de intentar construir un futuro mejor, cada uno con las herramientas de que disponga. De momento, esta es mi aportación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión