Abuelos
Lo que yo creo de verdad es que nos estamos volviendo blanditos y empezamos a exigirlo todo con llantos y berrinches
Y yo, por qué tengo que reconocer el esfuerzo de los abuelos con sus nietos, en general, como si se tratara de una labor humanitaria ... que nos afecta a todos, yo también tuve abuelos que a su vez tuvieron abuelos y nadie los felicitó por el trabajo desinteresado y natural con sus nietos y su descendencia, pues tampoco alcanzo a entender la necesidad de estar aquí, de que unos y otros compartan un tiempo y un espacio, de que su nacimiento haya sido imprescindible, o lo que es lo mismo de que traigamos hijos al mundo y pidamos una indemnización por criarlos para más inri. Y eso lo digo de un modo consciente pues tengo la edad y estoy en condiciones de que mis hijos me den un nieto un día de estos y de que me regocije por ello, aunque nunca pediré nada en absoluto por cuidarlos, si hace falta, como no pedí nada por cuidar de mis hijos en su día, estamos inventándonos reivindicaciones inanes a troche y moche, de las que nuestros antepasados se reirían a mandíbula batiente, ellos que tan mal lo pasaron para traernos a nosotros a este mundo, que vieron en unas condiciones lamentables, pasaron una guerra y no cobraron una pensión de vejez. Pero hoy lo pedimos todo, intentamos sacar provecho de cada acción y vindicar cualquier cosa, un día de estos salimos en la tele demandando un reconocimiento por respirar todos los días y por no no dejarnos morir, no sé, pero me parece que nos estamos pasando un poco.
Lo que yo creo de verdad es que nos estamos volviendo blanditos, pequeños y mayores y, como algunos críos maleducados, empezamos a exigirlo todo con llantos y berrinches, aunque no nos corresponda.
Yo creo que ser padre o abuelo constituye un privilegio y, en cierta medida, una elección libre, así como cualquier premio lleva aparejado un arbitrio, en este caso de orden sentimental, porque el cariño de un hijo o de un nieto no es una carga jamás, tampoco podemos ejercer la acción un tanto cínica de declararnos acreedores de una recompensa por realizar nuestra obligación y, además, hacerlo, con todo el amor del mundo, pues sería el colmo que mis padres pidieran al Estado y a la sociedad los pagos atrasados de su labor paternal.
No veo a ninguno de mis abuelos exigiendo nada por representar bien su papel de padres de mis padres
Es verdad que los padres no lo hacen porque les da mucha vergüenza y son conscientes de que la crianza de sus hijos formó parte de su competencia, pero en los últimos años asistimos a una corriente de abuelos y abuelas quejosos, casi lastimeros, que no cesan de propagar por televisión y en otros medios su categoría y su prestigio por haberse echado un ojo en el retoño de sus hijos, y la tabarra comienza a ser molesta, primero porque no los obligó nadie y luego, porque sus agravios son una mentira muy grande, que yo conozco a un montón de abuelos, entre ellos los míos y los de mis hijos, que estuvieron encantados de ayudar en la educación de los hijos de sus hijos, sangre de su sangre y que nunca les molestó ocuparse de ellos de forma voluntaria, y ya está bien de heroicidades impostadas, de exageraciones, porque los padres y los abuelos coraje ya los conocemos y deben ser identificados por justicia, pero la normalidad es lo que más abunda y la estampa de abuelo cogiendo a su nieto de la mano en busca de un banco para sentarse es muy frecuente y me trae irremediablemente a la memoria la mano grande, dura y tierna de mi abuelo Pascual cogiendo la mía y conduciéndome hasta la Plaza de la Iglesia donde jugaba toda la tarde a su cuidado y, cuando me daba sed, recuerdo que abría laa petaca de tabaco y usaba de la funda a modo de vaso, y aquel saborcillo acre a tabaco me ha acompañado toda la vida.
No veo a ninguno de mis abuelos exigiendo nada por representar bien su papel de padres de mis padres, de amantísimos abuelos, las cosas eran por aquel entonces de otra manera y nadie pedía demasiado, aunque nadie tenía tampoco mucho y todo estaba más claro.
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