Náyades, revista de costumbres y tradiciones murcianas
LA TRIBUNA DEL CRONISTA ·
E l pasado año nacía una nueva revista con el ánimo de dar a conocer costumbres, tradiciones e historias de nuestra región. El primer monográfico de la misma se centraba en la historia del curanderismo. El dolor y la enfermedad están indisolublemente ligados a la existencia humana, que comparte con el resto de los animales. Sin embargo, su condición racional y pasional la mueve a preocuparse por su salud y la de sus semejantes. Quizás esto explique su infatigable búsqueda, en la naturaleza y las fuerzas misteriosas, del remedio a todo mal y enfermedad. Desde tiempo inmemorial han existido personas –curanderos, sanadores, curanderas, gente con 'gracia'...– que conocían, bien por transmisión oral, o bien por su propia experiencia, los métodos, antídotos, fórmulas, plantas..., capaces de curar a los hombres de sus distintos males.
En 1371 se hizo famosa en la ciudad de Murcia una mujer judía, la bella Jamila, de tez morena, viuda de Yuzaf, debido a sus artes curativas a base de plantas, emplastos y ungüentos. El nacimiento de la Inquisición supuso un giro importante, ya que perseguirá con saña a las curanderas. Pero su tradición en el uso de plantas pervivirá en la región de Murcia hasta bien avanzado el siglo XX.
El segundo monográfico se consagraba a la historia de la belenística. El Belén es como una serie de imágenes sucesivas, hechas en barro, para representar los hechos relativos al nacimiento de Jesús. Es como un libro sin palabras con la Anunciación, sueño de san José, la Visitación, huida de Egipto, posada, Herodes, Nacimiento, Reyes Magos, pastores, matanza de los inocentes, templo de Salomón, así como animales y plantas de lo más diverso.
La tradición belenística en Murcia hunde sus raíces en el siglo XVIII de la mano de Salzillo, que creará una escuela de gusto napolitano. A lo largo del siglo XIX e inicios del XX, multitud de artesanos surtirán el mercado murciano de numerosas figuras, muchas de creación propia, creando tipos específicos como el Pacorro, el Huertano, etc. Destaca también la tradición familiar, naciendo sagas de cuatro o cinco generaciones, es el caso de los Serrano, Galán, Amaro-Rogelio. Destaca también la concentración de talleres en el barrio de San Antolín o en la pedanía de Puente Tocinos. Extrañamente este tipo de artesanía ha sobrevivido a la 'era del plástico' y sigue siendo un trabajo manual.
Un tercer monográfico se ha dedicado a la historia del vino en nuestras tierras, desde hace cinco mil años. En esta ocasión la revista se centra en un aspecto importante de la vida cotidiana del murciano a lo largo de la historia, el vino. Este aspecto, junto con la cerveza, ya eran comunes en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia, remontándose su origen en más de 4.000 años.
En Murcia se constata el consumo de alcohol, de forma clara, con los íberos, especialmente la cerveza (zythos). Pero semillas de vid han sido encontradas en yacimientos arqueológicos del eneolítico (Cehegín, Calasparra, Totana, Lorca, Jumilla). A los romanos no les gustaba el vino del Levante español, «un vino malo para la cabeza», prefiriendo el de Grecia, pero alabaron la cerveza ibera murciana.
La vid solía cultivarse en terrenos de regadío, resultando un vino de escasa calidad. Comienza a mejorar cuando se traslada a zonas de secano «al estilo de Moratalla», que comentan algunos documentos. Una innovación importante que se produjo a lo largo del siglo XVIII fue la sustitución paulatina de los grandes recipientes cerámicos para almacenar y criar los vinos, por los toneles de madera. En este siglo los principales centros de producción eran Cehegín, Caravaca, Murcia, Lorca, Cartagena, Yecla y Las Torres de Cotillas.
La producción de vino en la Región se vio terriblemente afectada a fines del siglo XIX, con la aparición de la filoxera en 1884. Algunas localidades cambiaron entonces su producción agrícola, sobreponiéndose al problema y aumentado su producción localidades como Jumilla, Yecla o Bullas. Las próximas revistas estarán dedicadas al Modernismo, la esclavitud (abundante y desconocida en Murcia) o la literatura erótica.