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Un museo de arte contemporáneo para Murcia

Sábado, 3 de octubre 2020, 01:49

Esta es una historia de amor, aunque el título no lo deje adivinar con facilidad. Cuando el 6 de julio el alcalde José Ballesta anunciaba la concesión de uno de los Reactivos Culturales del Ayuntamiento al proyecto del museo de arte contemporáneo en el Cuartel de Artillería presentado por T20, empezó para Carolina y para mí un compromiso que, sin ser nuevo, nos reportaba una gran alegría: el compromiso con nuestra ciudad.

La idea, en realidad, era para un futuro lejano, debía ser cuando fuésemos viejos, pero los tiempos nos están enseñando que la vida hay que agarrarla por la cola, ya que se escurre como una lagartija y te quedas sin haber alcanzado tus sueños. El compromiso con el entonces director del espacio, Álvaro Peña, era la culminación de este sueño para la ciudad y para nosotros, era el arranque del museo de arte contemporáneo que la ciudad nunca ha tenido. Nos gustó la forma en que todo ocurrió. La ayuda de los Reactivos, que asciende a 7.500 €, que muchos hubiesen considerado demasiado pequeña para poner en marcha un proyecto tan grande como un museo, a nosotros nos resultaba más que suficiente para producir las vitrinas, peanas, identidad gráfica, vinilos y demás elementos estructurales. Nos gustaba también que todo esto fuese fiscalizable a ojos vista ya que siempre hemos defendido que el dinero que se invierte en cultura debe ser usado con un especial control e inteligencia en tiempos en los que la urgencia es sanitaria y social.

Murcia nunca tuvo ese museo y nosotros proponíamos uno que duraría solo unos meses, pero ya en el primer artículo aparecido en prensa ('ABC', 7 de julio) dejábamos clara nuestra intención de convertir esta colección en pública. No exigíamos nada, no pedíamos dinero en ningún concepto, no exigíamos una construcción nueva, ni siquiera queríamos el protagonismo que algunas publicaciones nos dieron. Esto no es el 'museo de T20', de hecho hemos despersonalizado su identidad con el nombre 'Artillería', una referencia a los orígenes militares del vocabulario de las vanguardias y, al mismo tiempo, al edificio donde se ubicará.

Álvaro facilitó todo y llegamos a un compromiso en el que seguimos sin exigir nada. El centro se comprometió a levantar cuatro paredes en un espacio muy abierto como son los pabellones del Cuartel, así que hemos diseñado las exposiciones y el material museográfico para ese escenario. A finales de julio se entregaron en el Cuartel de Artillería las primeras vitrinas, tres enormes mesas con cristales de protección que albergarán las obras que generan uno de los discursos expositivos, el que delimita el arte conceptual. Serán exposiciones creadas para vencer las trabas arquitectónicas y de todo tipo.

Desde el primer momento empezamos a comunicar en redes con la simplicidad de abrir la colección al universo digital. Cada día se va colgando una obra de referencia, de manera que se somete a pública valoración cada pieza. La colección no es enciclopédica, nace del esfuerzo y el trabajo, no del manejo de grandes fortunas, pero se ha podido describir un itinerario que explica la ruptura de los años 60 en grandes nombres como Warhol o Beuys, recorre los hitos de los 70 en Kosuth, Jenny Holzer o Gilbert & George, muestra la apertura de los 80 con Thomas Ruff, Cabrita Reis o Eva Lootz y llega hasta su núcleo más poderoso, el que define el arte de los años 90 hasta hoy con un interés espacial en los artistas que nos han fascinado, empezando por Francesc Torres.

Hablamos de 300 obras que depositamos a la ciudad sin más condiciones que el estar expuestas rotativamente y la seguridad necesaria. No se busca un espectáculo, en nuestra idea no está el crear una caja de sorpresas ni una joyería: queremos que los niños tengan las obras que les permitan entender por qué hemos llegado al arte de hoy. Queremos que nuestros hijos y sus amigos sepan quién es Isidoro Valcárcel Medina, pero también quién es Erwin Wurm, Per Barclay o Valerio Adami, que entiendan el arte de su tiempo como un hecho natural y consustancial a su cultura. Queremos que el museo sea un arma de conocimiento, un espacio de apertura para una generación de murcianos que ya no tengan que viajar forzosamente al Reina Sofía de Madrid para descubrir el arte de su tiempo en el mundo. No queremos comparar nuestra colección con ese museo, hablamos de un bisonte contra un ratón, pero con estas 300 obras se puede entender perfectamente la historia del arte contemporáneo si tenemos las herramientas didácticas, el compromiso y el amor por la ciudad que, sin duda, todos los agentes implicados en este proyecto tenemos.

Queremos también lanzar un mensaje de optimismo y esperanza: es posible. Estos tiempos son negros y amargos pero no podemos dejar de defender las ideas y, mucho menos, las utopías. Es difícil lo que pretendemos, y es que, una vez acabado el tiempo que marca el compromiso de Reactivos Culturales, el museo siga abierto. Entendemos todas las dificultades pero nuestra voluntad es total, por nuestra parte no va a quedar un esfuerzo por hacer para que este sea el principio de un museo que desarrolle un capítulo de la historia de la cultura en la ciudad que amamos y en la que decidimos vivir. Una vez lo escribí aquí: si vamos a vivir en Murcia, Murcia tiene que molar.

Hoy mola bastante más que ayer.

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