Menorca y lo que no fui
PARALELO 37 ·
De qué me sirve mirar hacia detrás si tengo claro que alguna que otra vida todavía me espera ahí delanteDuermen. O eso creo. No se oye un alma. Trasnocharon entre risas y estrellas en esta misma terraza desde donde ahora diviso la línea azul ... del mar cercano y el verde primaveral del bosque mediterráneo. Me escabullí de la cena sin un adiós, y con la urgente necesidad del pensamiento solitario, para esconderme en una de las habitaciones de la segunda planta de esta imponente vivienda de nombre egipcio y amarilla fachada que comparto con dieciocho extraños que ya no lo son tanto; hablar de libros y sonetos a la sombra de los árboles acorta miedos y distancias. Estoy en Menorca, en su costa sur, rodeada de belleza por todos lados y pensar en todo lo que pude llegar a ser y no fui me tiene abrumada.
«¿A dónde fue mi ensueño peregrino? ¿Dónde aquel mi porvenir de antaño? ¿A dónde fue a parar el dulce engaño que hacía llevadero mi camino?». Es Héctor Abad, el escritor colombiano invitado a los 'Talleres islados' que les recomiendo y por los que he viajado hasta aquí, quien recita estos versos y nos habla de los «ex futuros» de Miguel de Unanumo, aquello que pudimos ser y no fuimos porque la vida giró para otro lado, porque una decisión, un accidente, algo que pasó cambió el rumbo de nuestra existencia. Y atrás quedaron esos posibles 'yos' o 'yoes' abandonados.
Los «ex futuros», repito como un mantra a bordo de la pequeña barca de Gabriel que navega plácida en un mar en calma entre acantilados y cormoranes. La cala en la que desembarco es la misma de entonces, tan idílicamente perfecta que parece un decorado. Recuerdo la esquina donde nos sentamos, el color de la roca, las promesas de amor eterno. La pinada. Tantos planes. Y a mí, mientras él me hablaba, deseando volver a casa para confesarle que todo el amor que sentía por él había quedado en nada. ¿Y si no hubiéramos roto? ¿Y si esa tarde sobre esta misma arena que sigue igual de fina y blanca, en vez de querer salir corriendo, me hubiera atrevido a seguir amándolo? Mi ex futuro de entonces se hace carne y en mi pensamiento abandono este idílico rincón isleño al que he vuelto después de tantos años para visualizarme en una casa rodeada de limoneros en la que hay hijos. Los que nunca tuve. Los que él tanto deseaba.
Y si esto, y si lo otro. Y si, y si... Al carajo los 'ex futuros', la nostalgia de lo que no pudo ser, el arrepentimiento por una senda mal tomada. Díganme ustedes, si es que pueden, de qué me sirve mirar hacia detrás si tengo claro que alguna que otra vida todavía me espera impaciente ahí delante.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión