Cada tiempo, su demonio
No sé advertir del daño de las redes a un adolescente sin sonar como un mester de clerecía
Marta San Miguel
Jueves, 4 de diciembre 2025, 00:22
Como cada época tiene sus demonios, en esta cargamos las tintas contra los móviles. Ningún tiempo pasado fue peor en ese sentido, que tenemos en ... el bolsillo la tentación y el aislamiento y el riesgo. Pero ahora que Australia está probando el efecto de retrasar el acceso a las redes sociales a los 16 años, la legalidad está chocando con la realidad: los chavales son hábiles por definición, todos lo fuimos para sortear las vetas de nuestro tiempo, y si les ponen zanjas, ya buscarán ellos y los gigantes tecnológicos la manera de saltárselas. No sé si por eso, o por una cuestión de contemporaneidad, da igual los artículos que se escriban en este periódico, las investigaciones que realicen relumbrosas universidades, o la parábola de que los hijos de los CEO de Silicon Valley tienen vetadas las redes, pero cada vez que abro la boca para advertir del daño de las redes, algo me hace sonar como un mester de clerecía.
A mi generación nos tocó la retahíla de los videojuegos. Eran un fríe mentes que no solo te alejaban del recto deber de los estudios sino que podían lavarte el cerebro. Lo peor fue cuando la actualidad les dio un supuesto argumento: el asesino de la catana confesó su adicción a los videojuegos después de haber matado a sus padres y a su hermana. Fui testigo de la causalidad que se asumió cuando un día, en casa de un amigo, la madre le amenazó con quitarle la consola porque el de la catana estaba enganchado al 'Final Fantasy'. Y mi amigo, sin girar la cabeza de la pantalla, le respondió: ¿Al 'Fantasy', a cuál de ellos? Más tarde me enteré de que era una saga con 16 juegos y otros tantos remakes.
La relación con las pantallas es una historia de violencia, y a la generación de la Nintendo, la Game Boy o SEGA nos toca ahora lidiar con los teléfonos. Por los círculos del infierno de Dante ya ha asomado la patita el Roblox y sus depredadores sexuales; Tik Tok e Instagram, con sus efectos en la salud mental, y también lo hace la actualidad. Los adolescentes están creciendo en un mundo donde el presidente de EEUU habla de atacar Venezuela o Colombia o bombardea narcolanchas o despliega la Guardia Nacional en Washington como si estuviera jugando una partida al Risk. Y lo peor es que se enteran por un vídeo de unos veinte segundos. «No estamos en guerra, pero tampoco en paz», ha dicho esta semana el jefe del Ejército del Aire y del Espacio. El general Francisco Braco tiene cuatro estrellas en su pecho y quiere que la OTAN se prepare: «El espacio está armado. En la actualidad hay armas en el espacio y tenemos que hacer frente a esta situación». Por ahora, prefiero mirar a Australia, a ver qué sucede en esa guerra.
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