Marianela y la Generación Muda
PARALELO 37 ·
Cuidado con llevarse a la oreja el móvil del vecinoDifícil recordar la última vez que metí una moneda por la ranura de una cabina. En pandemia seguro que no, vivo aislada del mundo y ... en mi pueblo que yo sepa no hay ninguna; en Colombia, donde trabajaba antes de este odioso virus, lo dudo, allí por las calles venden minutos aunque me cuentan que este servicio por el que se prestan teléfonos y se paga por el tiempo consumido está de capa caída: malos tiempos para agarrar un aparato ajeno infectado de quién sabe qué microorganismos. No se me mueran del asco pero, según un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres, uno de cada seis móviles en el Reino Unido está contaminado con bacterias fecales, así que cuidado con llevarse a la oreja el del vecino. ¡Y limpien con alcohol el suyo!
De las más de 100.000 cabinas que hubo en España solo quedan en pie unas 15.000, pero ni Telefónica sabe cuántas siguen en uso. A mediados de este año una nueva ley eliminará la obligación de mantener como servicios públicos estos pequeños recintos de aluminio testigos de amores y hasta protagonistas de historias de cine. El Gobierno británico no ha dudado en proteger sus icónicas cabinas y miles de ellas ya funcionan como bibliotecas, galerías de arte, oficinas y centros de primeros auxilios, todo en tamaño mini. ¿Seremos capaces de hacer aquí lo mismo? Conociéndonos, lo dudo.
Nací en 1967 y por edad y arrugas no me escapo de que me vacilen con eso de 'Ok, boomer', un 'Vale, carca' en castizo, aunque con lo poco que me gusta hablar por teléfono y las horas que paso en Instagram y Twitter fácilmente podría engrosar las filas de la que ya se conoce como la Generación Muda. A la telenofobia de estos 'millennials' no llego aunque casi, dicen mis amigos, que se quejan de que los llamo poco y les mensajeo mucho.
Mi sobrina Victoria está de viaje y a su perra 'Kira' la tengo conmigo, con su cara de vieja gruñona y las orejas puntiagudas. Ayer por fin amainó el Levante y andábamos por la playa desconectadas del mundanal bullicio cuando marcan mi número: «Buenos días, ¿Marianela García? Llamo del Servicio de Salud del Principado de Asturias». ¡Por fin una voz humana al otro lado de la línea! ¡Por fin alguien a quien decir que vivo en Murcia y no soy la que buscan! ¡Por fin esa señora en Oviedo tendrá su vacuna! Detesto hablar por teléfono según qué días, ya les dije, pero definitivamente llamadas como esta te alegran la vida; también algunos animales de cuatro patas, pero de ellos y de la sofisticada y carísima cartera de Versace para la recolección de excrementos perrunos escribo otro día.
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