Mi salud, mi derecho, más allá de la biología
Isagoge de Mela ·
El 22 de julio de 1946, en Nueva York, representantes de 61 países de Naciones Unidas (y otras 10 naciones) firmaron la Constitución de la ... Organización Mundial de la Salud (OMS) y proclamaron el Día Mundial de la Salud. Sin embargo, hubieron de pasar dos años para que, el 7 de abril de 1948, la OMS entrara en vigor, y solo a partir de 1950, cada 7 de abril, conmemoramos el Día Mundial de la Salud, recapacitando sobre un tema sanitario de especial preocupación con el fin de fomentar el interés público. Este año: mi salud, mi derecho.
Cada año un lema diferente recuerda que el derecho a la salud es un derecho universal que debería afectar positivamente a los 8.000 millones de personas que habitamos este planeta. Y este recuerdo es pertinente porque la realidad es que, en un mundo global e intercomunicado, tanto la salud personal como la salud poblacional están amenazadas. Y es que la salud de cada persona es interdependiente del medio en que se encuentre y las noticias cotidianas nos evidencian cómo la salud de cada cual depende no solo de nuestra propia biología o de nuestros hábitos de vida, sino que nuestra salud individual está supeditada a la salud de las demás personas, a la salud de los animales, a la de las plantas y a la del medio ambiente. Es una sola salud global interdependiente que no entiende de estrecheces de miras ni de cortoplacismos.
Garantizar la salud como un derecho universal no se trata solo de apagar fuegos y medicalizar a la población cuando ya se haya declarado su estado de enfermedad, sino que debe basarse en la prevención sustentada por los datos objetivos de previsión y de predicción. En el siglo XXI, los Estados y los gobiernos están obligados a utilizar las últimas tecnologías disponibles para realizar predicciones universales, pero personalizadas en cada individuo con sus circunstancias concretas. Aunque pueda ser costoso, no es difícil. Pero, sobre todo, hay que haberlo pensado y haberlo decidido como el cambio de paradigma de una nueva era.
Cada individuo, por su genética, etnia, forma de vida, sexo biológico, género, estadio etario y circunstancias sociales, económicas y culturales tiene un perfil personalizado de salud, que determina su riesgo de padecer enfermedades e incluso su forma de responder a los tratamientos. Si no se tienen en cuenta esas circunstancias, no se podrá abordar la salud de forma integral. Es tiempo de invertir en salud adelantándose a la enfermedad y yendo más allá de la biología. La biología es parte de la naturaleza y es importante, pero limitar la salud y la enfermedad a la biología es encerrarse en una visión miope y distorsionada. Para enfocar nítidamente los problemas de salud y de enfermedad se deben tener en cuenta todas las circunstancias y determinantes científicamente reconocidos como esenciales e interrelacionados con los procesos de bienestar y con los riesgos sanitarios. Los datos de salud deben ser recogidos y monitorizados de forma disgregada y completa incluyendo factores interseccionales.
Actualmente, en 2024, se constata científicamente que la salud está cada vez más amenazada y no depende únicamente de aspectos biológicos. Por ello, además del acceso gratuito a los servicios de salud, es indispensable asegurar la educación y formación en salud, pero también una adecuada nutrición, una vivienda digna, vigilar y preservar la salud de los animales y procurar condiciones ambientales saludables que incluyan el aire limpio, el agua potable y la distribución inteligente y segura de los desechos, incluidos los electrónicos y contaminantes. La salud personal es interdependiente de aspectos sociales y de la salud global. La salud humana del siglo XXI, aplicando las tecnologías digitales y la inteligencia artificial, al menos en la teoría, ha transitado de las 4P (medicina participativa, medicina personalizada, medicina predictiva y medicina preventiva) a las 5P, añadiendo la medicina poblacional que procura la salud a toda la población de forma global incluyendo el concepto de una sola salud.
A pesar de la losa que nos recuerda la locución latina 'loqui facile, praestari difficile' (hablar es fácil, prestar difícil), que antoja laborioso llevar a la práctica lo que es aparentemente obvio en la teoría, aplicar este cambio de mentalidad en las políticas sanitarias modificaría esencialmente la calidad de vida de la población, persona a persona. Y como el presente es tan efímero, que ya es pasado cuando se nombra, este cambio de agujas debería efectuarse sin dilación.
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