Gotas de agua silentes y demencia
Necesitamos conocer por qué las mujeres doblan el riesgo de desarrollar demencia
Aunque se sabe que, respecto a los varones, las mujeres duplican el riesgo de desarrollar demencia, solo en los últimos años se están investigando los ... factores diferenciales entre ambos sexos. Y no, no es porque las mujeres tengan mayor esperanza de vida. Ese argumento no se sostiene científicamente.
Paradójicamente, si bien, dos de cada tres personas con la enfermedad del alzhéimer son mujeres, el diagnóstico de demencia en los varones es anterior al diagnóstico en las mujeres porque éstas tardan más en acudir a la consulta médica y, cuando lo hacen, en los test cognitivos responden mejor que los hombres, porque tienen más reserva cognitiva. Un primer aspecto es que los test, tal y como están diseñados en la actualidad, no discriminan suficientemente los estadios iniciales de la demencia en mujeres. Y, así, en general, cuando una mujer es diagnosticada, la enfermedad está más avanzada por haberse subestimado la gravedad de su enfermedad y haberse retrasado el diagnóstico certero. Igualmente, una vez diagnosticadas, las mujeres viven con demencia más años que los hombres, pero, además, desde el diagnóstico, la velocidad del deterioro es más rápida que la de los varones. Es decir, el curso de la enfermedad es diferente según el sexo biológico: al inicio, las mujeres presentan mayor resiliencia compensando la atrofia cerebral y la pérdida de conexiones, pero, como si fuera un resorte, al alcanzar el umbral clínico, la velocidad del deterioro es mayor en las mujeres.
Se ha analizado la importancia de los de genes presentes en los cromosomas sexuales, sobre todo en el cromosoma X, o la influencia de la pérdida de las hormonas sexuales, de los estrógenos, tras la menopausia. Los estrógenos protegen a las mujeres durante toda la vida fértil por sus propiedades antiinflamatorias, por estabilizar la fisiología neuronal y por potenciar la proliferación de nuevas células en el cerebro. No obstante, tras la menopausia, sus niveles caen sin ser fisiológicamente reemplazados y son necesarios ya que, si bien los estrógenos no revierten los procesos neurodegenerativos, sí que mantienen los niveles de bienestar cerebral, a nivel celular y molecular.
A lo largo de la vida, las variaciones hormonales son más acusadas en las mujeres que en los varones. Las mujeres viven fluctuaciones mensuales desde la menarquia (la primera regla), pero también en los embarazos o en el puerperio. Tras la menopausia, la pérdida permanente de protección que brindan los estrógenos explica que, entonces, más del 60% de las mujeres refieran niebla mental y lapsos de memoria. Además, en esa etapa, las mujeres sufren más patología vascular y en el cerebro acumulan mayor cantidad de proteínas perjudiciales, la proteína Tau. Por ello, las mujeres, desde la tercera década de vida, deben hacer ejercicio y evitar y controlar el síndrome metabólico (diabetes, aumento de colesterol y disregulación de lípidos) y la presión arterial, al ser la hipertensión el segundo factor de riesgo para la demencia. Respecto a la conveniencia o no de la terapia hormonal sustitutiva, que puede tener efectos indeseables, debe ser evaluada con los facultativos que conocen la historia clínica de cada mujer.
Con el aumento de la esperanza de vida, tras la menopausia, a las mujeres todavía les queda un tercio de vida por vivir. Por ello, se deberían conocer los riesgos modificables para vivir todos esos años de vida sin la amenaza de desarrollar alzhéimer. En el equilibrio entre factores de riesgo y factores protectores de la demencia se incluyen los factores biológicos, como la predisposición genética, y los factores interseccionales (sociales y culturales), como el estilo de vida, la educación o el nivel económico. La mayor parte de los factores de riesgo son más abundantes en las mujeres porque, aunque los hombres tienen mayor dependencia del alcohol o mayor pérdida de audición, en general, las mujeres presentan más ansiedad, depresión, diabetes, trastornos oculares, niveles de soledad no deseada, menor educación, peor calidad del sueño y estrés emocional mantenido.
Necesitamos más investigaciones que precisen cuáles son los factores predisponentes para la demencia, cuáles son factores de resiliencia y modificables para poder prevenirla o para que sus síntomas aparezcan más tarde. Pero también necesitamos conocer por qué las mujeres doblan el riesgo de desarrollar demencia. Es preceptivo estudiar tanto las diferencias de sexo biológico como de género, incluyendo todos los condicionantes de vida que, socialmente, determinan la vida de las mujeres y, como el suplicio de las 'inofensivas gota de agua', silentes y a lo largo de los años, deterioran no solo el cuerpo, sino las neuronas y los circuitos cerebrales desencadenando la demencia. Y ¿cuáles son esas gotas de agua?
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