Hablemos de sentimientos, como Magris
Claves para que un personaje literario traspase la historia
Claudio Magris (1939), escritor triestino que fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Murcia, nunca utilizó la máquina Olivetti ni mucho menos el ... ordenador para escribir. Una hoja en blanco y un bolígrafo son suficientes. Todo su material literario era transcrito por su madre al principio, luego por su mujer, la malograda Marisa Madieri, y después por su secretaria. Y una vez impresos, sobre esos papeles realiza las correcciones.
Magris tiene hoy 86 años, y acaba de donar al Archivo de Murcia, hace apenas unos días, un ejemplar de 'El Danubio', la obra por la que muchos quisieron verle reconocido con el Nobel de Literatura. Ese furor ya pasó, pues la Academia Sueca ha mirado esta vez para el húngaro László Krasznahorkai. Si apenas hay manuscritos de las obras de Magris es porque Claudio ha escrito así, y también lo ha dictado, como atestiguan las grabaciones en cintas de casetes que ha escuchado Pedro Luis Ladrón de Guevara, quien hace 30 años sigue sus pasos desde la Universidad de Murcia. «Además, en cuanto te das la media vuelta rompe lo que ha escrito», certifica el entusiasta profesor, que ha prestado para la exposición 'Cuatro portadas de Ababol' uno de esos textos recuperados por él de la papelera con tachones y anotaciones del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2004. En aquellos fastos, por cierto, Ladrón de Guevara fue el intérprete del autor italiano.
En una entrevista aparecida en LA VERDAD en junio de 2024, Magris contaba que los escritores solo pueden hacer lo que dijo Alessandro Manzoni: «no contar los hechos sino hablar de los sentimientos con los cuales los hombres han vivido esos hechos».
Así hizo él cuando perdió la timidez y se lanzó a escribir 'Conjeturas sobre un sable' (1985), una obra sobre las trampas de la historia en la que desnuda a Krasnov, un famoso general cosaco que durante la Segunda Guerra Mundial se alió con los alemanes que le prometieron una patria cosaca en caso de victoria del Tercer Reich. «Estoy convencido –decía Magris a su amigo ciezano Ladrón de Guevara– de que las personas que han vivido, sufrido, que han tenido grandes gestos de amor o de maldad, odio o vileza, son increíblemente más interesantes y misteriosas que los personajes que se nos presentan fijados por la historiografía».
Detrás de cada acción que tomamos hay más meditación de lo que podría parecer. Por eso los retratos de Claudio Magris, María Zambrano, Javier Marías y Gabriela Mistral con los que María Luisa Martínez León nos sorprendió en 'Ababol' tienen, como toda buena trama o personaje literario, un minucioso estudio detrás. Los mejores retratos, como estos que citamos, tienen mucho de esos indicios de verdad a los que alude Magris.
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