Maldito Putin, maldita guerra
PARALELO 37 ·
Quiero compartirles mi condena más absoluta a esta pesadilla bélica y a su responsable¡Socorro, el lobo! ¡Que viene el lobo! Y el lobo llegó con el correspondiente guantazo de realidad que nos tiene perplejos. La invasión de ... Ucrania que tanto temíamos, pero nos negábamos a creer a pesar de las constantes amenazas desde el Kremlin, comenzó en la madrugada del pasado jueves con la orden de Vladímir Putin de perpetrar el mayor ataque a Europa desde la Segunda Guerra Mundial en un desafío a toda legalidad internacional y derecho.
No soy ninguna experta en política internacional y como periodista jamás he cubierto un conflicto bélico, por favor no me pidan un análisis minucioso que no tengo, pero sí quiero compartirles mi condena más absoluta a esta pesadilla bélica y a su responsable, el ególatra y autoritario Putin, hijo del cocinero de Stalin y Lenin y antiguo teniente de la KGB, que sueña con reconstruir la Unión Soviética bombardeando Ucrania con misiles balísticos y de crucero. Y de paso, permítanme un desahogo ante tanta injusticia y tristeza.
Mientras Putin insiste en su misión que cree divina de «desmilitarizar y desnazificar» Ucrania al tiempo que pone en máxima alerta de combate su capacidad nuclear, y la UE por primera vez en su historia, dentro de un paquete de medidas sin precedentes, financiará la compra y entrega de armas a un país en guerra, soy incapaz de quitarme de la cabeza a todos esos hombres mayores de 18 años que no han empuñado un arma en su vida y a los que el digno y valiente presidente Zelenski ha llamado a filas en defensa no solo de sus fronteras, sino de la democracia y las libertades europeas. Porque la guerra no solo es eso que se enseña en universidades y colegios, tampoco lo que se discute y negocia en despachos y teléfonos; esta guerra tiene nombre y se llama Olena, una profesora de español en Kiev que respondía a la llamada de una radio desde un refugio en el sótano de una escuela: «Necesito salvar a mis hijos de 11 y 5 años, su vida depende de mi decisión pero no sé qué hacer».
Esta guerra son los miles de inocentes ucranianos que duermen acurrucados y muertos de fríos en improvisados refugios y estaciones de metro pendientes de las sirenas antiaéreas mientras se sienten solos y piensan que los miramos tan solo desde lejos. Esta guerra son los que abarrotan trenes y autobuses en un intento desesperado por huir del infierno. Esta guerra son los muertos, los heridos, los que ya se encuentran fuera. También, los periodistas que se juegan la vida para contarla en directo. Esta guerra, la de un loco que se ha atrevido a invadir un país soberano sin justificación alguna. Maldito Putin, maldita guerra.
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