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El transhumanismo es un movimiento filosófico, cultural e intelectual que busca mejorar la condición humana a través de la aplicación de tecnología avanzada. No se ... trata solo de mejorar la vida humana, porque entonces esto sería un humanismo, se trata de modificar a fondo el ser humano con herramientas tecnológicas. Su objetivo principal es trascender las limitaciones biológicas y cognitivas de la especie humana mediante el uso de diversas herramientas, como la ingeniería genética, la inteligencia artificial y otras.
¿Quién no siente el deseo de vivir eternamente, de no padecer enfermedades, no envejecer, controlar el color de los ojos de los niños antes de nacer, y que sean guapos e inteligentes? Este movimiento promueve la idea de que los seres humanos pueden y deben utilizar estas tecnologías para aumentar sus capacidades físicas y mentales, así como para prolongar su esperanza de vida. Aunque algunas de estas metas pueden parecer ciencia ficción, avances recientes en campos como la biotecnología y la inteligencia artificial han acercado algunas de estas posibilidades. ¿Por qué no confiar en las máquinas y trabajar para el surgimiento de una nueva humanidad? El hombre de hoy pone en las máquinas su futuro.
Una de las implicaciones más reiteradas del transhumanismo es el concepto de mejora de la raza humana. Esto implica la posibilidad de mejorar la inteligencia, la fuerza física, la resistencia, la longevidad y otras características humanas mediante la implantación de tecnologías avanzadas en el cuerpo y la mente. Por ejemplo, algunas de estas mejoras podrían incluir implantes cerebrales que aumenten la capacidad cognitiva, prótesis avanzadas que mejoren la movilidad, posibilidad de que los ciegos puedan ver, que los tetrapléjicos puedan caminar, o incluso terapias genéticas que eliminen enfermedades hereditarias, o hacer posible la comunicación telepática.
Algún filósofo resume así la situación: «Le damos gracias a la naturaleza por habernos creado, pero nos ha hecho defectuosos. Y parece que perdió el interés en nuestra evolución hace unos cien mil años. O tal vez está a la espera de que seamos nosotros los que demos el siguiente paso».
Sin embargo, el transhumanismo también plantea una serie de cuestiones éticas, sociales y políticas que deben abordarse. Por ejemplo, existe la preocupación de que estas tecnologías puedan crear una brecha aún mayor entre aquellos que pueden pagar por mejoras y aquellos que no pueden, lo que podría aumentar las desigualdades sociales. Algunos críticos consideran que el transhumanismo es una filosofía antihumanista que busca trascender la condición humana actual en favor de una nueva forma de vida posthumana. Se trataría de promover la idea de que la humanidad puede alcanzar la perfección y la inmortalidad a través de la tecnología.
Con la implantación de tecnología en el cuerpo humano, el transhumanismo suscita cuestiones profundas sobre la seguridad y la privacidad de los datos, así como sobre su posible impacto en la identidad humana y la naturaleza misma de lo que significa ser humano. ¿Cómo afectarían las mejoras tecnológicas a nuestra identidad y nuestra relación con la naturaleza? ¿Qué medidas se tomarían para proteger los implantes cibernéticos de ser pirateados o manipulados? ¿Cómo se garantizaría la privacidad de la información personal transmitida por estos dispositivos? Además, surgirían dilemas éticos sobre la modificación genética, la creación de seres humanos «mejorados» y la posibilidad de perder la conexión con nuestras raíces biológicas.
La idea de que la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas podrían alcanzar un punto en el que superen con creces la inteligencia humana, plantea preguntas sobre el futuro de la humanidad. ¿Cómo nos relacionaríamos con entidades no biológicas más inteligentes que nosotros? ¿Qué impacto tendría esto en la sociedad y en la legislación civil? ¿Podría ser que la creación de inteligencias no biológicas, superiores a la humana, llegaran a anular nuestra conciencia humana, en favor de ordenamientos o sistemas no biológicos?
No es baladí el impacto económico que supondría la industria del transhumanismo. Se habla de un mercado que moverá cientos de miles de millones de euros, y los Fondos de Inversión comienzan a posicionarse, sabedores de que los primeros que lleguen, dominarán el mercado. Hay cientos de Start-Ups trabajando en este asunto, que están recibiendo inversiones millonarias, precisamente de los citados Fondos de Inversión.
En síntesis, el transhumanismo representa un movimiento, que busca utilizar la tecnología para mejorar las capacidades humanas y superar las limitaciones biológicas, ofrece un futuro potencialmente emocionante y lleno de posibilidades, sin embargo, también plantea una serie de desafíos éticos, sociales y políticos, que deben ser cuidadosamente considerados y abordados a medida que avanzamos hacia un futuro donde las fronteras entre lo humano y lo tecnológico se vuelven cada vez más borrosas.
En definitiva, el transhumanismo se aborda desde dos planteamientos distintos: uno, el de los que, con seriedad y rigor, desean mejorar la especie humana, pero sin perder su humanidad y dos, el de los que abogan por una posthumanidad de una especie radical y diferente de la nuestra. Y esto último es una ideología que, más allá de toda ética, pone a la humanidad de rodillas ante la tecnología.
Jesús Fontes, Javier Jiménez, José L. Garcia de las Bayonas, José Izquierdo, Blas Marsilla, Luis Molina, Palmiro Molina, Francisco Moreno, Antonio Olmo, José Ortíz, Francisco Pedrero, Antonio Sánchez y Tomás Zamora.
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