La impotencia de una derecha incapaz de articular una alternativa
En un país donde el presidente del Gobierno desafía semanalmente los límites del cinismo político, cabría esperar que la oposición recogiera con facilidad el desgaste ... del poder y se alzara como opción sólida de relevo. Sin embargo, no ocurre tal cosa. El Partido Popular, pese a contar con el viento de cola que proporcionan los errores y desmanes del Gobierno, no logra transformar el rechazo en entusiasmo, ni la crítica en liderazgo. La paradoja es alarmante. Ante una izquierda entregada a la manipulación discursiva y al tacticismo sin escrúpulos, la derecha institucional parece haber extraviado su brújula.
La incapacidad del PP para construir un relato convincente se ha hecho más evidente en los momentos de mayor debilidad del Ejecutivo. En lugar de responder con ideas claras y propuestas estructuradas al apagón energético, a las chapuzas diplomáticas o a la inversión en gasto militar sin debate parlamentario, el partido de Feijóo se limita a reacciones tibias, comunicados previsibles o silencios elocuentes. Es como si la formación que un día representó la gestión seria y la estabilidad hubiera adoptado la resignación como estrategia.
Y, sin embargo, oportunidades no faltan. El Gobierno ha iniciado una deriva autoritaria que combina populismo institucional con un desprecio inquietante por los equilibrios de poder. Pedro Sánchez no duda en apropiarse del lenguaje calificado de progresista, para justificar medidas que degradan el Parlamento, ningunean a los jueces o instrumentalizan la administración pública. Sus cambios de posición, sus pactos con fuerzas antisistema y su tendencia a victimizarse han generado un clima de desconfianza. Pero ni siquiera en este escenario la derecha ha sabido ocupar el espacio con firmeza. Lejos de ofrecer una visión alternativa de país, el PP parece atrapado entre la tentación de parecer moderado y el miedo a perder los votos que huyen hacia Vox.
El reciente episodio del apagón eléctrico es un caso paradigmático. Con una red vulnerable y una gestión energética marcada por la ideología y la improvisación, el Ejecutivo optó por desviar la atención, convertir el desastre en éxito y anunciar investigaciones internas dirigidas por quienes deben rendir cuentas. En lugar de desmontar esta burda maniobra con datos, rigor y contundencia, el PP se limitó a declaraciones que apenas dejaron huella. No hubo comparecencias significativas, ni campañas divulgativas, ni presencia articulada en medios. El vacío político fue casi absoluto.
Resulta aún más desconcertante que el Partido Popular, que gobierna con holgura en comunidades como Madrid y Andalucía, donde sus líderes han demostrado capacidad para conectar con los ciudadanos y marcar perfil propio, no sepa trasladar ese modelo al plano nacional. La distancia entre la eficacia regional y la inoperancia estatal revela una crisis más profunda: la falta de un proyecto común, de una narrativa cohesionada, de un liderazgo con visión de conjunto.
Mientras Sánchez transforma los errores en relatos y convierte la confrontación en táctica de supervivencia, el PP parece anclado en un tiempo en que bastaba con gestionar bien y esperar el desgaste del adversario. Pero hoy eso ya no basta. En la era del relato, del marco ideológico y de la comunicación emocional, quien no comunica no existe, y quien no emociona no gana. La política ya no se juega solo en la gestión, sino en la capacidad de articular una esperanza compartida.
El Partido Popular debe decidir si quiere seguir siendo la sombra de lo que fue o si está dispuesto a reinventarse como una alternativa real. Pero eso exige abandonar la tibieza, superar los personalismos y construir un discurso que no solo critique el presente, sino que proyecte un futuro. Porque, si no es capaz de levantarse con claridad frente al populismo gubernamental, acabará siendo parte del paisaje que pretende cambiar. Y eso, en política, es el principio del fin.
Los integrantes del Grupo de Opinión «Los Espectadores» son:
Bernardo Escribano Soriano, Jesús Fontes, Javier Jiménez, José L. Garcia de las Bayonas, José Izquierdo, Blas Marsilla, Luis Molina, Palmiro Molina, Francisco Moreno, Antonio Olmo, José Ortíz, Francisco Pedrero, Antonio Sánchez y Tomás Zamora.
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