Tino
El submarinista que retrató cien mares sin plásticos
Digo veinte mil leguas de cine submarino, aunque podría haber dicho cincuenta mil. Tino González Pertusa -manchego adobado en murcianismo de vocación- se ha zambullido en todos los mares posibles e imposibles. Al principio, capturaba peces. Pero enseguida cambió el fusil por la cámara.
Se sintió encandilado por la maravilla de los fondos marinos y descubrió que se alimentaba mejor llenando la cesta de paisajes que de pescados.
Su loquera -más aún que afición- por el cine submarino no quedaba solo en filmar sugestivas estampas que, al proyectarlas, transmiten un colorido disfrute al espectador. Esa actividad, aun siendo suficiente por sí misma, la enriquecía adornando las imágenes con calculadas dosis de información científica. Si se demoraba en acariciar a un enorme pulpo, Tino procuraba (cuando añadía música y palabras a las imágenes) ilustrarnos sobre la naturaleza del animal y su circunstancia. Igual que el recordado Rodríguez de la Fuente, pero bajo el agua.
Nuestro hombre ha superado ya los ochenta años y paga ahora, aunque sin lamentarse, los 'efectos secundarios' de tantísimas horas sumergido bajo presión. Porque, allí abajo, la vida no es la misma que sobre la superficie. La visión se acorta, los sonidos cobran una dimensión nueva, el tacto se hace menos sensible (y más aún en aguas frías), el olfato no cuenta y el gusto se alimenta solo del sabor insípido del aire de la botella. El submarinista recibe sensaciones tan inefables que no resulta fácil explicarlas.
Tino González Pertusa llegó a tiempo de figurar en la nómina de cineastas murcianos que crearon escuela. Todo empezó con una película de los años cincuenta, que fue un referente. Se titulaba 'Una aventura vulgar' y fue una creación de Antonio Crespo, periodista y compañero en 'La Verdad'. A partir de ahí, la escuela de cine murciano se integró en la asociación 'Amigos de la Fotografía y el Cine Amateur'. Tino aprovechó que se rodaba en Murcia una producción comercial 'de nazis', para rodar los exteriores de un corto, titulado: '¿Se puede morir dos veces?'.
Esta misma tarde, el Aula de Cultura de 'La Verdad' y Cajamurcia tratará también del lamentable espectáculo que ofrecen nuestros mares, intoxicados ahora por lo que parecía inocente plexiglás: el del famoso bolso de Gilda.