El Trasvase Tajo-Segura, otra vez
Habría que fundar un partido transregional, que operase en Murcia, Alicante y Almería, cuyo vínculo esencial de cohesión sería la defensa del Trasvase
La noticia es muy mala: la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura ha anunciado que el Ministerio para la Transición Ecológica prevé recortar ... el agua del Trasvase Tajo-Segura para el regadío del Levante en un 50% para el año 2027. Es decir, vamos a pasar de 320 hectómetros cúbicos este año, a 193 hectómetros cúbicos en 2027. Cuando se ha hecho pública esta información, ha cundido, primero, el pánico; y, luego, la indignación. Algunos vaticinan que esto supone el final del aprovechamiento conjunto.
El Trasvase Tajo-Segura fue un proyecto amparado por la II República. Todos conocemos lo que el líder socialista, Indalecio Prieto, dijo en una conferencia pronunciada en Alicante: el que se opone al Trasvase es sencillamente un traidor a España. En época de Franco, fue su ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz, el que impulsó las obras del acueducto. Al llegar la democracia, las obras estaban prácticamente terminadas. Se hicieron las obras del post-trasvase y se aprobó la Ley de aprovechamiento conjunto. Siempre hubo problemas con Castilla La Mancha; y también a causa de la indefinición objetiva de los volúmenes de agua en Entrepeñas y Buendía que permitían el desembalse. Pero, mal que bien, íbamos tirando. La letra y el espíritu de la Constitución Española amparaba las exigencias de solidaridad de los regantes del Levante.
El momento de mayor tranquilidad lo vivimos con el proyecto de Plan Hidrológico Nacional de Josep Borrell, que preveía la interconexión de todas las cuencas. Pero el PP de Aznar, entonces en la oposición, se opuso a este proyecto, alegando que antes había que aprobar un imaginado Plan Nacional de Regadíos. Y el proyecto Borrell no llegó a aprobarse. Y, desde entonces, hemos ido de mal en peor.
Los políticos murcianos de los grandes partidos, en general, son bastante obedientes a Madrid. Por ejemplo, estoy seguro que habrá muchos militantes socialistas de base que son defensores del Trasvase, pero sus dirigentes regionales, y aquellos otros que no lo son pero que aspiran a serlo, se manifiestan como convencidos antitrasvasistas. Nos expresan, con absoluta naturalidad, que la época de los trasvases ya ha pasado, y que debemos hacernos a la idea de que el futuro es la desalación. Y, claro, dicen estas cosas en público y pierden las elecciones. ¡Pobres socialistas murcianos! ¡Tan lejos de La Moncloa, y tan cerca del Segura!
¿Y qué decir de mis excompañeros del PP? Cuando el presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero se manifestó en contra de los trasvases, los dirigentes del PP de Murcia se inventaron aquello de «agua para todos». Y, como engañifa electoral, les dio resultado durante años. Cuando el PP ganase las elecciones, habría agua para todos. O como dijo Aznar en la plaza de toros de Murcia: «si hay votos, habrá agua». Pero no fue así. Hubo votos. En 2011 ganó las elecciones con mayoría absoluta Mariano Rajoy. Y no hizo nada en absoluto. Muchos, avergonzados, replegaron los cartelones que habían colgado en los balcones de los ayuntamientos. Y ya no se habló más del «agua para todos».
Cuando Castilla-La Mancha, al reformar su Estatuto de Autonomía, quiso ponerle fecha de caducidad al acueducto, algunos nos movilizamos. Intentamos sacar adelante una iniciativa legislativa popular, recogiendo 500.000 firmas, para conseguir que la ley protegiese el acueducto. Muchos nos daban palmaditas en el hombro. Les pedimos a los grandes partidos y a los grandes sindicatos que movilizasen sus estructuras para conseguir esas firmas. Nos contestaron con buenas palabras. Pero nadie movió un dedo.
Y ahora estamos donde estamos. ¿Por qué en Madrid no les hacen caso a los políticos murcianos? Porque para Génova, 13, y para Ferraz, Murcia sólo es el 3%. El 3% de la demografía nacional, el 3% del PIB, ¡y el 3% del censo electoral! Murcia en Madrid no cuenta. Y si algún político murciano alza la voz, su trayectoria política se verá truncada a corto plazo.
¿Qué podemos hacer? Lo primero, lo lógico y procedente es dejarse llevar por la indignación. Estaría bien. Si hay un llamamiento a las barricadas, allí estaremos muchos, aunque seamos viejos y jubilados. Si se convocasen manifestaciones, claro que también estaríamos allí. Pero después, ¿qué? Un segundo paso, más reflexivo y sosegado, sería intentar convencer al Gobierno y a la oposición de las bondades del Trasvase. En cincuenta años, Murcia ha duplicado su población, y su riqueza. ¿Nadie se acuerda de cómo era el campo de Cartagena antes del Trasvase?
Pero, si nos convenciésemos de la inutilidad de este esfuerzo, o de la precariedad de sus resultados, en un sistema democrático no tendríamos más remedio que hacer valer en Madrid nuestro 3%. Y, para ello, habría que fundar un partido transrregional, que operase en Murcia, Alicante y Almería. El vínculo esencial de cohesión sería la defensa del Trasvase. Entre las tres provincias podríamos obtener entre cuatro y cinco escaños. Lo suficiente para hacernos valer. El problema es que un partido necesita ideas, personas, organización, trabajo y dinero. ¿Y cómo se llamaría? Podría llamarse simplemente Agua para Todos (APT). ¿Por qué no?
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