En manos de minorías
Los españoles no votaron el 23-J para que el Gobierno de la nación impulsara una ley de amnistía para todos los separatistas catalanes
En los círculos más politizados de la sociedad española, se discute sobre la posible duración de la presente legislatura. ¿Logrará Pedro Sánchez superar en los ... próximos años la flagrante debilidad parlamentaria del PSOE, articulando pactos arriesgados con las minorías? O, por el contrario ¿terminará sucumbiendo, harto de tantas humillaciones y tantas cesiones a comunistas y separatistas?
Hace unos días, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha afirmado categóricamente, ante los medios de comunicación, que habrá ley de amnistía y Presupuestos Generales del Estado, y que la legislatura durará cuatro años. Añadiendo que esto va a ser así porque para eso han votado los españoles el 23-J: para que hubiera un Gobierno progresista que conquistase derechos sociales para todos, y para que no gobernase España la derecha.
La vicepresidenta segunda posiblemente tenga razón en una parte de su discurso: habrá ley de amnistía y se aprobarán los Presupuestos Generales del Estado. Sin embargo, yo creo, humildemente, que Díaz se equivoca en lo siguiente:
La ambición de Pedro Sánchez le ha costado ya al PSOE perder casi la totalidad del poder territorial
1. Los españoles no votaron el 23-J para que el Gobierno de la nación impulsara una ley de amnistía para todos los separatistas catalanes. En la campaña electoral no se dijo por el PSOE que se iba a aprobar una Ley de amnistía, que permitiese regresar a Cataluña al prófugo Puigdemont. Todo lo contrario. El candidato Pedro Sánchez, en plena campaña electoral, dijo que la amnistía no tenía encaje en la Constitución. Y, con esa certeza, varios millones de españoles votaron el 23-J al PSOE. ¿Cuántos de esos millones habrían dejado de votar al PSOE si se le hubiera advertido de que, en caso de necesitar los votos de Junts para la investidura, se pactaría una ley de amnistía? Por lo pronto, nos consta el testimonio de ese excelente escritor que es Javier Cercás, el cual ha dejado claro que, si se promulgaba esa ley de amnistía, dejaría de votar al PSOE. O el propio Felipe González, que ha dicho que, con la amnistía, le va a resultar difícil votar en el futuro a su PSOE. Cercás y González son los casos más llamativos. Pero creo yo que son muchos miles de votantes socialistas anónimos los que actualmente están indignados con esto de la amnistía. Así que se equivoca Dña. Yolanda Díaz: para eso no votaron los españoles el 23-J.
2. Y tampoco votaron para que los comunistas siguieran en el Gobierno de la nación. Y no se trata sólo de que los viejos socialistas estén indignados con algunas políticas del Gobierno de clara inspiración comunista, y que se alejan de las esencias ideológicas del PSOE. Resulta también que la influencia de los comunistas en el Gobierno está haciendo dudar a algunos indecisos, que, eventualmente, en algún momento, pudieran haber votado al PSOE. Se tiene la impresión de que algunas políticas, como las de la vivienda, o ahora, la de limitación de los horarios de los establecimientos hosteleros, atentan a las libertades en que se funda una economía de mercado.
No, para esto, para que siguieran los comunistas en el Gobierno, tampoco votaron los españoles el 23-J.
3. Y es que yo creo que la interpretación de los resultados electorales que efectúan Pedro Sánchez y sus aliados es errónea. Quienes ganaron las elecciones generales fueron los moderados: los moderados de derechas y los moderados de izquierdas. El PP y el PSOE, que suman los votos de la inmensa mayoría de los españoles. Por el contrario, los dos extremos, la extrema izquierda de Sumar-Podemos y la extrema derecha de Vox, perdieron muchos votos y muchos escaños.
En mi opinión, los españoles no votaron para que el Gobierno de España estuviera en manos de las minorías: ni para que Sumar estuviera ocupando Ministerios, ni que para que los siete escaños de Junts decidieran la agenda política. Lo que los españoles votaron fue moderación. Y esto hubiera exigido que tanto el PSOE como el PP hubieran concluido que lo que los españoles querían era un pacto de legislatura, con un Gobierno monocolor, apoyado puntualmente, desde una leal oposición, por el otro partido moderado.
4. No ha podido ser. Ni Feijóo ni Sánchez han tenido el talante adecuado, ni el talento político necesario para comportarse como hombres de Estado, y llegar a un pacto de legislatura. Aquí nadie piensa en los intereses generales de España. Estamos condenados, pues, a estar en manos de minorías. Algunas son serias, como el PNV, pero otras no. Y todos van a lo suyo, a defender su ideología comunista o a sacar tajada en provecho de sus regiones. ¿Podrá aguantar Pedro Sánchez esta precaria situación? Sin duda, su capacidad de resistencia es enorme. Y está dando pruebas de que, para conseguir la estabilidad del Gobierno, está dispuesto a todo, sin límite alguno. Pero la ambición de Pedro Sánchez le ha costado ya al PSOE perder casi la totalidad del poder territorial. Es muy posible que, desde dentro, los propios socialistas decidan acabar con el liderazgo de Pedro Sánchez. Y ese sí que sería el final de la legislatura.
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