Estrategia política para un tiempo incierto
Así me parece ·
A partir de las elecciones europeas, si no antes, el PP debería recuperar el camino hacia la moderaciónLos que somos de derechas, y no separatistas, deseamos fervientemente que esta legislatura dure poco, que el presidente del Gobierno se vea en la necesidad ... de disolver las Cortes y vayamos otra vez a las urnas, pero ahora sin cometer los errores previos al 23-J. Las encuestas dicen que, de haber pronto elecciones, incrementaría su mayoría el PP, y podría gobernar con el apoyo de Vox.
Desde luego, hay motivos fundados para dudar de la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Para sacar adelante sus Presupuestos, o cualquier proyecto legislativo, el Gobierno depende del apoyo, no sólo del grupo parlamentario del PSOE, sino de otros ocho partidos (Sumar, Podemos, ERC, Junts, PNV, EH-Bildu, Bloque y Coalición Canaria). El trabajo, día a día, para conseguir estos apoyos será ímprobo. Y, en algunos casos, las exigencias serán desquiciadas y absolutamente inasumibles, hasta para el propio Sánchez, que ha demostrado que tiene unas amplias tragaderas. Así que no puede descartarse que en algún momento Pedro Sánchez dé un puñetazo en la mesa, diga que hasta aquí hemos llegado y disuelva las Cortes.
Sin embargo, no hay que olvidar que Pedro Sánchez es un resistente nato; alguien que se crece en las dificultades. Y que sus aliados parlamentarios le apretarán pero no le ahogarán, porque a todos les une el temor cerval a que llegase a gobernar el PP. Así que tampoco hay que descartar que la legislatura dure cuatro años.
Los sesudos asesores áulicos de Feijóo deben contemplar ambos escenarios. No es lo mismo diseñar una estrategia para un periodo de unos cuantos meses, que hacerlo para un horizonte temporal más amplio.
En mi opinión, a corto plazo, la estrategia que está desarrollando el PP ahora mismo es la correcta. Los errores de Pedro Sánchez son muchos. Sus pactos con los separatistas catalanes son tan indignos e inmorales, que el señor Sánchez está perdiendo su credibilidad a chorros. El PP hace bien en hurgar en la herida, y en dejar constancia de que no se fía en absoluto de Pedro Sánchez. Durante unos meses más, el PP podrá mantener la tensión. Serán creíbles sus justificaciones a su total obstruccionismo parlamentario, e incluso, a sus encendidos discursos de insultos y descalificaciones. Nadie del centro derecha le reprochará al PP que se niegue a pactar la renovación del CGPJ, o cualquier otro asunto que le proponga Sánchez. Con esta crispación diaria y permanentemente mantenida, el PP seguirá creciendo en las expectativas de voto, hacia la derecha, restándole espacio electoral a Vox.
Ahora bien, esta estrategia no puede mantenerse durante mucho tiempo. Una vez celebradas las elecciones europeas, el estado mayor de Génova 13 debería diseñar un plan estratégico B. Para entonces, mucha gente estará ya harta de tanta crispación y de tanta oposición radical. Si el PP se niega sistemáticamente a pactar con el PSOE, llegará un momento en que la gente entenderá la necesidad de Pedro Sánchez de pactar con los separatistas o con los comunistas. Cuanto más tense la cuerda el PP, más podrá justificar Pedro Sánchez sus pactos con otros partidos.
A partir, pues, de las elecciones europeas, si no antes, el PP debería recuperar el camino hacia la moderación. O sea, esa marcha hacia el centro que, a lo largo de toda su historia política, ha reemprendido muchas veces. Y ello, en primer lugar, porque la moderación forma parte de la esencia identitaria del PP. Alianza Popular-PP se configuró, a partir del III Congreso Nacional, de 1979, como un partido político cuya misión histórica era moderar al sector social de la derecha. Y, en segundo lugar, por razones prácticas: la inmensa mayoría de los votantes del PP son moderados, y verían con buenos ojos que el PP asumiese el papel de una leal oposición al Gobierno de Sánchez, que no le impidiera llegar a acuerdos con el PSOE en cuestiones esenciales para la convivencia.
Si Feijóo optase por este giro estratégico, tendría que vencer algunas resistencias. Por un lado, internas, por parte de un sector de militantes del partido que jalea y aplaude la radical y chabacana actitud de Isabel Díaz Ayuso. Y, por otro, la hostilidad de algunos medios de comunicación muy radicalizados, y que se han convertido en increíbles palmeros de la crispación. Feijóo debería estar por encima de unos y otros. Como líder, su deber no es sólo ganar elecciones, sino también conseguir cumplir la histórica misión de moderación social que constituye la razón de ser del PP.
Pero se me dirá: ¿y qué debe hacer el PP en relación con Vox? Feijóo debería tenerlo muy claro: en primer lugar, no imitarlo, mantener la propia identidad ideológica del PP. Y, en segundo lugar, no enemistarse con el partido de Abascal. Incluso, recomendarle que atempere algunos de sus planteamientos y actitudes. El PP, desde luego, va a crecer. Pero, ¿quién sabe?, quizás el día de mañana el acceso a La Moncloa requiera el apoyo de Vox. Y sería bueno que Abascal no diese motivos para la animadversión de los demás partidos.
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