La Virgen de la Fuensanta y las becas de comedor
Es difícil de entender que un gobierno regional condene al hambre a niños y niñas de familias con problemas económicos
Se han denegado becas de comedor escolar de infantil y primaria a familias que las necesitaban por su situación económica y esta denegación les supone ... un duro revés en la vida. Sí, en su vida, porque pasan a engrosar ese terrible porcentaje de niños y niñas en desnutrición infantil. Estas familias muestran su gran angustia por pensar que sus hijos e hijas no podrán ir a su comedor escolar, que la Consejería de Educación, cuyo máximo responsables es Víctor Marín, les niega un plato de comida, y la palabra hambre se va a hacer realidad en sus hijos e hijas.
Además, se une a esta inhumanidad el hecho de que las condiciones para conceder las becas de comedor son injustas y pongo un ejemplo: una familia de cuatro miembros, para acceder a ella, no puede pasar de 9.449,61 € al año, lo que supone 787,46 € al mes. O sea, quien gane 800 € y sean cuatros miembros no tiene derecho a una beca escolar. Son ingresos de miseria y de pobreza, de no llegar a fin de mes, y menos si tienen que pagar un alquiler o una cuota hipotecaria. ¿Cómo se pueden establecer estas condiciones que dañan la dignidad humana, hasta el sentido común? Estas condiciones las ponen servidores políticos que tienen unos sueldos elevados pagados por todos los ciudadanos y ciudadanas.
Pero, además, a esto se añade que hay familias a las que se les comunica que tienen derecho a la beca de comedor, pero el presupuesto se ha acabado, y hay familias que tienen una mayor puntuación que ellos y quedan en una especie de lista de espera.
Es difícil de entender que un gobierno regional condene al hambre a niños y niñas de familias con problemas económicos, agravándose el problema de la conciliación de la vida familiar y laboral, que se complica aún más porque alguien tiene que recoger a esa criaturas e intentar darle una comida lo más decente posible. El sufrimiento de estos padres y madres debe deser enorme y deben de sentirse abandonados por la administración pública y hasta castigados.
Y aquí entra alguien muy querida en nuestra región y es la Virgen de la Fuensanta, a la cual se tiene una gran devoción popular y fervor religioso que está en las raíces murcianas de la tradición mariana, y lo hemos vivido recientemente con su traslado de la Catedral a su santuario.
Le preguntaban a los políticos, incluido el presidente Fernando López Miras, acerca de esa gran festividad y él respondía que le pedía a la Fuensanta que les ayudara para que esta región fuera más próspera y les ayudara a resolver los problemas. A esta petición se unía el vicepresidente Antelo y el alcalde José Ballesta. Pero, en relación con las becas de comedor, la denegación a muchas familias que las necesitan o se han quedado fuera por falta de presupuesto, a esas criaturas condenadas al hambre, la Virgen de la Fuensanta, que es una advocación de María de Nazaret, siente su dolor y como madre abraza a esas familias necesitadas y a esas criaturas, y derrama alguna lágrima porque el hambre va en contra de Dios. Su sufrimiento se hace eco en el corazón de la Virgen de la Fuensanta.
Hay que recordar las palabras del Magníficat en el Evangelio de Lucas 1, 51-53: «Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos».
También podemos añadir la parábola del juicio final, Mt, 25, 31-46, cuando se afirma que dar de comer, entre otras cosas, a uno de sus hermanos más pequeños también es dar de comer al Señor.
Por eso, la Virgen de la Fuensanta les pide que doten de presupuestos suficientes, no solo subirlos, para que todos esos niños y niñas tengan cubiertas esas necesidades humanas tan básicas. Les pide que sean sensibles y no tengan el corazón endurecido.
La humanidad y la divinidad convergen en este caso. No defraudemos a la Virgen de la Fuensanta ni defraudemos los derechos de la infancia, porque esos niños y niñas y sus padres y madres necesitan el apoyo de la Consejería de la Educación, y no vale excusarse con que pueden recibir ayudas de Servicios Sociales, de Cáritas o de la entidad Educo.
Espero que la respuesta de la Consejería de Educación sea sensible en la línea de la humanidad y de la fe, en este caso nuestra fe a la Virgen de la Fuensanta.
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