Los pacíficos protegen a los militares y a la patria
Los que fabrican y provocan las guerras aparecen ante la opinión mundial como los negociadores de la paz. ¡Cuánto cinismo!
Empiezo el artículo reproduciendo una interesante conversación entre dos amigos que da qué pensar y rompe con la exaltación militarista que estamos viviendo en estos ... momentos de nuestra historia.
Padre de un hijo militar: «Mi hijo os protege (lo dice con mucho orgullo), porque en caso de guerra ¿quién os va a proteger? Si invaden nuestro país los rusos ¿quién nos va a proteger? ¿Los de la paz y la flor? ¿Los idealistas y los de la utopía? Serán los militares como mi hijo los que defenderán nuestra patria».
Le contesta su amigo que también es padre: «Pues fíjate, pienso que los que luchan por la paz son los que protegen a los militares y a nuestra nación».
En estas guerras ganan fortunas incalculables las industrias armamentísticas y las empresas de mercenarios
Padre del hijo militar: «No digas tonterías. Si hay guerra solo son los militares quienes nos pueden defender y proteger».
Contesta su amigo: «Tú lo has dicho, si hay guerra. Hay gente que lucha por construir la paz y que la guerra no llegue nunca, así tu hijo podrá volver a casa, a verlo y darle un beso, a poder disfrutar de él. Si hay una guerra, posiblemente, él muera y tú recibirás una carta o una visita en la que te anunciarán 'su muerte heroica por la patria'. Te lo devolverán en un féretro con la bandera nacional. Si su cuerpo no está destrozado podrás darle un beso, si no le tendrás que dar el beso en el féretro».
Después de escuchar esta conversación, avalo la tesis de que los constructores de la paz defienden la patria y protegen a los militares y, por extensión, a nuestro maltratado y violentado mundo.
El militarismo se impone para que aceptemos las guerras como necesarias, inevitables o mal menor. No se habla ya de paz y cuando se dice que hay negociaciones de paz es toda una escenificación de cara a la ciudadanía para mantener una falsa esperanza y lo vemos con lo que está ocurriendo en Gaza, Sudán, Mozambique o en Ucrania. Los que fabrican y provocan las guerras aparecen ante la opinión mundial como los negociadores de la paz. ¡Cuánto cinismo, Dios mío!
Las guerras se deciden en los despachos atendiendo a los grandes intereses de las potencias, ya sean acaparamiento de recursos o control de zonas estratégicas, y sus respectivas multinacionales. Quienes deciden una guerra nunca van a los frentes y tampoco sus familias. Una vez decidida las guerras, se pone en marcha toda la maquinaria para provocarla y legitimarla. Los militares de los ejércitos son meros peones que se sacrifican y a los civiles se les considera vidas no importantes, sobrantes, que son aniquilables; en el mayor de los desprecios los denominan 'daños colaterales'. El padre del hijo militar, que se siente orgulloso y presume de ello, no es consciente de que su hijo está al servicio de unas personas que quieren mantener su hegemonía económica, en este caso bajo el auspicio de Estados Unidos. En otros lugares sería Rusia o China.
En estas guerras ganan fortunas incalculables las industrias armamentísticas y las empresas de mercenarios. La paz no les interesa, va en contra de sus inmensos beneficios económicos. Los presupuestos en armamentos se han disparado y se procura tener una tecnología militar de tal capacidad destructiva y de muerte que aplaste al adversario en días, y ya hay globos sonda para recuperar el servicio militar obligatorio para que aprendamos a matarnos unos a otros con el objetivo de que los que tienen el poder, tengan más poder.
¡Qué horror ver a esas madres y padres abrazando a sus hijos e hijas muertas! ¡Cuánto horror ver a esas criaturas heridas en los hospitales! ¡Cuánta crueldad ver esa infancia destruida, traumatizada y muriendo de hambre, sed y falta de atención médica!
Frente a la exaltación del militarismo, que vemos en la publicidad de las empresas de internet con imágenes que despiertan admiración y exaltación de las figuras militares y su armamento, se encuentran los pacíficos que aborrecen de la guerra y, como dice el Cántico de Isaías 2,4, «de las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas. No alzarán la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra». En este sentido, recomiendo la película 'Sin novedad en el frente' de 2022, donde amigos llenos de entusiasmo y fervor patriótico se alistan para ir a la guerra y una vez en el frente experimentan cómo se destruye su humanidad.
El mundo, si quiere tener un futuro de esperanza, debe crear una cultura de la paz, basada en el respeto a la diversidad, la resolución pacífica de los conflictos, la defensa de los derechos humanos, utilizando la educación y la justicia social como herramienta, porque, como afirma Gandhi: «No hay camino para la paz, la paz es el camino».
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