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Que no me sea indiferente

Desde que Ana Belén adoptó esa letra como autohomenaje han pasado muchas cosas

Martes, 29 de julio 2025, 00:01

Es la canción de León Gieco que logró hacer suya Ana Belén a base de imitar a Mercedes Sosa y de cantarla con unos ojos ... llenos de agua que aún siguen causando furor entre sus entregados fans: «Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente...». El estribillo rimaba con versos tan solidarios y conmovedores como el de «toda la pobre inocencia de la gente», que arrancaban aplausos en los auditorios cuando no los llenaban de mecheros encendidos. Desde los años 80, en que la cantante adoptó esa melodía y esa letra como una suerte de himno a su buena conciencia, de autohomenaje a su insobornable sentido del compromiso, han pasado muchas cosas en este país. Ha tenido lugar una buena colección de dolorosos episodios que desgarraron esa «pobre inocencia de la gente» a la que pensé –¡inocente de mí!– estaba dedicada esa canción.

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