Así empieza lo malo
LA ISLA ·
Uno, que suele ser pragmático, templado y con los cajones ordenados, se pregunta: ¿por qué me pasa esto?Dice un chiste del momento que la vida es eso que se pasa mientras esperas a que se actualice tu portátil. Yo añadiría que también ... mientras estás haciendo trámites. Los franceses lo llaman la 'paperasse'. Les escribo esto tras una semana con el nudo de la corbata bien apretado. 'Así empieza lo malo' se titula un libro de Javier Marías, bastante pedregoso, por cierto. Lo mío comenzó con un dolor lancinante bajo la lengua que me hizo ir al médico, donde me dijeron que no era nada, una llaguita. Dolor o molestia, lo cierto es que no se va, es inclaudicable, y decido ir al otorrino. ¿Llaga? ¿Qué llaga?, me dice. Nada de eso. Tras remecer la lengua, valsearla aquí y allá, parece ser que el daño es muscular. Y añade: primero, deja de tomar lo que estás tomando, que no sé ni para qué te lo mandaron; y segundo, el remedio es gratis, y viene a ser la receta más antigua probada en la historia de la Humanidad: tranquilidad y buenos alimentos, que ya pasará.
Bien, en esas estoy, ganándome la paz del cielo, cuando el asesor al que llevo la declaración de la renta me pregunta por cuánto he vendido las plazas de garaje. Otra vez el nudo de corbata yugulándome. ¿Plazas de garaje, vendido? De qué me hablas, le digo. Sí, lo pone en tu borrador de Hacienda, me contesta. El corazón me empieza a trepidar, me laten las sienes. A la mierda la calma. Hago llamadas, reclamo a los amigos, voy dos veces al Ayuntamiento, el de Molina, donde me dicen que sí, que alguien ha vendido mis dos plazas de garaje. Localizo al notario, me dice que el problema es que tengo las referencias catastrales cambiadas, que sí, se han vendido dos plazas con el número de las mías, pero no en mi bloque, sino en el de al lado, y que tengo que cambiar las referencias, porque alguien, llámalo equis, me las puso mal al comprar la casa. Si no lo hago, Hacienda me va a cobrar a mí. Joder, hay veces en que la vida te besa en la boca, canta Serrat, pero hay veces en que te estruja y eso no lo dice. Y uno, que suele ser pragmático, templado, ordenado, metódico, casi eutrapélico y con los cajones en su sitio, se pregunta: ¿por qué me pasa esto?
A día de hoy sigo con el problema a medio destrabar. A ver cómo acaba el enredo. Parece ser que hay que firmar una rectificación en el notario. Hasta entonces, aplicaré el viejo remedio, que además es gratis: tranquilidad y buenos alimentos, y a tomar el sol, que al fin ha salido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión