Gaza, urgencia y prudencia
La aceptación parcial por Hamás del plan de EE UU debe permitir lo antes posible la liberación de los rehenes y el fin de los ataques
Una vez hecho público el plan acordado por Estados Unidos e Israel que debe librar a Gaza de la aniquilación definitiva, los ojos del mundo ... estaban vueltos hacia Hamás. La presión sobre el Movimiento de Resistencia Islámica era enorme; desde la Casa Blanca, con el ultimátum para que aceptara el proyecto antes de esta medianoche; y desde los países mediadores, Catar, Turquía y Egipto, comprometidos en lograr que se sumara a la iniciativa. La respuesta, la noche del viernes, indica que los islamistas no podían sino acceder a liberar al medio centenar de rehenes que mantienen desde sus ataques criminales del 7-O. Se trata, con todo, de una aceptación parcial del programa de 20 puntos, porque apela a la responsabilidad del Gobierno de Benjamín Netanyahu para detener la ofensiva contra la Franja y fijar un calendario para su progresiva retirada del territorio ocupado.
El respaldo añadido de Yihad Islámica, que retiene a algunos de los secuestrados, contribuirá a que las familias recuperen cuanto antes a los supervivientes de dos años de privación de derechos, así como los restos de los fallecidos durante el encierro. Y, con la ayuda de la ONU y organizaciones humanitarias especializadas, el momento de la entrega tiene que despojarse de propaganda para revestirse de dignidad.
El comunicado de Hamás, en pleno Sabath, ayudó a Netanyahu a acceder al requerimiento de Trump para detener una ofensiva contra la Franja que se ha cobrado ya más de 66.000 muertos, en su inmensa mayoría civiles. La jornada festiva proporcionó al primer ministro israelí unas horas preciosas, libres de proclamas de sus socios ultras, para asegurar que su ejército se limitará a «labores defensivas». Hoy, cuando el estruendo sacudirá de nuevo al Gobierno hebreo, el 'premier' tendrá la oportunidad de acreditar hasta qué punto acata las órdenes de su gran aliado estadounidense y, aunque muy a su pesar, atiende el clamor mundial para que termine la matanza.
Antes de apresurarse a añadir la de Gaza a su lista de guerras supuestamente solucionadas, Trump ha de mostrarse consciente de que el empeño de pacificar Oriente Próximo no ha hecho más que empezar. A la urgencia del momento deberá dar paso la prudencia para comprender que la máxima exigencia a Hamás para que se desarme lleva aparejada la salida de las tropas israelíes de la Franja, la ayuda masiva a los gazatíes y una administración transitoria del territorio con inevitable participación de los palestinos.
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