El estallido hace un año del 'caso Errejón', por el que el confundador de Podemos y portavoz de Sumar en el Congreso tuvo que abandonar ... la política tras ser acusado por varias mujeres de excederse con ellas sexualmente, provocó una notable convulsión; especialmente en las izquierdas, interpeladas ya por las andanzas con la prostitución del exministro José Luis Ábalos y que afrontarían después el señalamiento de Juan Carlos Monedero por sus conductas con alumnas universitarias. Doce meses después, lo que amenazaba con detonar como un 'Me too' español ha quedado acotado a una única denuncia contra Errejón ante la justicia por presunta agresión sexual, la interpuesta por Elisa Mouliaá.
El juez Carretero, que sometió a la actriz a un interrogatorio cuando menos cuestionable por contraste con cómo preguntó al imputado, resolverá si impulsa o no el procesamiento. El resultado no es en absoluto baladí. Pero la responsabilidad política seguirá vigente por la intolerable hipocresía de Errejón de hacer bandera de una igualdad que, en el mejor de los casos, él no respetaba y por la opacidad que sigue rodeando la actuación de las formaciones -Podemos, Más Madrid y Sumar- en las que su machismo halló acomodo.
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