Un alto el fuego de cristal
Los asesinatos de civiles por Israel y las venganzas de Hamás apremian a Trump a volcarse en salvar la precaria tregua en Gaza
Estados Unidos trató ayer de adelantarse a una voladura por los aires del alto el fuego en Gaza al informar a «los países garantes» de « ... una inminente violación por Hamás contra el pueblo de Gaza». Al advertir de posibles acciones del Movimiento de Resistencia Islámica, Washington pareció ignorar que el cese oficial de hostilidades ya se había visto sacudido por el comportamiento de Israel en sus escasos días de duración. En poco más de una semana, el ejército hebreo mató al menos a 38 palestinos e hirió a más de 140. En algunos episodios, como el que costó la vida a una familia de once miembros, siete de ellos menores, esgrimió argumentos propios de los dos últimos años de carnicería en la Franja, la supuesta amenaza de un minibús «sospechoso».
De momento resulta imposible determinar la naturaleza del incidente que llevó a Benjamín Netanyahu a acusar ayer a Hamás de violar la tregua y a ordenar bombardeos contra objetivos en Gaza. El silencio decretado por Israel pesa sobre un supuesto ataque islamista contra sus tropas; según fuentes palestinas sobre el terreno, los heridos en el episodio no fueron soldados, sino colonos contratados por el ejército hebreo para continuar con la demolición de casas en la Franja, a los que habría alcanzado la explosión de un artefacto 'amigo'. En cualquier caso, esta violencia no pone a prueba por sí sola un alto el fuego de cristal. Hamás trata de consolidar sus posiciones mediante la venganza contra las milicias rivales apoyadas por Tel Aviv. Israel se escuda en la recuperación pendiente de la mayoría de los secuestrados fallecidos para mantener cerrados los pasos fronterizos. Estrangula así la entrada masiva de ayuda humanitaria y también de la maquinaria que facilitaría una más rápida localización de los cuerpos para devolverlos a sus familias.
El estruendo de las armas hace que parezca muy lejana la cumbre en la que, hace solo siete días, Donald Trump recibió el tributo de dirigentes de todo el mundo por su 'plan de paz'. Su enviado especial para Oriente Próximo, Steve Witkoff; su yerno Jared Kushner y el vicepresidente J. D. Vance llegan hoy a Israel apremiados por la urgencia de salvar la tregua. Una tarea que requerirá, de nuevo, la presión de Catar, Turquía y Egipto sobre Hamás. Y que exige que Washington disuada a Netanyahu y a los socios más ultras de su Gobierno de la tentación de volver a la guerra abierta contra los civiles de Gaza.
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