El contrato social de la cultura
Respuesta a un vicedecano ofendido
En el mundo post-Covid habrá dos grupos de población definida por la seguridad económica. Creo que todas nuestras madres han querido en algún momento ... que fuésemos funcionarios públicos. La razón es obvia, en su infinito amor por nosotros desean la seguridad frente a la decisión de trabajar desde la independencia y la inseguridad. Este horror pandémico afecta a la vida de todos, pero lo cierto es que quien no depende de la función pública encara un futuro diferente, lo cual en algunos sectores es especialmente grave. Hablamos constantemente de la hostelería, pero no es menor el daño que sufre hoy la cultura. No hablo de un descenso en la facturación, hablo de artistas importantes en las colas del hambre en Málaga, Madrid o Barcelona.
Carolina y yo nos vimos el sábado con nuestro amigo Juan Santaner, promotor musical. Fue en la maravillosa Neomudejar, cerca del MNCARS. Juan nos trazó un mapa de su gremio plagado de ansiedades, neurosis y hasta un intento de suicidio. Los músicos están al límite tras un año sin tocar; luego los técnicos, las salas o los mánagers. Miremos donde miremos, la cultura agoniza. Solemos visibilizar a los artistas, músicos o actores, pero debemos mirar más allá y veremos que los guías turísticos llevan un año sin recursos ni futuro. Su situación es extremadamente grave y afrontan un futuro verdaderamente difícil.
Todos los que estamos 'en la calle' hemos tenido que apagar un incendio tras otro, y prueba de ello somos las once galerías de arte de la Región. Hemos abierto desde el primer día afrontando un descenso vertiginoso de facturación, pero no hemos dejado de ofrecer a las ciudades nuestros espacios con normalidad. Más allá de abrir la puerta, hemos seguido trabajando para nuestros artistas. No solo hablamos de dinero, nuestra obligación como motores culturales incluye visibilizar el trabajo de los creadores. Y lo hemos hecho.
Pese a su importante sueldo como funcionario, Jesús Segura solicitó una ayuda del plan CREA y le fue concedida
Tal y como escribí hace unas semanas, no todas las regiones de España han entendido igual el hundimiento de la cultura, y en Murcia nuestras instituciones han respondido. En aquel artículo hablé del impresionante despliegue del ICA (con una plantilla mínima) y su director general, Juan Antonio Lorca, con el plan CREA; ayudas asistenciales Covid para proyectos. No son cifras enormes, pero han sido fundamentales para mantener la cultura regional abierta. A eso hay que añadir, como también cité, los Reactivos Culturales del Ayuntamiento de Murcia. El concejal Jesús Pacheco actuó con igual decisión y convirtió sus recursos en ayudas que han llegado a una parte sustancial de la cultura murciana y han situado el Palacio Almudí en el informe anual del Observatorio de la Cultura por primera vez. A eso hay que sumar las ayudas de Cartagena y las que otros ayuntamientos, más modestamente, han concedido. El Ministerio de Cultura y Deportes también sacó adelante un plan Covid. Me consta que el ministro Rodríguez Uribes lee estas líneas y quiero, por una parte, agradecerle la agilidad y, por otra, animarlo a revisar la partida de estas ayudas.
Las industrias culturales murcianas hemos recibido apoyo, y hemos devuelto a la sociedad lo invertido con proyectos, exposiciones, conciertos... Hemos cumplido nuestro tácito contrato con la sociedad, aportando CULTURA en un momento en el que el cine, el arte o la música, son necesarios. Debemos seguir aportando normalidad y futuro a un país que, si tiene algo de lo que sentirse orgulloso, es la cultura. Detesto lo de 'marca España', pero la marca de este país es Velázquez, Picasso, Tápies, Almodóvar, Mendoza...
Murcia ofrece hoy cultura y ese debe ser un signo de futuro. Contamos con los artistas, y con galerías profesionales y serias que se han adaptado a los tiempos con agilidad, incluso comisariando espacios públicos, de hecho hoy mismo la sala del Ayuntamiento acoge una exposición de tres importantes artistas murcianos comisariada por el que fue su galerista y el resultado está ahí, siguiendo una productiva historia que, como todo profesional conoce, comienza con Kahnweiler en el París de hace un siglo y pasa por la importante figura de Seth Siegelaub, galerista antes que comisario.
En la necesaria reivindicación del estado de la cultura no se suele aludir al comisario, que ha sufrido como el resto cierres y cancelaciones. Los que trabajamos en el campo de la gestión cultural nos adaptamos a las circunstancias, tampoco debemos obviar que, en nuestra tierra, los comisariados tienen importes escuetos.
El balance de todo este análisis a vuelapluma es que la cultura en la Región está en pie, resiste a un contexto que, en otras regiones, es más duro aún. Igual que hay que agradecer a las instituciones su acción decidida en nuestra ayuda debemos ser capaces de convencerlas de que, a corto plazo, su apoyo va a ser aún más importante.
No puedo acabar sin lo del 'vicedecano ofendido' del titular. Remite al violento y denso artículo de ayer del vicedecano y profesor titular de Bellas Artes de la Universidad de Murcia, Jesús Segura Cabañero, que se sintió aludido por mí (sin haberlo citado) ya que, pese a su importante sueldo como funcionario, solicitó una de las ayudas lanzadas con motivo de la Covid-19, el plan CREA, por importe de 6.000 euros y le fue concedida.
No responderé. Su conducta se califica sola.
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