Los/las pieles finas
O cómo vivir ofendido noche y día
Voy al cine a ver 'Golpe de suerte', la última de Woody Allen. Somos cuatro gatos en la sala. Casi podría contar un secreto sin ... miedo a que saliese de allí. Pobre cine, mal mañana le auguro si miras su presente y marcha ya a cuatro patas. Yo voy al cine de vez en cuando, casi siempre si la peli es de Eastwood o Tarantino, y siempre si es de Isabel Coixet, Sorrentino o Woody Allen. Lo siento por los/las pieles finas, esa secta que va imantando cada vez más adeptos fácilmente reconocibles por estar siempre ofendidos y por culpa de los cuales se perpetró no hace mucho el mayor crimen contra la cultura que he vivido en 48 años: rehacer obras ya escritas, incluso clásicos, para cambiar las partes que pudieran ser ofensivas por otras más monjiles y menos aristadas. El horror, vamos, que escribió Conrad, por una razón sencilla: cambiar una obra no la convierte en una novela mejor y más pía, sino en una novela distinta.
Digo que lo siento por los pieles finas, esa secta que ha encontrado un filón en X (antes Twitter), su hogar, dulce hogar, donde 'quiquiriquean' con una norma por bandera, la misma que la del mal periodista: que la verdad no te cambie un juicio ya formado. Absuelto de abusos por la justicia y unido a la hija adoptiva de su expareja Mia Farrow, que lleva con él más de veinte años de forma voluntaria –digo yo que algo tendrá que ver el amor–, por alguna razón que se me escapa los/las pieles finas no soportan a Woody Allen y buscan cómo anublar su carrera, 'sabueseando' cosas que la justicia, mire usted por dónde, no ha sido capaz de encontrar.
Yo, mientras Allen siga haciendo películas, seguiré yendo a verlas con una sola inquietud en la azotea: que nunca sea la última, aunque solo sea por aquello que decía Tarantino de que la última película en la carrera de un director, incluso de los mejores, era siempre mala. No es el caso, 'Golpe de suerte' es una película más que potable. Desconozco el secreto de este señor para seguir tan lúcido a sus 87 años, pero Woody siempre está en forma y se lo cuento a ustedes porque, como dice Susana Fortes, un secreto, para que sea un secreto, necesita ser contado. Si no, esto ya lo digo yo, no es un secreto, sino una invitación que se te queda en el cajón sin enviar.
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